Causa y efecto, el karma de Riquelme en Brasil

23/08/2024 14:58hs.

Como ningún otro jugador y como en ningún otro país, en Brasil hay cientos de chicos a los que los llamaron Riquelme. De nombre, sí. En honor al gran ídolo de Boca que dominó sin restricciones en las canchas desde Porto Alegre hasta Río de Janeiro en las Copas Libertadores a partir del 2000, cuando venció al Palmeiras y levantó su primer trofeo internacional con la número 10 azul y oro. Nadie ganó como él. Causa y efecto, el karma de Juan Román Riquelme hoy en la versión dirigente son las derrotas en esas mismas tierras que supo conquistar como jugador.

Así como Román supo sacar a pasear a Palmeiras en 2000 y 2001 y a Gremio en 2007, Cruzeiro en 2008, Fluminense en 2012 y Corinthians en 2013, tanto en su primera etapa como vicepresidente como ahora en el inicio de su ciclo como presidente viene sufriendo una vez tras otra. Lo cual hizo que Boca pasara de tener una amplia supremacía a caer derrotado siempre en manos de los clubes brasileños.

El círculo vicioso arrancó en las Libertadores. Primero frente a Santos en la semifinal de la edición de 2020, luego fueron Atlético Mineiro (dos goles anulados en la serie, escándalo, suspendidos) y Corinthians (los penales fallados por Benedetto) por penales en los octavos de 2021 y 2022, y por último, Fluminense en la final de 2023, aunque en esa competencia Boca había dejado en el camino a Palmeiras.

El combo de fallos polémicos y problemas con la Conmebol, partidos desafortunados de sus propios futbolistas y el poderío económico de los clubes brasileños resultó letal para la gestión dirigencial de Román. El mismo que decía que si sos bueno tenés que ganar la Libertadores y que una Libertadores vale como diez torneos locales. La clasificación al Mundial de Clubes FIFA 2025 sirve de atenuante, consuelo millonario. Y no es poca cosa.

Ahora, no fue la Libertadores, sino Cruzeiro en la Sudamericana, de nuevo un equipo de Brasil dejó afuera al Boca de Riquelme. Otra vez por penales, otra vez con polémicas, otra vez con cierta injusticia, otra vez lo mismo. Como si todo aquello que consiguió como jugador se le estuviera negando como dirigente.