Boca dio una muestra de carácter antes de la Supercopa: con uno ...
El equipo de Ibarra lo ganaba por Langoni, pero en un minuto fatal el Fortín se lo empató de penal y sufrió la expulsión de Equi Fernández. Nicolás Figal, sobre la hora, puso el 2-1 definitivo. El miércoles va por otro título ante Patronato de Paraná.
Nadie juega lindo, dice Román. Boca tampoco. Lejos está de brillar en la noche de Liniers. Sin embargo, tiene un plus. No se desespera. Ni siquiera con un hombre menos. Entonces, hace oídos sordos. Y sigue. Y suma. Con oportunismo y jerarquía. A fin de cuentas, pateó tres veces al arco de Leonardo Burián y marcó dos goles. Y llega entonado a la final del miércoles, frente a Patronato, por la Supercopa Argentina.
Vélez, que ostentó sus trofeos desde la tribuna y la pelota sobre el césped (65% de posesión), terminó silbado por sus hinchas, que insultaron a la Comisión Directiva y a Alexander Medina. Tiene jugadores técnicos, especialmente el chico Elías Cabrera, que anoche cumplió 20 años. Sin embargo, no tiene peso en el área y sufre atrás. Los goles xeneizes llegaron por dos errores no forzados, con el experimentado Diego Godín como protagonista.
Vélez mostró su bandera con orgullo, decorada con la Copa Libertadores y la Intercontinental que supo conquistar en los gloriosos noventa. Y en el campo de juego, pareció dispuesto a hacer pesar su historia. En el arranque, dos veces estuvo a punto de gritar gol. Sin embargo, Sergio Romero mostró su vigencia con dos tapadas bárbaras. Primero, para bloquear un tiro cruzado de Abel Osorio. Y en el rebote, para manotear por encima del travesaño un remate de media distancia de José Florentín.
Sí, Vélez era dominador a partir del buen manejo de sus volantes. Sobre todo, el chico Cabrera. Salida limpia con los centrales o Juan Ignacio Méndez como primer pase, profundización por la izquierda con el tándem Francisco Ortega-Lucas Janson o alguna proyección de Tomás Guidara por la derecha o la diagonal de Santiago Castro. Inquietante con Osorio. Así se insinuaba el equipo de Medina, al menos en los primeros veinte minutos.
Enfrente Boca no parecía agobiado. Y aunque pudo elaborar muy poco desde el juego colectivo, muy a pesar de las presencias de los Fernández, Equi y Pol, Oscar Romero y Martín Payero en el rol de enganche, está claro que le sobra calidad individual. Y cuando no fluye el funcionamiento grupal, aparecen sus nombres.
Miguel Merentiel es uno de esos delanteros con instinto de cazador. Si no lo alimentan los volantes, algo que fue casi constante durante la primera etapa, sale a buscar la presa. Ya había exhibido su ferocidad con un zurdazo de media distancia, tras una pérdida de Méndez. Y aprovechó un error de Ortega, que dejó corto un pase atrás para capturar la pelota y asistir a Luca Langoni. El pibe definió bárbaro, lejos del alcance de los uruguayos Godín y Burián.
Le bastó una situación clara, la única de los primeros cuarenta y cinco minutos, para ponerse en ventaja. Y en el final de ese período, Yael Falcón Pérez debió expulsar a Florentín, que ya estaba amonestado por una infracción sobre Payero cuando barrió de atrás a Langoni. El árbitro se llevó la mano al bolsillo, pero se arrepintió.} Esa etapa inicial que había comenzado con Chiquito en apuros terminó con un tiro libre del otro Romero que Burián mandó al córner. Pero el arranque del segundo tiempo fue muy parecido al inicio del partido. Con cambios que obedecieron a las amarillas de Florentín y Sandez. Vélez con la pelota, Boca de contragolpe. Por eso no llamó la atención el ingreso de Sebastián Villa por Payero, que había flotado como enganche. Del 4-3-1-2, Ibarra pasó al 4-3-3 con el “10” paraguayo más suelto.
Sin embargo, no lastimaba Vélez. Hasta que Equi Fernández tuvo cinco minutos fatales. Primero, porque puso la mano en un tiro libre de Cabrera que derivó en el penal que Janson canjeó por el empate. Después, por un pisotón sobre Castro que ameritó la tarjeta roja.
Daba la sensación de que Vélez se podía llevar puesto a su ilustre rival. Pero los cambios del Cacique no funcionaron. Ni Julián Fernández ni Lucas Pratto -entró muy tarde- ni el juvenil Prestianni. Boca, con el ingreso de Cristian Medina, equilibró el medio. El propio mediocampista forzó un córner. Llegó el envío de Villa, un rebote en Castro y la aparición de Nicolás Figal en el segundo palo. Para ganar, otra vez. Muy a pesar del qué dirán.