¡Barbiemanía! Margot Robbie habla de la película que todo el ...

26 May 2023
Margot Robbie

Margot Robbie no era fan de Barbie cuando era niña. Ni siquiera está segura de haber tenido alguna: "Yo creo que no", me dice una mañana mientras desayunamos en Venice Beach, Los Ángeles. "Sé que mi prima tenía un montón de Barbies, e iba a su casa". En su infancia en la Costa Dorada de Australia, Robbie pasaba mucho tiempo al aire libre. Ella y su prima hacían tartas de barro. Jugaban con camiones. Y jugaban con Barbies. Sobre todo, construían fuertes, "cubbies" para los australianos. "Construir cubbies era lo que hacíamos todo el día, todos los días".

TOY STORY
Robbie lleva vestido, guantes y zapatos de Valentino Haute Couture; y collar de Alessandra Rich.

Estamos a un par de manzanas del paseo marítimo de Venice Beach, en Great White, un restaurante que regentan paisanos suyos, y le pregunto a Robbie qué le impulsó a producir y protagonizar una película con actores de carne y hueso de Barbie, cuyo estreno está previsto para el 21 de julio. "No es que quisiera interpretar a Barbie alguna vez en la vida, o soñara con ser Barbie, ni nada por el estilo", dice la actriz de 32 años. "Y pensarás que soy tonta, pero en realidad ni siquiera pensé en hacer yo de Barbie hasta que llevábamos años desarrollando el proyecto".

No parece una tontería, pero sí un contrasentido que Robbie, cuyo personaje revelación en El lobo de Wall Street se describía en el guion como "la rubia más sexy de la historia", no se imaginara a sí misma en el papel de Barbie cuando solicitó los derechos cinematográficos a Mattel. Y, sin embargo, la persona sentada al otro lado de la mesa no es una rubia explosiva. Al menos, no en un sentido convencional.

Robbie va vestida con una camiseta vintage de manga larga de Harley-Davidson y un mono corto elástico, el tipo de prenda que se pondría para entrenar un luchador adolescente: "Soy como un bebé gigante", dice del mono en un momento dado (En los pies lleva unas zapatillas New Balance y unos calcetines de deporte con bandas que compró hace poco en Japón y que llevan el lema "Are you city boy?" en los tobillos. Lleva el pelo recogido en dos trenzas francesas y luce unos pendientes dorados de sirenas que compró en Ibiza. Aunque es increíblemente guapa, el aura de Robbie es como la de un duendecillo un poco salvaje. Es fácil imaginarla saliendo de un circo ambulante.

Desde el primer momento se le nota cierto físico playero. Para esta entrevista, Robbie quería ir a patinar. Supuse que con eso quería decir que alquilaríamos unos patines en línea. Resulta que Robbie tiene los suyos y que pensó que yo también tendría… y no. Robbie se ofreció a prestarme su par, porque traía otro de los de cuatro ruedas (cuando más tarde me pongo sus patines, descubro que no tienen frenos. "Espera, ¿dónde están los frenos?", le pregunto. "Oooooooooooh", dice soltando una carcajada. "Se me olvidaba. Les quité los frenos porque no me gusta frenar").

Y teníamos plan. Después de desayunar iríamos a patinar al paseo marítimo y luego dando un paseo hasta la heladería favorita de Robbie, Salt & Straw. Me avisaron de que tenía que marcharse a las dos en punto de la tarde. El motivo, una reunión a las 3 de la tarde con el guionista de Cocaine Bear, Jimmy Warden, cuyo debut como director coproduce su compañía LuckyChap. Esa última combinación de detalles empieza a transmitir el ritmo que lleva la Margot Robbie real: aparecer con un surtido de patines sin freno y a las dos marcharse de un plumazo.

LA VIDA ES UN RODEO
Robbie no recuerda haber tenido una Barbie de niña: "Creo que yo no. Mi prima tenía un montón". Camisa y zapatos de Maison Margiela.

