Sufrió carencias, la muerte de su padre lo marcó y logró un título ...
Fernando Martínez no defraudó y mostró lo que había prometido. Lo hizo con creces. En un reducto bien visitante, como le gusta a él y a su equipo, pero que desde el inicio lo tornó favorable en torno a los colores de su corazón. Nacido en La Boca y fanático del Xeneize, no podían no estar presentes los signos hacia el elenco azul y oro.
En el mítico Ryogoku Kokugikan de Tokio, Japón, el Puma hizo honor a su apodo, peleó con garra y a lo grande. Se impuso al tetracampeón Kazuto Ioka Asociación Mundial de Boxeo (WBA) que llegaba como amplio favorito. Fernando, quien poseía el cinturón de la Federación Internacional de Boxeo (IBF), también en la categoría supermosca, no dejó dudas en las tarjetas y se llevó el combate con una victoria por decisión unánime: 116-112, 117-111, 120-108.
“Tengo que ir como siempre vamos, bien entrenado y pensando en dejar un plus porque estamos de visitantes. Creo que estamos trabajando muy duro para que este chico no aguante los 12 rounds. Estamos bien puestos y concentrados, y más que nunca vamos a traer la victoria”, anunciaba en diálogo exclusivo con Infobae, el Puma desde su particular búnker: el Cuartel de Bomberos Voluntarios de La Boca, dejando en claro sus raíces.
De La Boca al mundo. Puma Martínez llevó su nombre bien en alto y todo a base de sacrificios. Con una ayuda vital de su entrenador, quien apareció en un momento muy complicado para Fer. A raíz de una tragedia con su padre (murió de cáncer en 2014), Rodrigo se convirtió en su segundo papá (NDR: así fue su historia de vida y superación). Calabrese fue el eslabón principal cuando el Puma más lo necesitaba. El vínculo profesional nació después del personal, ya que él era amigo de la familia, se hizo fan de Fernando y luego lo apuntaló para que se convirtiera en el campeón del mundo.
Una historia muy difícil para Calabrese, quien cuando le tocó sufrir la pérdida de Don Abel se llevó en su corazón un pedido muy especial. En sus últimos días, el padre del Puma le pidió que lo cuidara y lo llevara a ser el campeón del mundo que para él ya era. Y Rodrigo puede estar orgulloso de haber cumplido.
“Solo me queda agradecerle a Rodrigo por todo, por bancarme. Porque fuimos desde abajo, desde el piso hasta ahora donde estamos. Él siempre estuvo ahí. Mi papá le dijo, antes de irse, que me cuidara. Y a él le quedó eso. Siempre me cuidó y nunca dejó que me fuera para malos lados. A veces, cuando pasa una tristeza así tan grande uno piensa en dejar todo. No me importaba más nada, sufría mucho y él pudo meterme de vuelta en el ruedo. Cuando empezamos a entrenar no paramos y empezamos a ganar todo. Agradecerle a Rodri porque sino tampoco le hubiese podido cumplir el sueño a mi viejo de ser campeón del mundo”, valoró Fernando.
La infancia fue muy difícil. Desde bien pequeño el Puma le marcó la cancha, o mejor dicho el ring, a su papá Don Abel, chapista y remisero, y principal impulsor de todo este presente. “Él siempre está presente. Todo lo hago por él, por mi vieja y por mi familia, a quien quiero sacar adelante. Busco que ellos estén bien y vamos a seguir luchando... Sueño con comprarle la casa a mi mamá. Sé que me faltan un par de peleítas más. Yo creo que el año que viene o el otro ya se la voy a poder comprar. Así le cumpliré también el sueño a mi viejo. Yo a ellos los quiero ver bien y estoy luchando por eso”.
Y vaya si lo logró. El Puma no sólo tuvo una estupenda tercera defensa de su título, sino que unificó y ahora cuenta con los de WBA e IBF, un hecho casi sin precedentes, donde solo pudieron lograrlo Carlos Monzón, Hugo Pastor Corro y Sergio Maravilla Martínez (ellos lo consiguieron en la división mediano). Y en un escenario nipón donde se consagraron leyendas del nivel de Pascual Pérez, Horacio Accavallo y Nicolino Locche. Y ahora, Fernando Martínez.
