Tres intelectuales recuerdan a Sarlo, desde la literatura como ...

3 hora atrás
Adrián Gorelik, Andrea Giunta y Laura Estrin, tres figuras del pensamiento argentino contemporáneo.

La muerte de Beatriz Sarlo -crítica literaria pero también analista cultural y política- conmovió al ambiente intelectual argentino, que la despide de muchas maneras. Aquí, tres profesores hablan de su influencia y de las ideas que la hicieron quien fue.

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No tenía hijos Beatriz Sarlo, que la cuidaran ahora a los 82 años, pero tenía amigos, colegas, compañeros de la ruta del pensamiento. Uno de ellos es el arquitecto e historiador Adrián Gorelik, una de las grandes miradas sobre la ciudades.

Desde el sanatorio donde esta madrugada murió la crítica literaria (y política), argentina, Gorelik habla de por qué Beatriz Sarlo fue Beatriz Sarlo.

Beatriz Sarlo, una referente para más de una generación.

“Creo que deja un legado impresionante porque debe haber sido la única intelectual argentina que, habiéndose metido en el barro de la opinión política cotidiana, mantuvo un gigantesco prestigio como intelectual y como académica. Cambió el modo de hacer historia cultural desde el libro Una modernidad periférica. Propuso interpretaciones brillantes. Es una figura, una figura esencial de la cultura de las últimas cinco o seis décadas.

-¿Por qué?

-Bueno, inventó una nueva relación entre historia, cultura, literatura e interpretación política, digamos, si lo que había antes era la tradición de Contorno: David Viñas y compañía. Ella junto con Carlos Altamirano, tomó a empresa de incorporar Bourdieu, a Raymond Williams, etcétera. Fue una empresa que se apoyaba en la obra que ellos estaban realizando, al mismo tiempo que ellos en la revista Punto de vista, traducían esos textos en su propia obra. Beatriz estaba poniendo en práctica una nueva manera de hacer historia cultural de la Argentina, que creo que marcó a las dos generaciones siguientes y todavía hoy sigue vigente

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Adrian Gorelik, uno de los afectos cercanos de Beatriz Sarlo. (Fernando Calzada)

-¿Porque tomaba en cuenta lo social y lo político para la literatura?

-Sí, por supuesto, pero de un modo distinto al de Contorno, porque eso ya lo hacía Contorno, ya lo hacía Viñas. Lo que hace ella es una lectura que no desconoce la importancia de la propia forma literaria en la interpretación del rol que la literatura tiene en la sociedad. Establece un vínculo entre literatura y sociedad. Sin desconocer la propia forma literaria y a partir de la forma, interpreta el modo en que la literatura funciona también como una herramienta política en la cultura argentina.

-Algo más complejo.

-Claro, algo mucho más complejo. Y, además, lo vincula, ya saliendo de la literatura, con las artes visuales, con la cultura urbana, con una cantidad de elementos que tradicionalmente la cultura argentina, que es una cultura tan exclusivamente literaria, nunca había incorporado.

-¿Hay algún libro que te parezca especialmente central?

-Yo creo que Una modernidad periférica. Porque cambió la manera de pensar la tradición cultural argentina. Y todo su trabajo sobre Borges es de una originalidad realmente difícil de sobrevalorar.

* Adrián Gorelik es arquitecto e historiador, investigador principal del CONICET y profesor en la Universidad de Quilmes.

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Walter R. me escribe, hablo con otros. Éramos compañeros de esa facultad de Filosofía y Letras de los 85. Yo era entrerriana, reciénvenida. De pronto, trepada en el escritorio con tarima una mujer chiquita y con botas marrones y algo hippie empezó a hablar. Martín K. me hizo callar con gestos de manos, tardé en reconocerla. Era en la vieja maternidad del Clínicas, las aulas tal vez eran viejas salas de disección… blancas azulejadas. Pero escuchábamos el canon literario que hasta hace poco se enseñaba.

Laura Estrin, una vida en la investigación literaria.

Tiempo muerto como hoy la propia profesora a la que enloquecidos montones de alumnos hacían escuchar ditirambos teóricos y literaturas argentinas mientras ella ponía sus lecturas más justas. La seguí poco luego, pero habíamos estado cerca.”

* Fundadora de la cátedra de Literaturas Eslavas en la Universidad de Buenos Aires. Con 33 años de investigación en el Instituto de Literatura Argentina Ricardo Rojas.

A comienzos del 2000 una fundación publicaba unos textos sobre arte en fascículos en los que escribieron destacados intelectuales argentinos. Se pagaban realmente bien. La invitaron a Beatriz, quien escribió y mandó su texto. Pero desde la fundación le pidieron que le bajara el tono. Beatriz dijo que no, que no lo publicaran y que no se lo pagaran. Igual le mandaron el cheque con una moto. Indignada, devolvió el cheque con la misma moto y me describió la situación coronando con la frase “si algún derecho me queda es el de decidir no cobrar”. A fin de año hubo una celebración en la fundación. Por supuesto, Beatriz no estaba. Yo sí. Nos llenaron las copas de champagne y el director de la Fundación celebró con las palabras: “Estamos orgullosos de este proyecto, y de pagar bien a los intelectuales, porque si no, se radicalizan”. Todos quedamos congelados con la copa en alto. Aunque a mí no me pidieron que cambiara una coma de mi texto, Beatriz tenía razón.

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Andrea Giunta, una referencia en historia del arte y su relación con la sociedad.

Beatriz fue una lectora extraordinaria de mi tesis. La leyó una vez que terminé de escribirla, en una semana, observando cada detalle y con recomendaciones cruciales sobre cambios estratégicos en su estructura. Fue implacable en el momento de la defensa. Y me apoyó con cartas de recomendación asertivas para que aplicara a la beca postdoctoral en CONICET: pienso que fue determinante recomendando que la tesis se publicara en Paidós, como lo que fue mi primer libro, Vanguardia, internacionalismo y política. Arte argentino en los años sesenta, que apareció en 2001.

Todo esto marca un agradecimiento total hacia ella. Aprendí increíblemente de estos intercambios. Al mismo tiempo aprendí de la lectura voraz de todos sus libros, de la revista Punto de Vista que creó y dirigió, de las conversaciones que tuvimos a lo largo de los años.

Beatriz fue la intelectual contemporánea más notable, sin duda, del campo cultural argentino. Le interesaron temas de investigación de corte académico (como el folletín, o de la modernidad literaria y artística), y temas de actualidad. También los nuevos fenómenos culturales, como el shopping, y la política.

Se involucró en innumerables controversias, redactó y firmó cartas, asumió posiciones. Fue académica, profesora, y también periodista. Tengo recuerdos notables de las lecturas de sus estudios sobre las maestras o las traductoras. Se involucró en todos los debates, era una polemista, una pensadora sofisticada, una intelectual completa. Y recuerdo posiciones éticas que admiré y fueron para ejemplos a seguir.

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Podías coincidir o disentir con Beatriz, pero jamás permanecer indiferente. Y esa es una cualidad superlativa en la definición de un intelectual con poder de intervención en la escena pública. Vamos a extrañar escucharla en la televisión o en las cenas de la editorial Siglo XXI. La ausencia de su voz en una pérdida incalculable, que solo paliará la lectura de sus libros, muchos, fundamentales para comprender la cultura argentina.

* Andrea Giunta es historiadora del Arte. Investigadora Superior del CONICET y Profesora Titular de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA

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