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Pablo Semán despide a Beatriz Sarlo: “Era una máquina de pensar, viva, sensible y llena de humor”El docente e investigador de la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales homenajea a la ensayista, docente e investigadora argentina, creadora de nuestra Maestría en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural, quien falleció este martes 17 de diciembre a los 82 años.
Activó, investigó y escribió.
Nunca chapeó lo enorme de su gesto haciendo una revista con objetivos y soportes subversivos en plena dictadura, haciendo honor a los compañeros que habían encaminado con ella ese proyecto. Enseñó en cátedras, en catacumbas y en medios masivos donde se hizo cargo de una percepción: ahí también se disputa, aun cuando la catedral jugó con su honra como los perros. Creó instituciones en los más diversos ámbitos, incluso nuestra Maestría en Sociología de la Cultura, donde generosamente impulsó la formación de varias generaciones de investigadores. Si se animaba al ensayo social, era porque conocía y aplicaba muy bien la lógica de la investigación, que los metodólogos enuncian sin practicar.
No puedo evitar un recuerdo personal que la muestra en una escena que la mistificación contemporánea hace impensable: en los inicios de mi investigación, Sarlo me escuchaba azorada y atenta, y me preguntaba sobre mi trabajo de campo como solo pudieron hacerlo después antropólogas como Claudia Fonseca: ¿Qué? ¿Cómo?, ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Quién? Me hizo descubrir, en un terreno que ambos desconocíamos, lo que había que ver, y me permitió hacerme cargo de lo que veía. La crítica a sus inducciones, que no deberían tener censura alguna, olvida, quizás por la superficialidad hija de la vanidad, que Sarlo era, además, una investigadora enorme y rigurosa. Eso no impedía que sus alarmas la obligaran a encender vuelos tempranos y anticipatorios, para que el ave de minerva no llegase tan tarde como suele pasarle a los racionalizadores post facto. Ante su obra hay que ser muy desubicado para anteponer diferencias: era una máquina de pensar, viva, sensible y llena de humor.
Como ella misma lo dijo algunas veces, lo suyo era una guerrilla cultural. Un ataque del tiempo al espacio, de lo vivo a lo muerto. No sabía estar cómoda, pero era responsable con su inquietud.
Ese espíritu la llevó por caminos siempre innovadores y desafiantes: mucho antes de que la lectura adocenada de Bourdieu invadiese los claustros, Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano produjeron una lectura laica, activa y vivaz del sociólogo francés. Ni que hablar de su puesta en funcionamiento y transmisión de la obra de Williams, o sus discusiones permanentes con Horacio González. Ese tipo de esfuerzos estaba vinculado siempre a un ir y venir permanente entre la biblioteca, la cátedra, el periódico, el archivo, la observación en la calle y la crítica, en el sentido más estricto del término. Por lo tanto, también, con el compromiso político. En 1960 y 1970 habían sido la proletarización maoísta, Los Libros y Puntos de Vista. Y después, también, siguió Punto de Vista, y libros que fueron siempre exploraciones excepcionales de la trama en que producción simbólica y poder se tejen y producen comportamientos. Y, en ese marco, se animó a plantear los debates que valen la pena, los que mueven el piso y los que despiertan, sin perder nunca de vista la batalla política que le interesaba dar.
Pertenecimos a diferentes generaciones de un tronco común del que yo, por decisión consciente, me fui yendo. Pero nunca tuve que explicarme un gesto que la hacía, para mí, consciente, distinta y políticamente íntima: en un mundo de universidades sin oficinas te citaba en un bar cualquiera, en la pizzería más barata. Siempre tuvo claro que la sociabilidad académica tenía el riesgo de la endogamia social y trataba de romper ese condicionamiento con tiempo donado, con libros regalados y con reuniones posibles. Seguimos conversando con tus libros, sus consecuencias infinitas y con las evocaciones que no será necesario forzar: siempre está entre nosotros, en nuestras preguntas: ¿Qué diría Sarlo de esto?
Beatriz Sarlo, Escuela IDAES, Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales, Homenaje, IDAES, Pablo Semán
Nota actualizada el 18 de diciembre de 2024