¿Cómo fue sus inicios en el mundo pugilístico? “A mi viejo le encantaba. De chiquito mirábamos boxeo y le pedía que me llevara a entrenar. Me anotó y vio mi estilo, le gustó. Le encantó cómo boxeaba y él sentía que tenía pasta para ser campeón del mundo. Me llevó y vio que con 11 años ya prestaba atención a todo, tenía mucha concentración. Un nene por lo general a esa edad se pierde, pero yo siempre metido con el boxeo y sabía que iba a ser campeón”. (NDR: Los entretelones del encuentro con Tyson en Las Vegas: el inolvidable gesto de Iron Mike).
Los primeros pasos no fueron sencillos. De familia numerosa, no faltaba el pan pero todo costaba el doble. “Estuvimos 14 años en un lugar muy humilde, donde se luchó siempre. Mi viejo nunca nos hizo faltar el plato de comida, pero los lujos de una zapatilla nueva no nos podían dar. Unas Nike ni en pedo, olvidate. Pero lo que nos enseñó fue a valorar todo, a valorar mucho las cosas o lo poquito. Lo lindo es la familia y el estar siempre unidos, estar siempre todos juntos. Todo lo que hago es por ellos. La familia es la que me da fuerzas. Venimos de muy abajo, somos muy humildes y quiero darle lo que uno pueda y más todavía. Yo quiero y todavía sueño con comprarle la casa a mi vieja, que esté bien y no pase necesidades. Lucho por eso siempre. Pienso en eso, en que la tengo que sacar adelante y lo voy a hacer. Se vienen estas grandes peleas y yo la voy a dejar a mi mamá bien alto, junto con todos mis hermanos”.
Como ocurrió en el ring del mítico Ryogoku Kokugikan de Tokio, Fer se quiebra al hablar de su infancia, pero al mismo tiempo esa mezcla de ternura y sencillez, le suma la convicción y seguridad que seguramente le dio cada obstáculo que tuvo que superar en su niñez junto a once hermanos y también demuestra en el cuadrilátero. A los golpes, porque en su vida nada le fue fácil. El Puma nació en La Boca y vivió gran parte de su vida en un conventillo, donde tuvo que sufrir varios desalojos. De hecho, allí sigue viviendo su mamá Silvia, a quien le prometió comprarle una casa y no descansará hasta cumplirlo. Él sabe que está cerca, por eso no va a claudicar en su intento de brindarle una vida mejor a sus seres queridos. Ahora, todo estará más cerca, sin ninguna duda.
“A los chicos que arrancan o están arrancando les digo que que sigan su sueño. Yo fui humilde somos 12 hermanos, mi viejo hacía lo imposible para que no nos faltara el plato de comida, para que yo no faltara al entrenamiento. Pasan muchas cosas a veces... Fallece mi viejo y quería dejar todo... Bueno, me ayudaron y seguí, es perseverar y seguir en ese camino, no aflojar porque la vida es dura, los caminos son duros. A veces te dan ganas de dejar todo porque es un sacrificio y un deporte muy duro, uno de los más duros de todos los deportes, pero hay que seguir y luchar por sus sueños que todo se cumple, como hoy en día. Yo era un pibito de barrio y gracias a Dios hoy soy un campeón del mundo, y voy a ayudar a mi familia”.
ASÍ FUE LA ÚLTIMA ENTREVISTA AL PUMA MARTÍNEZ:
-Se confirmó tu pelea mundial, y de unificación, ante Kazuto Ioka. ¿Cómo tomás este trascendental momento?
-Con mucha responsabilidad y metido en lo mío, más que nunca. Quiero lograr lo que siempre soñé y sueño: llegar y ser el número uno, ser campeón de todos los títulos. Fue duro poder arreglar esta pelea, confirmarla. Esperamos mucho y ahora que ya está, más concentrado que nunca. Ya pasó esa parte en la que estaba preocupado porque no se daba. Ya viajé a Japón y fue una experiencia hermosa conocer Tokio. Ahí pude entender lo importante que es todo esto, me abrió los ojos y sé donde estoy parado. Ahora estoy más concentrado que nunca.
-¿Sentías que no estabas enfocado obviamente porque no estaba oficializado el combate?
-Estaba relajado, entrenando y ayudando a Agustín (Gauto), pero relajado. No pensaba que iba a ser una pelea tan grande. Cuando fui y vi todo afuera, lo que vivimos con Rodri (Calabrese) fue algo muy groso. El viaje que hice afuera me abrió los ojos y me hizo saber dónde estoy parado.
