Julien Alfred, oro en 100 metros femeninos: hablemos de Santa Lucía
–¿Vamos al estadio? –le pregunto a Gerard Bellera y David Clupés, compañeros de RAC1 y Catalunya Ràdio, y ambos asienten.
Raudos, dejamos atrás el Arena Bercy, extasiados aún pues acabamos de contemplar otro de los regalos que nos está entregando Simone Biles (esta vez ha ejecutado el Biles II: la diosa de la gimnasia artística ha ganado la rutina de salto, ya tiene tres oros en París), nos vamos tan extasiados como apurados.
No hay tiempo.
No hay tiempo.
Vamos al estadio de Saint-Denis, nos vamos a ver a los atletas, ¿qué es el olimpismo sin la liturgia de los atletas?
Nos sumergimos en el metro, rumbo al norte. Y por el camino, mientras el vagón atraviesa las entrañas de la ciudad como un cuchillo, scroleamos: vamos viendo qué pasa ahí arriba.
–¿Quién ha ganado la carrera en ruta del ciclismo?
–Evenepoel –me dice Bellera, revisando la aplicación que, como si fuera una máquina de teletipos, vomita resultados olímpicos–: Evenepoel ha unido el título en ruta al título en pista.
Y pasan más cosas.
La España de Montse Tomé, la selección femenina de fútbol, se rehace en el descuento ante Colombia y se impone en los penaltis. Ya está en semifinales.
(Al gran Bellera no se le escapa una).
David Clupés me habla de las cosas del correr. Lleva seis maratones en las piernas. Me lo cruzo con frecuencia por la Diagonal, en Barcelona. Por ahí va trotando con Bernat Soler.
–¿Estás corriendo en estos días en París? –le pregunto.
–Que no, hombreeeee, que no me queda tiempo para correr –me dice–. Y eso que tengo un parque al lado del hotel... Pero nada, que no encuentro el momento, que con ese ritmo...
En estos días, David Clupés se rinde a otras prioridades: prefiere contemplar a las leyendas olímpicas.
Le comprendo.
(Pero no dejes de correr, amigo, que te sentará bien).
La más rápida del 2024 Alfred, que había sido la dama más rápida en el invierno, desarma a la carismática Sha’Carri Richardson
Corre que te corre, abandonamos el RER en la estación de Stade Saint-Denis y la multitud nos envuelve mientras avanzamos hacia el gran estadio.
–¡Mira! –voceo al fin a mis compañeros de correrías, ya en las puertas del recinto.
Empieza el baile.
En la cola del acceso de prensa, ahí están Michael Johnson, Colin Jackson, Paula Radcliffe y Steve Backley.
Y al oído, Clupés me susurra:
–Buffff, cuánto mito. Impresiona eso de toparte con Michael Johnson. Lo admiré mucho de crío, ¿sabe?
Lo sé y lo aplaudo.
Cualquiera que haya compartido los tiempos del Expreso de Waco se acuerda de él.
Sobre el sintético arrecia la tormenta, no hay quien se aclare con el tiempo en Paris, y los iconos del presente hacen lo que se espera de ellos, no se van arrugar bajo el agua.
En el área de lanzamiento, algunos grandullones resbalan y dan con sus huesos sobre el sintético, y el grandullón Ryan Crouser (31), más grandullón qe el resto, contempla a los que resbalan y se dice: “a mí no me para nadie”.
Y ahí va: proyecta la bola hasta 22,90m y firma su tercer oro olímpico consecutivo.
–Solo le superan cuatro mitos estadounidenses, me refiero al delgado abanico de leyendas que han ganado cuatro oros en su disciplina: Al Oerter, Carl Lewis, Michael Phelps y Katie Ledecky –me dice Greg Bishop, el cronista de Sports Illustrated que ocupa el pupitre contiguo al mío en Saint-Denis.
Mitomanía Los curiosos que se asoman al estadio se cruzan con Michael Johnson, Colin Jackson y Paula Radcliffe
Como un proyectil, Julien Alfred (23), la dama más rápida del mundo en el invierno (oro mundial indoor en los 60m de Glasgow), también es la más rápida en el verano, y así se instala en la iconografía olímpica y, de paso, cuela a su país: suyos son los 100 metros (sus 10s72 desbordan a Sha’Carri Richardson, tan carismática como excesiva en su dramaturgia, esta vez plata tras dormirse en los tacos de salida y firmar 10s87).
Y los mitómanos nos quedamos boquiabiertos, pues estamos acostumbrados a contemplar las proezas de velocistas estadounidenses y jamaicanas, esa miscelánea de fibras blancas que saltan de los tacos y vuelan sobre el sintético.
Pero nunca nos habíamos cruzado con una velocista de Santa Lucía.
De hecho, este es el primer podio olímpico de Santa Lucía, diminuta isla caribeña de 184.000 habitantes que ahora, igual que sus vecinos cubanos, triniteños, bahameños, dominicanos y bermudeños, incluso los de Saint Kitts and Nevis, ya pinta algo en el globalizado mundo del atletismo.
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