ODISEA ESPACIAL
"Fue literalmente un juego de imaginación", cuenta Gerwig sobre el proceso de guion de Barbie, que escribió con su pareja y socio, Noah Baumbach. Robbie lleva vestido de Proenza Schouler.

Entre bocado y bocado a la tostada de aguacate, queso Halloumi a la plancha y bacon a la australiana –"Que quede crujiente", le dice al camarero–, Robbie cuenta cómo se gestó Barbie a la velocidad del rayo. Hubo intentos anteriores de hacer una película de Barbie. Amy Schumer estuvo vinculada al proyecto en un momento dado. También Anne Hathaway. Esos proyectos no terminaron de despegar. Robbie siguió de cerca la situación. Como productora, vio un enorme potencial en obtener los derechos de Barbie. "Solo la palabra en sí se conoce más a nivel mundial que prácticamente cualquier otra cosa excepto quizá por Coca-Cola".

En 2018, Robbie intuyó que podía meter baza. Así que tuvo una reunión con el nuevo CEO de Mattel, Ynon Kreiz, en el Polo Lounge del Beverly Hills Hotel. La reunión fue para hablarle a Mattel de LuckyChap, la productora que dirige con su amiga Josey McNamara y su marido, Tom Ackerley. "Somos LuckyChap", reproduce su presentación. "Esta es nuestra empresa. Esto es lo que hacemos. Esto es lo que defendemos. Esta es la razón por la que deberíamos encargarnos nosotros de hacer la película de Barbie. Y así es como lo haríamos".

LuckyChap no tenía un concepto específico en mente, pero sí tenían clara una cosa: "Por supuesto, teníamos que honrar los 60 años de historia que tiene la marca", dice Robbie. "Pero hay que reconocer que hay mucha gente que no es precisamente fan de Barbie. Y de hecho, no solo les produce indiferencia. La odian activamente. No soportan a Barbie. Tenemos que encontrar la manera de recoger todo eso".

Hubo más reuniones importantes con Mattel y luego con Warner Bros hasta que LuckyChap llegó a un primer acuerdo. Finalmente, Robbie empezó a hablar con Greta Gerwig para que escribiese y dirigiese la película. "Tenía mucho miedo de que fuera un no", dice Robbie. “En aquel momento daba pánico abordar algo así. La gente me decía: ‘¿Que vas a hacer qué?’”. Pero Gerwig dijo sí, con la condición de que pudiera escribir el guion con su socio y pareja, Noah Baumbach. "Aquello me hizo tilín y me pareció muy prometedor", me cuenta Gerwig más tarde. “Fui yo quien le dije: ‘Lo vamos a hacer Noah y yo’” (según Baumbach: "Me dio la noticia cuando ya estábamos supuestamente en ello").

BAÑO DE SOL
Top de Marni, bragas de Norma Kamali; y gafas de sol de Bonnie Clyde.

LuckyChap quería que Gerwig y Baumbach tuvieran plena libertad creativa: “Al mismo tiempo – dice Robbie–, teníamos detrás a dos empresas gigantescas muy nerviosas, Warner Bros. y Mattel, en plan: ¿Cuál es el plan? ¿Qué van a hacer? ¿De qué va a tratar? ¿Qué va a decir? Tenían un trillón de preguntas". Al final, LuckyChap encontró la manera de fijar un acuerdo para que Gerwig y Baumbach pudieran escribir lo que quisieran, aunque, recuerda Robbie, "fue la hostia de difícil".

Gerwig y Baumbach disfrutaron de un trato especial: "Greta escribió un poema abstracto sobre Barbie. Y cuando digo 'abstracto', digo súper abstracto", añade Robbie (Gerwig se niega a leerme el poema, pero desvela que "se parece un poco al Credo de los Apóstoles"). Nadie, ni en LuckyChap ni en Mattel ni en Warner Bros, vio ni una página del guion hasta que estuvo terminado.