-¿Valió la pena la espera?
-Sí, superó mis expectativas. Estoy más concentrado que nunca y ahora lo quiero, lo necesito y estamos luchando para eso.
-¿Qué sentís que le tenés que sumar a tu nivel, si es que hay que hacerlo? ¿Qué característica crees que habrá que reforzar por este salto que te genera el rival?
-Tengo que ir como siempre vamos, bien entrenado y pensando en dejar un plus porque estamos de visitantes. Creo que estamos trabajando muy duro para que este chico no aguante los 12 rounds. Estamos bien puestos y concentrados, y más que nunca vamos a traer la victoria.
-Sabés lo que es pelear en un contexto hostil, de hecho te trajiste un cinturón cuando nadie lo esperaba y en un nivel bárbaro. ¿Te motiva ser visitante y que se note mucho?
-Siempre fuimos visitantes en todos lados porque nosotros por estar en Argentina tenemos que salir y dar el batacazo. Yo tengo mucha experiencia internacional por haber estado muchos años en la selección y me sirvió un montón. Por eso soy el que soy hoy y dimos el batacazo. Hoy estamos mejor que nunca, estamos bien para ganar lo que sea.
-¿Qué podés decir de tu entrenador, amigo y segundo padre como manifestaste de Rodrigo Calabrese?
-Agradecerle todo desde que arrancamos. Porque fuimos desde abajo, desde el piso hasta ahora donde estamos. Solo agradecerle porque hay que bancarme, que soy más complicado que la mierda (ríe). Y él siempre estuvo ahí. Mi papá le dijo, antes de irse, que me cuide. Y a él le quedó eso. Agradecerle porque siempre me cuidó y nunca dejó que me fuera para malos lados. Siempre me mantuvo firme con mi familia, en el entrenamiento. Eso, agradecerle mucho. A veces, cuando pasa una tristeza así tan grande uno piensa en dejar todo. No me importaba más nada, sufría mucho y él pudo meterme de vuelta en el ruedo. Cuando empezamos a entrenar no paramos y empezamos a ganar todo. Agradecerle a Rodri porque sino tampoco le hubiese podido cumplir el sueño a mi viejo de ser campeón del mundo.
-Forjaste un gran vínculo con tu papá. ¿Cuánto le insististe para que te llevara a un gimnasio?
-Sí, le encantaba. De chiquito mirábamos boxeo y le pedía que me llevara a entrenar. Me anotó y vio mi estilo, le gustó. Le encantó como boxeaba y él sentía que tenía pasta para ser campeón del mundo. Me llevó y vio que con once años ya prestaba atención a todo, tenía mucha concentración. Un nene por lo general a esa edad se pierde, pero yo siempre metido con el boxeo y sabía que iba a ser campeón.
Puma Martínez y su entrenador, preparador físico y amigo, Rodrigo Calabrese (Foto: Gustavo Gavotti)
-¿Y tus primeros días en los gimnasios? ¿Cómo conociste a tu profe actual?
-Empecé en Pompeya, a Rodri lo agarré antes de pelear en el Preolímpico y yo estaba sin profesor. Digo que justo cayó del cielo Rodri porque no tenía preparador físico ni profesor. Estaba peleando en la selección, viajé afuera y cuando volví me recuperaba de una lesión y tenía que entrenarme en casa sin nada. Con Rodri charlamos y me comentó que se había sacado la licencia como profesor, también era preparador físico, y dijimos ‘vamos a probar’. Cuando arrancamos me gustó mucho eso, el interés que él le ponía. Estaba muy motivado porque me iba a tener a mí que me conoce de mucho antes. Me conoce desde los 14 años, que ya había arrancado boxeo. Nos conocimos porque él era fanático mío. Él era grande y ya no podía competir ni nada, entonces se dedicó a ser profesor.
-Es muy conmovedora la historia entre ustedes dos y tu papá. Vos con Rodrigo ya tenían un vínculo previo y el boxeo los termina uniendo con la misma pasión, siendo él un fan tuyo cuando aún no eras campeón, entrenándote y llevándote a lo más alto.
-Es así. Él tenía a su padre que manejaba unos colectivos y recuerdo que nos llevaba a toda la familia. Yo con 14 ó 15 años él ya era fanático mío. Íbamos con el colectivo para todos lados con toda mi familia, éramos como 30 metidos ahí (ríe). Y así fue cómo se terminó dedicando al boxeo a full.
