El día que nació otro MARADONA: cómo fue su primer encuentro ...

28 Jul 2023
A 36 años del nacimiento de un nuevo Maradona: el día que conoció a Fidel Castro

El 28 de julio de 1987, Diego se reunió por primera vez con el líder de la revolución cubana, un encuentro que cautivó al ídolo y despertaría su costado más político e ideológico. Hasta entonces era un fenomenal deportista que sólo hablaba de fútbol.

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Foto TyC Sports

Andrés Burgo 28/07/2023 08:04 am

“Nació dos veces: sus padres la engendraron y ella, después, se inventó a sí misma”, dijo un mexicano célebre, Octavio Paz, Nobel de Literatura, sobre otra compatriota famosa, la actriz María Félix. También en México, Diego Maradona comenzó su segunda vida el 22 de junio de 1986, cuando sus dos goles más célebres a Inglaterra lo convirtieron en una estampita patriótica. Su vida, sin embargo, sería tan amplia e inabarcable que es posible decir que Diego nació tres veces y que, según esa teoría, su tercer alumbramiento fue hoy hace 36 años, el 28 de julio de 1987, cuando nació el Maradona político: ese día conoció a Fidel Castro en Cuba.

Si hasta entonces había sido un deportista que, al menos públicamente, sólo hablaba de fútbol, esa reunión en el Palacio de la Revolución de la Habana marcó su nueva faceta fuera de los campos de juego, el primer paso hacia un perfil más ideológico, de izquierda, que derivaría –entre tantos otros ejemplos- en sus futuros tatuajes del propio Castro en una pantorrilla y del Che Guevara en un antebrazo o en su amistad con el presidente venezolano Hugo Chávez.

Siempre bajo los focos, Diego se formó políticamente mientras era jugador, aunque sus años iniciales en Primera División coincidieron con la etapa más negra del país: la dictadura. A mediados de 1983, en un regreso temporal al país mientras era futbolista del Barcelona, se reunió con cuatro candidatos presidenciales de distintos partidos políticos para decidir a quién le daría su voto en las primeras elecciones de una generación: Raúl Alfonsín (de la Unión Cívica Radical, luego ganador), Rogelio Frigerio (del Mid, el Movimiento de Integración y Desarrollo) y los dos precandidatos originales del Justicialismo, Ítalo Luder y Antonio Cafiero. Finalmente no votaría porque el domingo del sufragio, el 30 de octubre, estaría internado en una clínica de Barcelona a la espera del alta médica: el fin de semana anterior había recibido la infausta patada de Andoni Goikotexea, defensor del Athletic de Bilbao, que le fracturó el tobillo izquierdo.

La primera reunión de Maradona con Fidel Castro, realizada dos semanas después de la amarga Copa América 1987 para la selección campeona del mundo –terminó tercera, como local-, fue contada en detalle por el periodista y abogado especialista en Derechos Humanos Pablo Llonto en el libro “Rey de Fiorito” (Ediciones Carrascosa, 2021). “Para diciembre de 1986, en la agencia cubana de noticias Prensa Latina maduraba un debate poco imaginable años atrás. La agencia entregaba cada fin de año el premio al mejor deportista y, en general, su historial marcaba que los distinguidos debían ser deportistas amateurs. Pero en 1986 un apellido lograba diferencias siderales. Y era superprofesional: Maradona. Prensa Latina debía invitarlo a un viaje a La Habana para recibir el premio. El encargado en la Argentina de lograr el objetivo era el periodista de La Razón y amigo de los compañeros de Prensa Latina Deportes, Carlos Bonelli, a la fecha, mi compadre. No era fácil para Carlos convencer a Diego”, publicó Llonto.