Cuando les pido a Gerwig y Baumbach que describan su proceso de escritura de Barbie, las palabras "abierto" y "libre" salen a menudo. De alguna manera, el proyecto estaba "abierto de par en par", me dice Gerwig. "Era una especie de camino abierto y libre que había que ir construyendo sobre la marcha", afirma Baumbach. En parte, tenía que ver con el hecho de que los personajes eran muñecos: "Cuando te poner a escribir es como si estuvieras jugando con muñecos, y en este caso, por supuesto, había una capa más, porque eran muñecos", dice Baumbach. “Fue literalmente como jugar con la imaginación”, dice Gerwig. El hecho de que el guion se escribiera durante el confinamiento también fue determinante, dice Baumbach: "Estábamos en plena pandemia, y todo el mundo tenía esa sensación de no saber cómo iba a ser el mundo. Eso también contribuyó. Esa sensación de: Bueno, vamos a ver qué pasa".

Robbie y Ackerley leyeron el guion de Barbie al mismo tiempo. Un chiste de la primera página les dejó boquiabiertos: "Nos miramos el uno al otro, con cara de pánico", recuerda Robbie, "En plan: ¡hostia puta!". Cuando Robbie terminó de leerlo, "creo que lo primero que le dije a Tom fue: ‘Esto es una genialidad. Es una pena que nunca vayamos a poder hacer esta película’" .

LuckyChap hizo la película, por supuesto, y es en gran medida la que Gerwig y Baumbach escribieron (por desgracia, el chiste de la primera página se quedó por el camino). Si has visto el tráiler que se estrenó en diciembre, ya has visto el comienzo de la película. Es una parodia de la secuencia de “El amanecer del hombre” de 2001: Una odisea del espacio. Pero en lugar de simios descubriendo herramientas en presencia de un monolito, hay niñas pequeñas destrozando sus muñecos de bebés ante una Barbie gigantesca. La Barbie de Robbie aparece con un traje de baño retro en blanco y negro y tacones altísimos. Se baja lentamente unas gafas de sol blancas y guiña un ojo.

Vi algo más de la película una mañana en los estudios de Warner Bros. Después de la parodia de Kubrick, nos adentramos en Barbieland, "una loca fantasía de preciosidad", como me dijo más adelante Sarah Greenwood, la escenógrafa de la película. Barbie se despierta en su Casa de Ensueño y comienza su Día Perfecto, acompañada de fondo por una canción original (no se me permite revelar quién la canta). El rosa lo inunda absolutamente todo: "Nunca había estado tan rodeada de rosa en mi vida", dice Greenwood. El mundo falso y saturado de color de Barbie conserva muchas de las peculiaridades y limitaciones físicas de la versión de juguete. Su entorno no es siempre tridimensional y la escala de todo está un poco distorsionada. Barbie es demasiado grande para su casa y su coche. Cuando se ducha, no hay agua. Sus pies descalzos permanecen arqueados.

HECHO A MEDIDA
La ambientación de la película es "una loca fantasía de preciosidad", dice la escenógrafa de Barbie, Sarah Greenwood. Robbie lleva vestido de Carolina Herrera; zapatos de Paris Texas; y pendientes de Chopard.

El bañador que lleva Robbie lleva en el Amanecer de la Mujer es una réplica del que lució la primera muñeca Barbie en 1959. En el transcurso del Día Perfecto, Barbie cambia de ropa constantemente. La evolución –de falda con cancán a estilismos disco– equivale a un estudio de la moda de Barbie a lo largo de las décadas, según nos aclara Jacqueline Durran, diseñadora de vestuario de la película (muy sabiamente, la selección no incluye los atuendos más retrógrados del pasado de Barbie, como el conjunto de la fiesta de pijamas de 1965, que venía con una pequeña báscula de baño ajustada a 110 libras y un libro titulado Cómo adelgazar que aconsejaba: "No comas").

"La clave de Barbie es que se viste siempre con un propósito determinado", me dice Durran. "Barbie no viste según el día, viste para lo que va a hacer". Esa tarea puede consistir en una actividad de ocio o una profesión. Una escena hace mofa del modo en que el universo Barbie parece difuminar estas distinciones: "Mi trabajo es solo playa", explica Ken.

