¿Y si Nosferatu fuese real? Un historiador nos explica hasta qué ...
Para los aficionados al cine de terror, estas Navidades van a ser, sin duda especiales. El mismo día 25 de diciembre ha llegado a las pantallas de toda España 'Nosferatu', tercera versión de la legendaria película muda de F.W. Murnau, que conoció un soberbio remake en 1979 a manos de Werner Herzog (y otro que no contamos, flojo pero muy curioso, de 2023 y protagonizado por Doug Jones). El responsable de esta nueva versión es Robert Eggers, firmante de 'La bruja' o 'El faro', que abriga con su estilo preciosista y devoto de la historia al clásico expresionista.
La visión de Eggers es, como sus anteriores películas, un auténtico festín para los amantes de los rincones más oscuros de la cultura macabra: Eggers no solo respeta la condición del vampiro como plaga que asola Europa, como una sombra salida del infierno, sino que pone sobre la mesa infinidad de referentes que enriquecen el mito vampírico. De clásicos ignotos del horror como la película muda 'Svengali' a innumerables versiones previas de 'Drácula' (de Coppola a la Hammer), pasando por iconos pictóricos del romanticismo como los cuadros de Caspar David Friedrich, o referentes históricos que descubren el lado del mito vampírico más enraizado en el folclore europeo.
Para perfilar esta visión de Eggers hemos hablado con alguien que conoce bien el tema, Miguel de Lys, historiador experto en los desvíos sobrenaturales de la historia. Y no podíamos dejar de preguntarle, para empezar, por la madre del cordero: ¿cómo llega el vampiro, un monstruo enraizado en el folclore popular, a convertirse en un icono literario y cinematográfico, qué camino recorre para ello?
Nos dice que este recorrido es "muy interesante, porque nosotros nos imaginamos el vampiro como un conde en un castillo, muy elegante, pero en realidad el vampiro es un constructo social, como toda la mitología" El vampiro se construye a base de "capas a lo largo de la historia: en la Antigua Grecia hay figuras relacionadas con seres que se transforman en pájaros y que van bebiendo sangre de los niños". También de los griegos proceden "las lamias, una figura que por un desamor con Zeus, como siempre, pierde a sus hijos y por venganza se acaba alimentando la sangre de otros". Hablamos aquí de una fecha en torno al siglo VII antes de Cristo.
Incluso nos podemos ir antes, incluso hasta el poema de Gilgamesh, la obra literaria más antigua del mundo, según nos cuenta el historiador. Pero "algo que se parece mucho al vampiro que nosotros conocemos existe en los mitos de la Antigua Roma, un ser mitológico que los griegos conocían como la Styx, y que los romanos la convierten en la Estrega o Estriga. Este sí que es un ser que de noche se transforma en un ave, probablemente un murciélago, que sale de donde se han enterrado los cuerpos y se alimentan de la sangre de los niños. O sea, que es posible que también tuviese una raíz de cuento para asustar a los más pequeños".
Lo curioso es que esta Estrega es interesante sobre todo desde el punto de vista liingüístico: "Estrega pasa a ser Estrigoi: la Antigua Roma llegó hasta Rumanía (de hecho, Rumanía significa 'tierra de los romanos') y allí, 'Estrigoi' es la palabra para 'vampiro'. En italiano, por otra parte, 'Estrega' es bruja. Por eso los mitos a partir del siglo V relacionan el vampirismo con la brujería: en esa época, el vampiro no es un ser que resucita, sino alguien que hace magia negra".
Folclore y vampirosLo que nos lleva a la visión de vampirismo en el folclore europeo, y que en ocasiones se refleja en la peli con toda su morbosa precisión: "muchas veces se han encontrado restos arqueológicos de cuerpos enterrados con una barra de hierro clavada en el corazón, con una hoz en el cuello, o enterrados boca abajo". Pero... ¿qué sucesos reales podían hacer creer a la gente que un cadáver podía ser también un vampiro? "Se sabe que se abrieron tumbas después de haber enterrado un cuerpo, porque hay registros de ello".
¿Los motivos? Múltiples: saqueadores de tumbas, por ejemplo. Pero lo cierto, es que una vez abiertos los ataúdes, la gente se encontraba con algo sorprendente, aunque hoy sabemos que la ciencia lo puede explicar sin problemas: después de la muerte, ciertas funciones no conscientes del cuerpo siguen activas, y a un cadáver les podía seguir creciendo el pelo y las uñas, algo que los campesinos de la Rumanía de la época no podían explicar. Y hay más: "el cuerpo puede tener hemorragias después de la muerte, y expulsar sangre por la nariz y por la boca. Y también alguien puede haber sufrido epilepsia, es gente que ha sido enterrada viva, y después se encuentran el cadáver como si se hubiera estado moviendo en el ataúd".
Finalmente, ¿qué conserva la flamante 'Nosferatu' de Eggers de esto? De Lys nos aclara que Eggers "es un obseso de la historia, del detalle. Por eso, su Nosferatu se parece al legendario Vlad Tepes, del siglo XV, del que solo hay dos o tres retratos: un señor con un bigote muy grande y un abrigo de pieles. También se han fijado en la moda del siglo XV de Rumanía para estos detalles". Nos aclara que "Bram Stoker en 'Dracula' estaba aprovechando el Romanticismo, con todo el mundo creando novelas de terror gótico, de ciencia ficción, de historia fantástica... no tenía tanto una intención histórica, sino la de crear algo que funcionase a nivel narrativo. Pero esta película está más cuidada en ese sentido".
También así funciona la idea de las plagas: "el Drácula de Stoker no va con la peste negra detrás de él, pero en las tres versiones de Nosferatu sí que va seguido por ratas, aquí hay muchas. Esto también tiene que ver un poco con el momento en el que se hizo la primera 'Nosferatu': habían pasado cuatro años después de la Primera Guerra Mundial, con una crisis económica terrible, con la epidemia de la mal llamada gripe española, hambrunas, y decidieron plasmar un poquito esto en pantalla, porque eran los miedos de la época". Un enfoque realista e histórico que sin duda convierte a esta nueva película de vampiros en un viaje muy tenebroso.
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