“No gastarás”, el mandamiento de Milei con el que oculta algunos ...

11 días atrás
Milei

Para que se entienda rápido, hablar de cuestiones fiscales es como detenerse en la simpleza de una cuenta: ingresos y gastos. Si los primeros son mayores, hay superávit; si se da el escenario contrario, habrá déficit. “El aumento del gasto nunca va a ocurrir en nuestro gobierno; es un mandamiento”, dijo anoche el Presidente al referirse al superávit financiero del primer trimestre del año.

“No gastarás” se ha convertido en un dogma para Javier Milei. Sin embargo, ese enunciado esconde varios pecados que se han dado a la hora de entender cómo hizo el Presidente para lograr “la hazaña”.

“No esperen la salida desde el gasto público. La salida será de la mano de la inversión del sector privado y el crédito, financiado por el ahorro”, afirmó el jefe de Estado en uno de los párrafos de cierre. Sin embargo, pese a ser un avezado en los números, algunos no cierran. Hay consenso entre la mayoría de los que miran los datos fiscales que en el primer trimestre de 2024 las “Prestaciones para la Seguridad Social” cayeron 35,7% en términos reales. A eso es a lo que se llamó licuadora. Fue el propio Milei quien describió el proceso: “Sigue el ajuste fiscal, esto es licuadora y motosierra”, sostuvo el Presidente al hablar de la caída del gasto público en Expoagro, el 5 de marzo pasado. Esta vez descalificó el electrodoméstico y rescató su motosierra.

La llegada a este resultado necesita incorporar un dato determinante: lo hizo un presidente que no ha tenido una sola mano del Congreso. Gobernó, y gobierna, con lo que puede hacer como jefe máximo del Poder Ejecutivo. Y desde ese lugar se dedicó a construir, casi como una obsesión, un pilar de concreto llamado equilibrio fiscal.

El gobierno de Milei dio sus primeros pasos en medio de una economía inmersa en una dinámica hiperinflacionaria. “Asumimos con una inflación de 1,2% diaria, lo que daba 7500% anual”, repitió. Conocedor del asunto, optó por una receta que desarmara algunas expectativas que gran parte del poder económico tenía. Y para eso, trabajó en las dos variables. Por un lado, bajó fuerte el gasto; por el otro, subió los impuestos.

“¿Podía haber otra forma? Por supuesto que hay otras recetas. Pero este tipo de remedios dependen de la sostenibilidad que se le pueda dar a las medidas. Y Milei es un presidente que tiene 38 diputados. Pero optó por esto y lo logró en muy poco tiempo. Ahora viene otra etapa. Que quede claro una cosa: no hay segundo trimestre sin un primer trimestre. Esto era necesario “, dice Dante Sica, exministro de Producción y Trabajo del gobierno de Cambiemos y director de la consultora privada Abeceb.

Se refiere, claro está, a la caja de herramientas que tenía el libertario. ¿Cuáles podía utilizar para desarmar una dinámica inflacionaria que tenía desatado el gasto público? Pocas, si se tiene en cuenta las limitaciones políticas del partido gobernante.

La receta tiene algunos vértices fundamentales. En principio, el freno del gasto estuvo combinado con un aumento de impuestos. Por otra parte, sí hubo licuadora para jubilaciones y salarios de empleados públicos.

A estas medidas se suma el reacomodamiento de precios relativos –subas de tarifas de los servicios públicos– y algunas medidas preparatorias para encarar el proceso de estabilización, por caso, la mejora de los números del Banco Central, que a fuerza de la compra de divisas estaría cerca de terminar con las reservas negativas tras acumular unos US$14.300 millones.

Con este esquema, la dupla que componen Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, logró derrumbar las expectativas de devaluación, un nubarrón que se posaba entre marzo y abril. Obviamente, ambos pueden sonreír por el logro, pero cuando pasa la euforia conocen perfectamente que esta receta duró este tiempo. Y claro que fue fundamental para entregar el más fuerte de los mensajes al mercado, al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a toda la “casta” política. Pero irremediablemente vendrá otra etapa. ¿Cuál? Una distinta, donde deberán aparecer las negociaciones de verdad para hacer reformas importantes (previsional, impositiva y laboral, entre otras). Claro que ese camino tendrá como escenario las presiones sectoriales. Y le guste o no al jefe de Estado deberá terciar en ellas.

Gran parte de la receta fue pararse encima de los gastos. Cualquier persona con menos ingresos que gastos podría revertir la cuenta rápidamente: deja de pagar sus obligaciones e inmediatamente la ecuación se invierte.

Los gastos que más cayeron fueron las transferencias de capital a provincias (-98,4%), la inversión real directa (-82,5%) y las transferencias corrientes a provincias (-76,3%). La obra pública se frenó tanto que mirar el presupuesto del área es encontrarse con una bacanal de ceros. La excusa es que se trata de un sector que fue el paradigma de la corrupción. Pero en realidad, no es posible que un país ni siquiera gaste una moneda en mantener el stock de infraestructura. Algo así como dejar de mantener la casa.

Esas son las alertas que tiene el tablero de control de Milei. Está claro que el ajuste fiscal es el ancla de su gestión, al punto que ese mandamiento motivó una cadena nacional. Detrás de ese dogma hay algunos pecados que se esconden. Por dar un ejemplo, subir los impuestos, un pecado compartido con la “casta”, con quien en estas horas se pacta para subirlos gracias al regreso de Ganancias y el mantenimiento del impuesto PAIS sobre las importaciones.

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