A Ken lo encarna con aplomo Ryan Gosling, "la mejor versión de Ryan Gosling jamás vista en pantalla", en opinión de Robbie (para Gosling, "A decir verdad, Ken no ha estado nunca en mi lista de deseos. Pero, para ser justos, no tengo una lista de cosas que hacer antes de morir. Así que pensé que por qué no intentarlo"). En Barbieland, Ken es básicamente otro accesorio de moda. "Para Barbie todos los días son buenos", nos dice la voz en off de Helen Mirren. "Ken solo tiene un buen día si Barbie le mira". Mattel presentó el primer muñeco Ken en 1961, en respuesta a las cartas que pedían que Barbie tuviera novio: "Barbie se inventó primero", señala Gerwig. "Ken se inventó después de Barbie, para pulir la imagen y el lugar de Barbie a nuestros ojos y en el mundo. Ese mito de la creación es justo lo contrario al mito de la creación del Génesis".

Al igual que a Barbie se le otorgaron tetas grandes pero sin pezones, a Ken se le dio un sutil "bulto", como Mattel se refirió al tema en su momento. La peculiar anatomía parcial de ambos insinúa un mundo en el que las cosas de adultos se ocultan a la vista. En palabras de Gerwig: “Notas que hay algo más, y eso es parte de su encanto. No está muy claro cómo funciona aquello. Pero de ahí surge la intriga”. Esta vaga sensación de misterio queda plasmada en un cómico diálogo entre Ken y Barbie delante de la Casa de Ensueño: "He pensado quedarme a dormir esta noche", dice Ken. "¿Por qué?", pregunta Barbie. "Porque somos novios", dice Ken. "¿Para hacer qué?", pregunta Barbie. "En realidad, no estoy seguro", dice Ken.

LLAMADA URGENTE
"La clave de Barbie es que se viste con un propósito determinado", dice Jacqueline Durran, la diseñadora de vestuario de la película. Chaqueta, top, falda, cinturón, zapatos y medias, todo Saint Laurent por Anthony Vaccarello.

ALELUYA
Vestido de alta costura de Chanel; pulsera y anillo de Chanel Fine Jewelry.

Barbie fue haciendo amigos a lo largo de los años. Primero fue Midge, su mejor amiga de toda la vida, y años más tarde Christie, una de sus primeras amigas negras (Mattel no presentó una Barbie negra hasta 1980 y un documental que se estrena próximamente, Black Barbie, analiza este legado). Cuando Gerwig se dio una vuelta por Mattel, se enteró de que la inmensa mayoría de las muñecas de su línea Barbie se llaman Barbie: “Ahora todas las muñecas son Barbie. Todas son Barbie, y Barbie es todo el mundo. Filosóficamente, pensé: ‘Bueno, eso es interesante’”. Cuanto más pensaba en ello, más sugerente le resultaba esa multiplicidad de Barbies, "una idea expansiva del yo de la que todos podríamos aprender".

Durante el proceso de casting, Gerwig y Robbie buscaron la "energía Barbie", una cierta combinación inefable de belleza y exuberancia que concluyeron que encarna Gal Gadot. Para Robbie, “Gal Gadot desprende la energía de Barbie. Porque Gal Gadot es increíblemente bella, pero no la odias por serlo, porque es tan sincera y tan auténtica y tan amable con todo su ser que roza lo absurdo” (Gadot no estaba disponible para el papel). Encontraron sus Barbies en Issa Rae, Hari Nef, Emma Mackey, Dua Lipa, Sharon Rooney, Ana Cruz Kayne, Alexandra Shipp, Kate McKinnon, entre otras. (en esta colección, Rae es la Barbie Presidenta. Robbie es la Barbie Estereotípica).

CABEZA DE CARTEL
Detalle del vestido de alta costura de Chanel.