-¿Cómo hiciste para no bajar los brazos nunca, aun en momentos muy complejos que vive la Argentina?
-Yo vengo de una familia... (se quiebra). Me pone mal porque pienso mucho en mi familia, yo lo hago y la fuerza que tengo para seguir desde la pandemia, de todo lo malo, siempre fue para mi familia.
-Permitirme destacar tu humildad. Sos campeón y no cambiaste. ¿Sabés que sos un ejemplo para muchos chicos, que toman de tu vida que pese a los obstáculos y las barreras, hay que seguir luchando porque todo llega?
-Yo nací acá en La Boca y vivíamos en un conventillo. Mi vieja todavía sigue viviendo ahí. Estuvimos 14 años en un lugar muy humilde donde se luchó siempre. Mi viejo nunca nos hizo faltar el plato de comida, pero los lujos de una zapatilla nueva no nos podían dar. Unas Nike ni en pedo, olvidate. Pero lo que nos enseñó fue a valorar todo, a valorar mucho las cosas o lo poquito. Lo lindo es la familia y el estar siempre unidos, estar siempre todos juntos. Todo lo que hago es por ellos. La familia es la que me da fuerzas. Venimos de muy abajo, somos muy humildes y quiero darle lo que uno pueda y más todavía. Yo quiero y todavía sueño con comprarle la casa a mi vieja, que esté bien y no pase necesidades. Lucho por eso siempre. Pienso en eso, en que la tengo que sacar adelante y lo voy a hacer. Se vienen estas grandes peleas y yo la voy a dejar a mi mamá bien alto, junto con todos mis hermanos.
-¿Qué sabés de tu rival?
-Lo vimos y estudiamos, es bastante técnico. Maneja bien su distancia. Vamos a laburar sobre eso. A tratar de que no esté cómodo y llevarlo a nuestro juego.
-De vos siempre se caracterizó la resistencia física, la cantidad de golpes que lanzas y la potencia. ¿Cómo imaginas que será la pelea?
-En el boxeo uno espera que sea de una sola mano, ‘entro, pego una, lo conecto y lo tiro a la mierda’. Pero siempre vamos preparar un plan pensando de que va a ser una pelea larga. El KO viene solo, eso siempre me decía mi viejo. ‘No busqués el KO’. Porque yo siempre lo buscaba y no es así. Llega cuando menos te lo esperás, sale una mano que no la vio y ¡pum!, el otro está en el piso. Habrá que buscar estar bien concentrados porque acá el mínimo error se va a pagar, ya que estamos en un nivel muy alto. Así que vamos a estar bien preparados para todo eso.
Puma Martínez y sus seres queridos en una producción de fotos propuesta por Infobae en el Cuartel de Bomberos Voluntarios de La Boca, donde lleva parte de su preparación (Foto: Gustavo Gavotti)
-Te veo con mucha confianza, ¿creés que esta defensa con una unificación de título te llegó en el mejor momento?
-Sí, es mi mejor momento. Venimos con grandes peleas, eso también me dejó muchísima experiencia. Estas últimas tres fueron tremendas. Yo ya vengo con la experiencia encima, pero estos campeonatos mundiales me dieron un plus y la verdad es que estamos mejor que nunca. Con toda la fuerza, experiencia y bien físicamente. Vamos a salir a matar, pero bien y concentrados. Una cosa es ir a lo loco y otra bien concentrados buscando la pelea tranquilo, pero intentando darle el lugar que se merece a cada golpe.
-¿Qué le dirías a tus fanáticos que tanto te apoyan?
-A la gente le quiero agradecer por el apoyo de siempre. También a mi familia, a mi señora y a mis hijas. Les digo a todos que luchen, no dejen de luchar. No se pierdan y siempre de la mano de Dios todo se puede. Que no descarrilen que siempre la vida da una chance para salir adelante. Esta pelea es bisagra, la tomo para el salto y dejar a mi familia donde la quiero dejar.
-¿Algún sueño que te quede pendiente?
-Mi sueño es poder pelear en La Bombonera. Ojalá algún día se dé, yo creo que se va a dar. Venir con todos los títulos y pelear en La Bombonera para toda la gente de Argentina y mi familia, que está esperando poder verme y en estas últimas peleas no pudo. Igual siempre ahí, apoyando en la tele, le digo que ya me va a tener en vivo.
Ver más