Dos grandes ganadores y un gran interrogante: qué puede pasar en ...

3 día atrás
Siria

TÚNEZ.- “Estoy contenta. Mañana, ya veremos. Pero ahora hay que celebrarlo”, el comentario, de una periodista de origen sirio residente en España, expresa el sentir de buena parte del pueblo sirio. Se palpa, sobre todo entre la diáspora siria, una mezcla de esperanza y recelo. Y es que la incertidumbre sobre hacia dónde va el país es absoluta.

Nadie, ni tan siquiera las triunfantes milicias rebeldes que hace diez días lanzaron su ofensiva sobre Alepo, se podía imaginar que, después de más de cinco décadas de férreo control de Siria, el régimen del clan de los Al-Assad caería como un castillo de naipes en cuestión de días. Por lo tanto, nadie puede saber qué sucederá en los próximos meses. Todos los escenarios, desde una transición más o menos ordenada a la caída en el caos o la guerra civil son posibles.

Los diferentes actores de peso en la escena política siria, y son muchos, se han visto obligados a rehacer sus expectativas y estrategias de forma acelerada. La sensación es que todos están improvisando. No obstante, ante tanta confusión, sí que existe alguna certeza que ofrece pistas del porvenir. Por ejemplo, es evidente quiénes son los ganadores del nuevo tiempo político que ahora se abre: Turquía y el islamismo sirio.

Recep Tayyip ErdoganBurhan Ozbilici - AP

La apuesta del presidente turco, Recep Tayip Erdogan, de ocupar una franja del norte de Siria y sostener a los rebeldes sirios se ha demostrado una provechosa inversión. Turquía, reforzada después de dos décadas de desarrollo vertiginoso, se siente con el derecho de proyectarse en la región que el Imperio Otomano dominó durante siglos. Erdogan resentía el hecho de que Siria se hubiera convertido en una especie de condominio ruso-iraní, dos países que ni tan siquiera poseen una frontera común con el país levantino. Ahora, Turquía se ha convertido en el actor exterior más influyente.

Dos son los principales intereses de Ankara para la nueva Siria. En primer lugar, el libre retorno de los cerca de tres millones de refugiados que se alojan en sus fronteras, y que se habían convertido en el chivo expiatorio de una parte de la sociedad turca ante sus problemas económicos. En segundo, evitar la creación de un entidad kurda autónoma en la frontera común que pueda ser utilizada como retaguardia por el PKK, el partido nacionalista kurdo que ha sostenido una insurgencia en la península de Anatolia durante más de 40 años.

Abu Mohamed al-Golani, el líder del grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS)Fatah al-Sham Front

Las intenciones del otro ganador, el islamismo sirio, no están tan claras. Para empezar, más que un actor, es un movimiento plural formado por más de una decena de partidos y milicias. Sin duda, el más fuerte es Hayat Tahrir al-Sham (HTS), el partido nacido de la refundación de la filial siria de Al-Qaeda, pues es la milicia más poderosa. Pero no es el único. Habrá que ver qué papel, por ejemplo, juegan los Hermanos Musulmanes, más influyentes entre la oposición exterior.

De momento, HTS ha demostrado una astucia política y una templanza sorprendentes. Si ha podido tomar muchos pueblos y ciudades sin apenas combatir se debe a que ha negociado de forma inteligente con milicias y tribus locales. Durante la fase más violenta de la guerra, muchas cancillerías, empezando por la estadounidense bajo Barack Obama, temían que si una milicia islamista se amparaba del país, lo primero en hacer sería ajustar cuentas con las minorías cristiana y chií, además de las principales figuras del régimen.

En cambio, de momento, no ha habido venganza. Las imágenes del primer ministro protegido por barbudos combatientes asegurando que continúa al frente del país para liderar la transición quizás sea la señal más esperanzadora sobre el futuro de Siria. El líder de HTS, el carismático Mohamed al-Golani, parece haber comprendido las lecciones de la guerra civil. Entonces, el gobierno rigorista y brutal de algunas milicias islamistas, incluido el Estado Islámico, les alienó de buena parte del pueblo sirio, y precipitó su caída. Al final, durante años, quedaron confinados a la provincia de Idlib, lugar desde donde lanzaron su decisiva ofensiva.

Siria es un país plural, y no parece probable que ninguna facción pueda imponer completamente su voluntad sobre el resto, ni tan siquiera, la más poderosa en el terreno militar, HTS. Antes de la guerra, la comunidad musulmana sunita representaba poco más del 60% de la población, pero en su seno, había una importante fracción laica. No todos son islamistas. De hecho, la segunda milicia más importante, el Ejército Libre Sirio, no es islamista. Además, Siria cuenta con importantes minorías hostiles al proyecto islamista: cristianos, kurdos, alauitas (chiitas), la comunidad de Al-Assad, o los drusos.

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