Antes de dar comienzo al rodaje en Londres, Gerwig organizó una fiesta de pijamas para todas las Barbies en el hotel Claridge. Los Kenes fueron invitados, pero no a quedarse a dormir (Gosling no pudo asistir, así que envió un telegrama cantado que entregó un señor mayor escocés con su falda de tartán y su gaita que les recitó la arenga de Braveheart). Una vez en marcha la producción, LuckyChap organizó proyecciones semanales en el Electric Cinema de Notting Hill. Cada domingo por la mañana, se invitaba al reparto y al equipo a ver una película que sirviera de referencia para Barbie. Lo llamaban "la iglesia de cine".

Gerwig sintió que Barbie tenía mucho que ver con los viejos musicales en Technicolor, así que vieron un montón de ellos, sobre todo Las zapatillas rojas y Los paraguas de Cherburgo: "Tienen un nivel altísimo de lo que nosotros llamamos artificio auténtico", desarrolla Gerwig. “Sale un cielo pintado en un plató. Es una ilusión, pero a la vez está ahí de verdad. El telón de fondo pintado está ahí de verdad. Ese artificio tangible es algo que nos atrapa una y otra vez”. Su director de fotografía, Rodrigo Prieto, con El lobo de Wall Street, Babel, Argo y Brokeback Mountain en su currículum, creo una plantilla de color especialmente para Barbie con esta idea en mente. Gerwig la llamó Techni-Barbie.

Todo protagonista debe emprender el viaje del héroe, y la Barbie Estereotípica no es una excepción. El primer atisbo de problemas surge durante un número de baile en grupo. De repente, se vuelve hacia las otras Barbies y pregunta: "¿Alguna vez pensáis en la muerte?". Más tarde se despierta y descubre que sus pies ya no están arqueados: "No sé a qué viene, pero mis talones tocan el suelo", dice. "Estás funcionando mal", le dice otra Barbie.

Al final, la Barbie Estereotípica se va al "mundo real". No sé por qué se ve envuelta en tal aventura porque solo me permitieron ver los primeros 20 minutos de la película y, con un pequeño salto, sus primeros instantes en el nuevo mundo. Lo que sí sé es que Ken va con ella. Si viste el verano pasado las imágenes de Robbie y Gosling patinando por el paseo marítimo de Venice Beach vestidos de neón de pies a cabeza –las fotos que desataron la tendencia #Barbiecore en TikTok y en las pasarelas–, ya has sido testigo del aterrizaje extraterrestre de Barbie y Ken.

Después de desayunar, Robbie y yo patinamos hasta el paseo marítimo. Como era de esperar, Robbie se maneja de maravilla con los patines. Se aficionó después de practicar mucho patinaje sobre hielo para Yo, Tonya, el biopic de LuckyChap sobre Tonya Harding, y por eso no le gustan los frenos. "No los tenía en los patines de hielo, así que me molestan".

WESTERN GIRL
Camisa de Maison Margiela; sombrero de Kelsey Randall; y cinturón de Kate Cate.

Pasamos por las localizaciones donde se rodaron las escenas del mundo real el año pasado, luego hacemos una pausa en el parque de roller dance y contemplamos un rato las piruetas de los bailarines. "Lo probé una vez", dice Robbie ante mi pregunta. "En Babylon, resultó que una de las extras era una patinadora muy guay de Instagram, y nos pusimos a hablar de patinaje. Le dije: '¿Quieres ir el fin de semana y enseñarme algunos trucos?' Y me dijo. ‘¡Sí claro!’. Así que fuimos y me enseñó a bailar sobre patines".

A lo largo del día, le pregunto de improviso cómo había conseguido dar con el personaje de Barbie. Más tarde, a través de las entrevistas con el resto del reparto, empiezo a comprender que, en una obra de conjunto de esta envergadura, ningún personaje existe sin la réplica de los demás. Como explica Ana Cruz Kayne, se trata de encontrar tu propio espacio dentro del grupo: "Un niño pequeño te preguntaría en Pascua: ¿qué hace que esta noche sea diferente a las demás? Pues igual: ¿qué es lo que diferencia a esta Barbie en comparación con las otras Barbies?".

