La resurrección de Grigor Dimitrov, el tenista que se hartó del apodo ...

29 Mar 2024
Grigor Dimitrov

El 2 de junio de 2019, durante la tercera ronda de Roland Garros, Grigor Dimitrov se disponía a sacar cuando caía 7-6 y 6-5 ante Stan Wawrinka. El reloj marcaba casi las dos horas de partido. Era un momento de tensión: no podía fallar. Y fue justo ahí, con las espadas en todo lo alto, cuando el búlgaro se cabreó con un aficionado que le gritó unas palabras de ánimo.

Lo que bajó desde la grada hasta la arcilla no fue un insulto ni nada que simple vista -oído en este caso- se pudiera interpretar como tal. El enfado del búlgaro es el ejemplo perfecto para describir hasta qué punto Dimitrov se hartó del apodo que le pusieron cuando empezó a irrumpir en el circuito ATP. "Come on Baby Federer!", fue lo que vociferó aquel aficionado. "¿De verdad te parezco un bebé?", le respondió el tenista nacido en Haskovo en 1991.

Ese Baby Federer le ha acompañado toda su carrera al hombre que este viernes aplastó a Carlos Alcaraz (6-2 y 6-4) en los cuartos de Miami con un tenis sublime. Razones no le faltaban al que se inventó el apodo: Dimitrov tiene un estilo de juego casi idéntico al del suizo, con un revés a una mano que es una calcomanía y movimiento de pies de ballet, y en sus inicios le vestía la misma marca de ropa y jugaba con la misma raqueta. De talento ha ido sobrado siempre. El problema, claro, es la comparación con el -para muchos- mejor tenista de la historia. Eso pesa una barbaridad. Es una mochila tremenda.

"Para ser honesto, aprecié las comparaciones en un principio, pero después me di cuenta que lo importante era sólo ser yo", decía Dimitrov a la revista Clay  hace unos meses durante el último US Open. "Tenemos similitudes, pero realmente no hay nada igual entre nosotros, somos dos personas completamente diferentes y es algo que he ido entendiendo con el paso de los años".

"No quiero sentir lástima por mí mismo por los últimos años. No quiero sentir que he perdido oportunidades. ¿Si las he perdido? Sí, por supuesto, demasiadas"

Grigor Dimitrov

"Debería ser una lección para todo jugador joven que entre en el circuito. Nadie debería tener tal carga sobre su nombre. Fue una de las comparaciones más irrelevantes, para mí y creo que para todos. Lo que más feliz me hace es haberme hecho un nombre", añadió en una entrevista con Essentially Sports el hombre que durante años mantuvo una relación amorosa con Maria Sharapova.

El resurgir de Dimitrov

Con los datos en la mano, no hay comparación que valga. Dimitrov está escribiendo una carrera más que digna - ha ganado nueve títulos y llegó a ser el número tres del ranking-, pero de momento está a años luz de los datos Federer. De lo que no hay duda es de que Dimitrov está viviendo ahora una segunda juventud tras su increíble 2017.

Aquel año alcanzó el tercer puesto de la ATP, ganó la Copa de Maestros y alzó en Cincinnati el único Masters 1000 de su carrera. Además, estuvo a punto de jugar una final de Grand Slam -algo que todavía no ha conseguido- en Australia. En aquel enero de 2017 tuvo a Nadal contra las cuerdas en las semifinales, donde sólo cedió tras una batalla de cinco sets y cinco horas. "Ese partido lo vi muchísimas veces, de hecho, es el que más veces he visto en mi vida, y aún no entiendo cómo lo perdí. No hice nada mal en ese encuentro. Es que Nadal da vuelta partidos increíbles, hace cosas que sólo los magos pueden hacer", dijo hace unos meses en el US Open.

Lo cierto es que Dimitrov también es capaz de hacer cosas en una pista que están al alcance de muy pocos. Lo del viernes en el Hard Rock Stadium de Miami ante Alcaraz es sólo una muestra más. "Me ha hecho sentir como si tuviera 13 años. Fue una locura", dijo después el español. El búlgaro descosió al número dos del mundo, con un tenis estratosférico y si gana este viernes a Alexander Zverev regresará al top ten por primera vez desde noviembre de 2018. Sería el premio a su gran racha de los últimos meses: desde octubre ha alcanzado las finales de París-Bercy y Marsella, las semifinales de Shanghai y además en enero cortó una sequía de siete años sin títulos cuando levantó la copa en Brisbane.

"No quiero sentir lástima por mí mismo por los últimos años. No quiero sentir que he perdido oportunidades. ¿Si las he perdido? Sí, por supuesto, demasiadas. Muchas. ¿He cometido errores? Sí, demasiados. Demasiados", dijo en noviembre en la capital francesa. "Llega un punto en el que es como 'está bien, estoy aceptando todo lo que se me ha echado encima, lo que he tenido que afrontar, y continúo'".

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