Reaves se entromete en el asunto entre LeBron y Curry y los Lakers ...
Con LeBron James casi preparando para celebrar, listo el titular de su victoria contra su compañero pero archienemigo generacional Stephen Curry que tanto le ha quitado pues los Lakers andaban 107-111 arriba con 22 segundos por jugar, Curry ejerció de ese incordio que siempre acababa cuestionando y frustrando a The King una vez tras otra, destinado a ello desde el momento en el que nacieron en el mismo hospital. El ’30’ clavaba un triple ante sus narices, arrinconado y desequilibrado a continuación (110-111) y el inmisericorde tirador de los Warriors empataba a falta de 6 segundos (113-113) tras tiempo muerto en una de esas jugadas en la que todo el mundo saber que va a pasar pero es inevitable. La lógica era que LeBron, 31 puntos por los 38 de su coetáneo, tuviera la última palabra pero no fue él sino Austin Reaves, tan corriente en apariencia, el que se entrometiera en el asunto y empaquetara el triunfo rumbo a Los Ángeles por Navidad (113-115).
Tampoco era lógico que Reaves, ese chico flacucho que creció en medio de la nada en una granja en Arkansas en el que no creía nadie y que no fue drafteado, llegara a la NBA y ni mucho menos a unos Lakers en los que LeBron le adivinó algo especial. Favorito de The King, Austin Reaves ejerció de perfecto escudero del ’23’ con un triple-doble de 26 puntos, 10 rebotes y 10 asistencias. Esos que tanto hablan de cuán completo es un jugador como Reaves, aunque en una escala inferior un LeBron a su manera entre versatilidad, ética de trabajo y agallas. Toda una inspiración para aquellos que no son tan talentosos.
La firma final del alero, que bien podría ser el protagonista de un cuento navideño de moraleja, fue la sorpresa en la tarde-noche de Navidad en una Bahía deleitada por una emotiva y emocionante cita más entre LeBron James y Stephen Curry, quién sabe si la última de Navidad si el '23' no activa su opción de jugador para el año que viene. Una cita que hasta dejó en anecdótica la lesión de tobillo y retirada de Anthony Davis tras 7 minutos y 0 puntos. La estrella de los Lakers desglosó sus 31 puntos en un 12/22 en tiros de campo y un 2/4 en triples, mientras que la de los Warriors llegó a esos 38 tantos con un 14/24 en tiros y un fabuloso 8/15 desde el perímetro. En un partido ajustado, los de púrpura y oro sufrieron para ganar un choque que controlaban 94-104 a falta de tres minutos para el final.
Aunque Curry le ha quitado mucho a LeBron una vez tras otra cifrándose esas pérdidas de The King ante el Chef en los tres anillos que el mejor tirador de siempre le arrebató en 2015, 2017 y 2018, su duradera rivalidad sólo puede y debe ser vista en el fondo como una sociedad que ha hecho las delicias de multitud de fans no sólo por esos duelos en sí sino por su magna contribución a la evolución y transformación del juego.
LeBron James, el Rey y máximo anotador de la historia de la NBA, desde esa naturaleza de jugador total que todo lo hace y bien con sus 2,06 responsable en parte de ese baloncesto que camina hacia un juego sin posiciones. Stephen Curry, señor de los triples y máximo triplista de todos los tiempos, desde su osadía y manía por disparar desde cualquier rincón -por inhóspito e insospechado que sea-, que ha fomentado una expansión de los triples que continua, cada vez más jugadores que tiran y más tiros desde el perímetro.
Tras haberlo ganado todo ya, juntarse para la causa de recuperar el honor del Team USA con el oro olímpico en París, y con tales edades -LeBron cumple 40 años el lunes y Curry 37 en marzo-, si ambos siguen e hicieron lo que hicieron anoche es simplemente por amor al baloncesto. Dirán que también para ganar, aunque sabe en el fondo el ’23’ que estos Lakers no están para anillo e ídem con Curry en el caso de los Warriors.
De hecho, y aparte de su eterna juventud y la motivación por ganar al otro, si ambos tomaron el control absoluto de sus equipos en los últimos minutos tomando la responsabilidad de subir al balón es por las deficiencias de sus plantillas. Los Lakers están faltos de un base de nivel que no es ni un Gabe Vincent con unos pírricos 5 puntos en 29 minutos ni un D’Angelo Russell ayer lesionado y similar en el caso de los Warriors, huérfanos de un director de juego que permita a Stephen Curry sólo centrarse en tirar y moverse sin balón.
A falta de traer otra estrella, ese base que le haga la vida más fácil a Curry es Dennis Schröder pero el impacto y la adaptación del MVP del Mundial y pupilo de Jordi Fernández en los Nets están todavía por ver. El alemán aportó 11 puntos desde el banquillo en 28 minutos pero con un 3/10 en tiros y sin acabar de imponerse nunca en el juego.
Sin que Buddy Hield acabe de ser ese sustituto de garantías de Klay Thompson -sólo 5 puntos anoche-, el juego de los Warriors pasa a depender en exceso del uno contra uno de Jonathan Kuminga cuando se trata de buscar alternativas al margen de Stephen Curry. En medio de sus peleas con Steve Kerr, el congoleño es intermitente y sus carencias en el tiro no juegan a su favor, 11 puntos ante los de púrpura y oro con un 4/10 en tiros y un 0/4 en triples. Andre Wiggins aportó 21 puntos y 12 rebotes y 3 tantos, 10 rebotes y 6 pases de canasta un Draymond Green que no se queda conforme si no deja siempre alguna escena de lucha libre.
Sin un Davis al que JJ Redick ha convertido en el centro de operaciones de su juego, la ofensiva de los Lakers tampoco se distinguió por su creatividad y originalidad, poniendo el peso en todo lo que pudiera generar LeBron a partir de sus penetraciones en aclarados, el pick and roll con Reaves y los mismatch de Rui Hachimura, con 18 puntos mientras que un Max Christie al alza aportó 16.
Pero, entre los secundarios, Austin Reaves emergió con tal fuerza hasta el punto de convertirse en estrella. Los partidos de Navidad son los que cautivan el ojo de los niños pero no sólo los LeBron James y Stephen Curry son los que inspiran sino también los corrientes currantes como Austin Reaves. Los menos talentosos también tienen el derecho a soñar.
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