Hari Nef decidió ella misma quién podría ser el dueño de la Barbie que interpreta: "Un coleccionista de muñecas", me cuenta. “Un hombre gay de unos 50 años que vive en un apartamento de alquiler municipal en el West Village”. Sacó la idea de su vestuario: “Me dieron los trajes más exagerados, más de moda y más locos. Y pensé: ‘Esta muñeca no es de un niño’”. Además, su Barbie parecía muy bien conservada: "Creo que cada semana invita a casa a sus dos o tres amigos, porque a lo mejor se siente un poco solo, y les enseña mi nuevo traje. Y suelo estar metida en mi caja".

Gosling se desentiende cuando le pregunto cómo encontró a su personaje –"Sería muy poco Ken por mi parte hablar de Ken"–, pero sí dice que Robbie le dio algún empujoncito: "Me dejaba un regalo rosa con un lazo rosa, de Barbie pata Ken, todos los días durante el rodaje. Todos tenían que ver con la playa. Como conchas de puka, o un cartel que decía 'Pray for surf', porque el trabajo de Ken es ‘solo playa’. Nunca he llegado a entender qué significaba eso. Pero sentí que ella intentaba ayudar a Ken a darle sentido a través de estos regalos que le hacía".

SOBRE RUEDAS
Top y bragas de Miu Miu; sujetador de Fleur du Mal, y patines de Larroudé.

La Barbie estereotipada era un hueso duro de roer. Por lo general, Robbie encuentra útil una técnica que llama "trabajo con animales". Tonya era un pit bull en la vida y un mustang sobre el hielo. Nellie, el personaje de Robbie en Babylon, era un pulpo y un tejón melero. Un pulpo porque son supervivientes, tienen muchas terminaciones nerviosas, son fluidos y cambian de aspecto. Un tejón porque tienen la espalda cuadrada y la piel gruesa. "Son unos animales muy locos", dice Robbie. "A un tejón de la miel puedes clavarle un machete y como si nada". Con Barbie, el trabajo con animales no servía. Robbie lo intentó con un flamenco, pero no llegó a ninguna parte. Llegó un momento en que lo estaba pasando realmente mal: “Le dije: ‘Greta, necesito trabajarme el personaje’. Y Greta me dijo: ‘Tengo un podcast muy bueno para ti’”. Gerwig le envió a Robbie un episodio de This American Life sobre una mujer sin capacidad de introspección. "¿Sabes esa voz que tenemos en la cabeza todo el tiempo?", dice Robbie. "Esta mujer no tiene esa voz en la cabeza".

Para resolver la cuestión de la sensualidad, Robbie tuvo que desmontarla primero: "Vale, es una muñeca. Es una muñeca de plástico. No tiene órganos. Si no tiene órganos, no tiene órganos reproductores. Si no tiene órganos reproductores, ¿sentiría deseo sexual? No, no creo que pudiera". Por lo tanto: “Está sexualizada. Pero nunca debería ser sexy”. Ergo: "Sí, puede ponerse una minifalda, pero porque es divertida y rosa. No porque quiera que le veas el culo".

Sobre el resto de Barbie sí que he podido averiguar algunos detalles. El arco argumental está parcialmente inspirado en un libro que Gerwig leyó cuando era niña, en el bestseller de 1994 Reviving Ophelia: "Mi madre sacaba libros de la biblioteca sobre crianza y luego me los leía yo", dice Gerwig. El libro describe un cambio brusco que se produce en las niñas estadounidenses cuando llegan a la adolescencia y empiezan a plegarse a las expectativas externas: "Son divertidas, descaradas y seguras de sí mismas, y luego de repente dejan de serlo", dice Gerwig. Este recuerdo surgió al principio de la escritura y a Gerwig le resultó "chocante" darse cuenta de que la historia tenía que ir por ahí: "¿No será que este periplo suyo es parecido a lo que siente una adolescente? Cuando de repente, piensa: ‘No soy lo bastante buena’".

VIVO EN LA CARRETERA
Vestido de Bottega Veneta.