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Foto TyC Sports

Es cierto que los años en Italia habían acelerado ciertas impresiones políticas de Maradona sobre el Che Guevara (“en alguna movilización de trabajadores vio cómo desplegaban banderas del Che y eso lo hizo sentirse orgulloso de ser argentino”, escribió Llonto), pero aquel Maradona de 1987 todavía no hablaba de ideologías. “No quiero que me usen después políticamente”, fue su primera respuesta a Bonelli, que entonces decidió acudir a Llonto -que tenía una relación cercana con Maradona desde que jugaba en Argentinos Juniors- para que intercediera. Fue así que en junio de 1987, cuando Diego había llegado al país para la Copa América, los tres se reunieron en el departamento de Núñez en el que vivía Maradona.

“Diego, Bonelli y yo iniciamos una charla que arrancó por la negativa furiosa y terminó de una manera increíble. ‘Está bien, voy… pero con una condición: son siete pasajes. Voy a ir con siete mujeres’. Una mirada helada entre Carlos y yo confirmaba que volvíamos a punto muerto. Sin hablarnos sabíamos que no era posible que Cuba admitiera semejante despropósito de lujuria. Pero Diego estaba en tono burla y, un rato después, riéndose, volvió a la sala y largó la explicación: ‘Sí, vamos a ir con Dalma (entonces una bebé de pocos meses), la Claudia (su esposa), Doña Tota (su madre), la mamá de Claudia (Pochi) y tres de mis hermanas’”, agregó Llonto.

Finalmente, a finales de julio, Maradona y su familia, más Fernando Signorini, su preparador físico, viajaron a Cuba. Los días previos al encuentro fueron relatados por el propio Signorini en su libro “Diego desde adentro” (Planeta, 2021): “Aterrizamos en La Habana, donde nos esperaba una comitiva que nos trasladó hasta Varadero, una ciudad balnearia que queda a dos horas desde la capital. Las jornadas fueron pasando, espléndidas, pero de Fidel Castro ni noticias. El día anterior a nuestro retorno a Buenos Aires, cuando ya casi estábamos convencidos de que sólo cumpliríamos la mitad del sueño, se presentó en la casa un emisario del gobierno que nos anunció: ‘Señor Maradona, en una hora debemos salir hacia La Habana. El Comandante lo espera’. Nos transportaron a una casa en La Habana. Habremos llegado al mediodía y a las siete de la tarde nos llamaron para decirnos que a las nueve teníamos que estar en la Casa de la Revolución para nuestra entrevista con Fidel. Poco antes de la medianoche, la imponente figura de Fidel nos recibió adornada por una cálida sonrisa. Por más de cinco horas, quedamos cautivados por la avasallante personalidad del líder cubano”, escribió Signorini.

Por supuesto, también Maradona hizo referencia a ese encuentro en su biografía, “Yo soy el Diego de la gente” (Planeta, 2000): “Tuve la oportunidad de conocer a muchas celebridades, pero el que más me impresionó fue Fidel Castro. El primer encuentro fue el martes 28 de julio de 1987, casi a la medianoche. Nos recibió en su propio despacho, justo enfrente a la Plaza de la Revolución. Yo estaba tan nervioso que no me salían las palabras”.

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Foto TyC Sports

Los libros de Maradona y de Signorini relatan cómo Fidel Castro le preguntó al vigente campeón del mundo en México 1986 su secreto para patear penales. Entre el grupo de argentinos y el líder cubano comieron ostras, tomaron cerveza y hablaron de todo, desde transferencia de óvulos de animales hasta comida: doña Tota, la mamá del futbolista, le explicó cómo amasaba los ravioles. La confianza era tanta que Maradona le preguntó a Fidel si había pensado en cortarse la barba alguna vez.

-Una sola vez, chico, una sola vez. Pero por suerte me di cuenta del error que iba a cometer, compañero. Mi barba ya es un símbolo para muchos-, respondió Fidel, que le preguntó si le gustaba Nápoles, donde Diego vivía y jugaba desde 1984.

-No sé… Parece una broma pero después de tres años de estar allá, todavía no conozco la ciudad, -respondió Maradona.

-Oye, compañero, ¿cómo es eso?

-Es que no me dejan salir, comandante. Los napolitanos son así. Tengo que cambiar el número del teléfono cada quince días porque no podemos dormir por los llamados. No sé, yo soy para ellos como un semidiós. Me comparan con San Genaro. Se lo digo con toda humildad.

