Los fallos de terceros 'salvan' al Sporting

8 May 2023
Sporting

El Sporting llegará tranquilo al derbi y, aparentemente, al tramo final de temporada, pero no gracias a sus propios méritos sino a los fallos de otros. El equipo gijonés tiene la permanencia a tiro gracias a dos circunstancias: el penalti detenido por el portero del Huesca al delantero del Málaga Rubén Castro hace ocho días y a los dos goles del delantero de la Ponferradina Yuri ayer mismo al equipo andaluz, condenado virtualmente al descenso de categoría. El resultado de los andaluces arregló el panorama para un Sporting que parecía volver a complicarse la vida al perder en Villarreal, pero que vio aliviada su situación un par de horas después gracias a la derrota de su más inmediato perseguidor. A pesar de estar protagonizando una de las peores temporadas de su historia (quinto por la cola en Segunda División a tres jornadas para el final del campeonato), los deberes están casi hechos. Aunque menores, al equipo gijonés le quedan tres objetivos: sumar algún punto más para garantizar la salvación (por si al Málaga le da por ganarlo todo), intentar escalar algún puesto en la clasificación para que el desastre y sus consecuencias no sean tan enormes y tratar de compensar a su sufrida afición con una victoria en el derbi del sábado.

El partido del domingo deja una nueva dosis de frustración en el sportinguismo, pero también de indignación y perplejidad. Hace tiempo que cualquier aficionado de a pie se ha perdido a la hora de intentar entender los criterios arbitrales (ni siquiera los expertos alcanzan a ello). Las decisiones de Guzmán Mansilla y del VAR condicionaron totalmente el desarrollo de un partido que constituía una final para el Sporting. El penalti que abrió el marcador para el Villarreal B fue, posiblemente, la decisión más entendible del encuentro. Menos comprensibles fueron la segunda amarilla a Marsà (que, en todo caso, no aprende de los errores, asumiendo riesgos), una expulsión perdonada al Villarreal B o un penalti no señalado por mano en el área de Tasende. Para rizar el rizo, el gol de Djuka que no subió al marcador por otro error arbitral, ya que el balón no había sobrepasado la línea de fondo antes del centro. Pero contra una realidad indiscutible, el mensaje sincero de Bruno González: "Esto es fútbol profesional. No podemos cometer los errores que cometemos. Tenemos que dejarnos de buscar culpables fuera; culpables somos nosotros".

Claramente perjudicado en el último mes de competición, el Sporting no puede decir que esté en la triste situación clasificatoria por los arbitrajes. El equipo sigue sin ofrecer un juego solvente, con solo un paréntesis de verdadera competitividad durante cuatro semanas que permitió al equipo tomar aire y alejarse de la quema. La plantilla sigue mostrando sus carencias. La delantera es un buen ejemplo: siendo el peor año de Djuka desde su llegada, el Sporting le sigue necesitando como agua de mayo, porque lo demás es la nada absoluta (el partido de Jeraldino en La Cerámica es para sacar los colores a cualquiera). Y mientras Ramírez sigue tomando decisiones controvertidas: extremos que juegan en punta, delanteros que actúan como volantes, el empecinamiento en la defensa con tres centrales, muchas veces independientemente del marcador.

A este equipo, protagonista de un proyecto fallido, incapaz de darle casi nada a la afición, le queda una prueba de vergüenza torera: el derbi del sábado. Aunque la permanencia esté virtualmente resuelta, un partido así marca a jugadores y técnicos. Dicen que entienden el valor del partido contra el Oviedo; el sábado se comprobará si son capaces de demostrarlo.

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