San Lorenzo cayó ante Tigre en un clima explosivo

13/12/2024 21:06hs. Actualizado al 13/12/2024 23:54hs.

"Ohhh, que se vayan todos, que no quede ni uno solo...”. Cruje la paciencia. Está quebrada. Como la relación entre los hinchas y quienes representan a San Lorenzo. Con los jugadores a los que se los silbó -con escasísimas excepciones: Iker Muniain, el pibe Santiago Sosa, Jhohan Romaña ovacionado al salir lesionado- antes de experimentar un nuevo reclamo de actitud.

“Queremos Camboyanos, queremos Matadores (...) jugadores que sientan los colores... Nosotros alentamos, ustedes nos cagaron...”.

No tiene quórum este San Lorenzo. Ni sus futbolistas, quienes convivieron con la hostilidad, ni su dirigencia. Por eso el “que se vayan todos” que tronó antes, durante y después. Ahora contra el presidente Marcelo Moretti, insultado, quien eligió ver el partido en una ubicación diferente y no en su palco. Ese mismo que se fue del estadio minutos antes del final del partido, quien hace un año nada más se hacía cargo de la institución luego de ganar en las urnas y anoche le gritaron “no se lo decimos más, si no llaman a elecciones, que quilombo se va a armar...”.

No puede, San Lorenzo, salir de la espiral negativa. Casi autodestructiva. Ante Tigre, partenaire del cabildo abierto y reprobatorio, se desinfló. Perdió y se perdió. Hizo pie sin estricencias hasta la roja absurda a Gonzalo Luján -el ida y vuelta con el VAR, evitable si había muñeca y oficio- y cuando se quedó con diez, se derrumbó. Tal es así que un equipo flojo y que no convertía goles hacía 345 minutos lo noqueó.

El gol de Martín Garay le puso punto final a la esperanza de terminar el año al menos con decoro. Y propició el estallido definitivo.

Contra el presidente Moretti y su dirigencia con un enfático “a ver si se dan cuenta que no los quiere nadie”. Y a quienes además le bramaron que “los pibes no se venden” en pleno runrún de una venta de porcentajes de juveniles que derivó en una Asamblea suspendida.

La decepción del Ciclón (FTP CLARIN).

Contra los jugadores recuperando del cancionero ochentoso el “sáquense la camiseta y dénsela a la hinchada que juega mejor”.

La bronca de la gente de San Lorenzo por el mal momento del club

Síntomas de que la tensión no merma sino que aumenta. Como la reunión en la zona de los palcos durante el entretiempo para insultar a los dirigentes. Señales de alta tensión que tuvieron su réplica en los pasillos. Con gritos, elementos contundentes volando por los aires, vidrios rotos y la Infantería rodeando los accesos al parking para evitar una escalada que pudo ser todavía más grave. Con los fanas de la popular clamando contra el alambrado. Con una sensación de crisis constante, que duele. Que no se detiene.

Estalló, San Lorenzo, con reacciones de una ilusión pulverizada. De un mínimo atisbo de reacción que no apareció a lo largo del año. Un 2024 con efímeros oasis de paz -el par de semanas en el que San Lorenzo se ilusionó con competir en la Libertadores; la llegada de Muniain y la inyección que generó- y un final que pudo haber sido todavía más estresante si los descensos no eran suprimidos.

Porque Boedo hasta el 17 de octubre a la tarde miraba más la tabla general que la del torneo. Demasiado poco para un cuadro que siente que no consigue levantarse. Que ve cómo en 2025 será el único grande que no participará en torneos Conmebol. Y eso su gente no lo soporta más.

Ni siquiera el oficio de Miguel Russo alcanzó para pacificar: el DT én fue multiplicado por el factor San Lorenzo. Un equipo/club que dejó de conocer la armonía hace un buen rato. Un cuadro que se fue entre insultos mientras su única referencia de fútbol, Muniain, consolaba a los más pibes. Todas señales de un año olvidable.

El gol de la victoria 1-0 de Tigre a San Lorenzo