La paleta cromática que opera en el mundo real, me confirma Prieto cuando hablamos, es completamente diferente. Techni-Barbie es solo para el mundo de Barbie. "Queríamos crear una apariencia que distinguiera a Barbie, a su mundo, en contraposición al mundo real", dice Prieto.

Además, la forma de hablar de Robbie también cambia. Lo menciona al describir la falta de acento de Barbie (la muñeca no debe parecer de ningún sitio en particular y por lo tanto adopta: "El Acento americano general. Se llama GenAm"). Al principio de la película, Barbie habla en un ton más agudo y “marca mucho lo que dice. No hay segundas intenciones. Más tarde, su voz baja y hace más pausas”.

Parece ser que los Kenes viven una revolución importante. Cuando le pregunto a Gerwig cómo definieron Robbie y ella la energía de Ken, no puede formular una respuesta sin reírse: “A los Kenes les pasan muchas cosas”, dice finalmente. "Al principio de la película, nadie tiene en cuenta a Ken. Nadie se preocupa por Ken. Ken no tiene casa. Ni coche. Ni trabajo. Ni ningún poder. Y eso va a ser insostenible".

Se introducen nuevos personajes en el mundo real. Uno es el director ejecutivo de Mattel, interpretado por Will Ferrell. Robbie describe a este personaje como: “Metepatas pero de manera inocente". Otro es Gloria, interpretada por America Ferrera. No está claro quién es Gloria, pero definitivamente no es una Barbie: "Creo que puedo decir que mi personaje tiene una conexión muy fuerte con Barbie", me dice Ferrera. En las fotos que se hicieron virales del rodaje en Venice, hay algunas de Robbie y Ferrera patinando juntas, cogidas de la mano. Robbie lleva un conjunto vaquero rosa.

LLÉVAME DONDE QUIERAS
Vestido de Marc Jacobs; zapatos de Christian Louboutin; y juego de maletas de SteamLine Luggage.

Cuando Robbie estaba en 12º curso, le hicieron rellenar un cuestionario sobre sus sueños y esperanzas de futuro. Hace poco lo encontró y lo mira en su móvil cuando le pregunto cómo empezó a actuar. Volvemos de Salt & Straw con cucuruchos de helado de salted caramel en la mano. Robbie imita la voz más aguda de su adolescencia: "Intereses: Salir con los amigos. Futuro trabajo ideal: actriz de Hollywood, directora de eventos, propietaria de un hotel". La combinación le hace reír: "Sí, soy una actriz de Hollywood pluriempleada, propietaria de un hotel y directora de eventos".

Una forma de seguir la pista al ascenso a la fama de Robbie desde aquellos días es a través de una serie de decisiones valientes que fue tomando. En su prueba para El lobo de Wall Street, se salió del guion y abofeteó a Leonardo DiCaprio. No conocía a Quentin Tarantino cuando le escribió para decirle que estaba deseando trabajar con él y no tardó en interpretar a Sharon Tate en Érase una vez en Hollywood. Cuando rodó cierta escena en Babylon, volvió a salirse del guión y besó a Brad Pitt. Tal vez Gosling lo exprese mejor: "Tiene ese tipo de intrepidez que solo se consigue cuando te crías, literalmente, nadando en aguas infestadas de tiburones".

Robbie tiene una larga lista de directores con los que le gustaría trabajar, como actriz y como productora, y va tachando cada vez más nombres. "Greta llevaba en esa lista mucho tiempo", confiesa. "Damien llevaba en esa lista mucho tiempo", dice, refiriéndose a Damien Chazelle, de Babylon. Recientemente, Robbie ha marcado otra casilla: Wes Anderson. Tiene un pequeño papel en Asteroid City. “PTA es una de las grandes que me quedan por marcar”, dice refiriéndose a Paul Thomas Anderson. "¿Lo sabe?", le pregunto. "Lo sabe", dice.

CORTO Y CON AZÚCAR
Vestido de Versace.