-Ya lo sé, chico, ya lo sé. ¿Y tú qué vas a hacer con todo esto?

-Aguantar. ¿Qué otra cosa me queda? Son así, increíbles.

Ya sobre el final del encuentro, cuando estaba a punto de amanecer, llegó el intercambio de regalos: Diego le entregó una camiseta de la selección –del modelo utilizado en México 1986- y tomó aire para pedirle a Fidel su mítica gorra verde oliva. El cubano no dudó en dársela pero antes se la firmó. Según recordó Signorini, Diego dijo: “Esta no me la saco más. Voy a ir a todos lados y me la dejo en la concentración hasta el momento de entrar a la cancha. No me la pongo para jugar porque es antirreglamentario. Que si no...”.

Maradona salió cautivado de la reunión. “(Fidel) es sabio y modesto, los cubanos tienen un hombre que es un fenómeno, cuando lo vi me pareció tocar el cielo con las manos. En este país no hay chicos descalzos”, dijo. “Yo tenía la sensación que había estado con una enciclopedia. Es una bestia que sabe de todo y tiene una convicción que te permite entender, viéndolo nomás, como hizo lo que hizo con diez soldados y tres fusiles”, agregaría más tarde.

El despertar político del futbolístico sería cuestión de meses por más que casi enseguida, para las elecciones legislativas de 1987 en Argentina, todavía mostró distancia cuando le preguntaron si los deportistas debían decir públicamente a quiénes votarían. “Yo no me prestaría. A mí la gente me quiere porque hago una gambeta o juego bien al fútbol. Ese cariño, entonces, no lo puedo aprovechar para engañar a la gente. Digo así porque todo podría terminar en un engaño. Para evitar esa situación prefiero no participar en campañas políticas”, respondió, aséptico, en septiembre de 1987.

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Foto TyC Sports

Pero en poco tiempo llegaría el Diego más político. Con sus contradicciones a cuestas, sí, pero siempre “fidelista”. Su segundo encuentro, también en familia y en La Habana, sería para Navidad y Año Nuevo en 1994, cuando Diego estaba suspendido por el doping positivo en el Mundial de Estados Unidos. La relación se intensificó en los peores momentos del ídolo, primero en 2000 –a los pocos días después de que casi muriera en Punta del Este- y luego en 2004, cuando Maradona estuvo en el centro de salud La Pradera y en el Centro de Salud Mental para luchar contra su adicción a las drogas. Incluso ya recuperado, en 2005, Diego le haría una entrevista para su programa, La Noche del Diez. Desde aquel encuentro inicial de hoy hace 36 años, Maradona dejó varias frases sobre el líder cubano:

-A Fidel lo invité porque quería tener un pedazo de la historia en mi casamiento (1989, aunque finalmente no asistió a su boda en el Luna Park).

-Daría la vida por Fidel Castro (1995).

-Fidel me regala claridad (1996).

-Tengo el orgullo de ser amigo de Fidel, que es el más grande de la historia viviente. No soy comunista, soy fidelista a morir (2000).

-Fidel tiene las pelotas bien puestas (2001).

-En Argentina, el que no tiene plata se muere. En Cuba, no (2001).

-Si Fidel Castro viene a mi partido homenaje, sería como ir a patear penales con Dios (2001, aunque tampoco asistió a La Bombonera).

-El Comandante quiere aprender de fútbol. El otro día le expliqué la ley del offside (2001).

-Fidel Castro habla mucho de política conmigo y me dice que a la Argentina la ve en un pozo (2004).

Cuando Fidel Castro murió, el 25 de noviembre de 2016, Maradona viajó a Cuba y escribió en sus redes sociales: “Murió mi amigo, mi confidente, el que me aconsejó, el que me llamaba a cualquier hora, para hablar de política, de fútbol, de béisbol. El que me dijo que cuando se iba Clinton, el que venía era peor, Bush”. Tenían una conexión tan especial que Maradona murió el mismo día de cuatro años después, el 25 de noviembre de 2020.

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