En su tiempo libre, Robbie suele consultar las webs de las compañías ferroviarias de todo el mundo: "Lo que más quiero en la vida es vivir en un tren", dice. El Orient Express era desde hace mucho un deseo por cumplir y lo cumplió junto a Ackerley el año pasado. Salieron de Londres en el British Pullman –Wes Anderson decoró uno de los vagones y Robbie quiso viajar en él– y luego tomaron el Orient Express toda la noche de París a Venecia. "Estuve viendo a bordo la versión de Sidney Lumet de Asesinato en el Orient Express, pues porque soy una friki y me dediqué a comprobar los escenarios de cada toma", dice Robbie. Por la mañana se despertaron en Suiza: “Literalmente te despiertas, abres la ventana y parece que estás en Sonrisas y lágrimas”.

Su reciente viaje a Japón fue en parte para montar en el Seven Stars, un tren de siete vagones que atraviesa la isla de Kyushu. También pasaron tiempo en Tokio y Kioto buscando restaurantes de nooddles sobre los que Robbie había leído en blogs gastronómicos. Hicieron cola durante tres horas y media en un local de Tokio solo para probar su udon carbonara, que sonaba a sacrilegio pero resultó ser "lo mejor que me ha pasado nunca": unos fideos gruesos y sedosos, acompañados de pimienta molida, un trozo de mantequilla, un montoncito de parmesano, un huevo crudo y cebolletas. "Y además tenían un trozo gigante de bacon en tempura que era como así de grande", cuenta entusiasmada con un gesto para indicar la magnitud. "Era como un sándwich de metro y medio del Subway" (antes de conseguir un papel importante en una telenovela australiana, Robbie trabajó en un Subway de Melbourne).

El interés de Robbie por la comida no se extiende a la cocina: "En nuestro grupo de amigos de Los Ángeles y de Londres, todos los chicos cocinan, les encanta cocinar y se les da muy bien; y ninguna de las chicas cocina, pero nos encanta beber y se nos da muy bien". A Robbie, cocinar le estresa. Se distrae con facilidad: “Le prendo fuego a todo. No es broma”. A estas alturas ya ha prendido fuego a tres jamones de Navidad. La última vez fue porque el jamón no estaba lo suficientemente crujiente. Resulta que Ackerley tiene un montón de gadgets de cocina, incluido un soplete. "Así que me dije: ‘Genial, voy a darle con el soplete’", cuenta Robbie. “No sé cómo pero incluso acabé rompiéndolo. Se me cayó toda la parte de arriba. El líquido del mechero me cayó en la mano. Todo el mundo se puso a gritar. Lo raro es que no me hice nada. Se incendió todo y yo hice así", se frota una mano con la otra, haciendo la mímica de cómo apagó el fuego. "Fue como un truco de magia".

Veo a Robbie una vez más un par de semanas después, en la grabación de un vídeo para una campaña de belleza de Chanel (en su papel de embajadora de la marca). El rodaje tiene lugar en un estudio de East Hollywood. El equipo de Robbie está reunido alrededor de un gran monitor que muestra las imágenes que se están rodando en otra sala. La Robbie que aparece en pantalla parece estar en una sala de cine. Lleva gafas de sol de Chanel negras y pintalabios rojo, y su cara ocupa la mayor parte del encuadre. Parece que estamos viendo a Robbie viendo una película. La luz de la película imaginaria le ilumina la cara.

LA VIDA MEJOR
Vestido de Christopher John Rogers; y Zapatos Miu Miu.

Cuando la sesión se interrumpe para comer, me reúno con Robbie en su camerino. Lleva una blusa negra de gasa con lunares, pantalones a juego y botines negros de charol. Estoy tan inmersa en el mundo Barbie que lo único que puedo pensar cuando la veo es “Barbie Chanel”. "Menudo cambio", le digo mientras nos sentamos. "Es una versión muy diferente de mí", responde ella. El concepto de la campaña es abstracto, dice Robbie, cuando le pregunto por él. "Es algo así como: Estoy en un coche. Estoy en un club. Estoy en una habitación. ¿Es un hotel? No lo sé. Estoy en un teatro. Estoy viendo lo que filmamos. Y ahora, vuelvo a pintarme los labios".

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