MH370: Esta es la teoría más salvaje sobre el avión que desapareció

9 Mar 2023
MH370

“Es el mayor misterio aeronáutico de la historia”, asevera Louise Malkinson, directora de MH370: El avión que desapareció, nueva serie documental de Netflix que explora los muchos misterios del vuelo 370 de Malaysia Airlines. “Vivimos en un mundo donde existen los teléfonos móviles, los radares y los satélites, así que el hecho de que hayan pasado nueve años (…) y sigamos teniendo tan poco es extraordinario”.

El vuelo en cuestión, un Boeing 777, despegó desde Kuala Lumpur en la madrugada del 8 de marzo de 2014. Se dirigía al Aeropuerto Internacional de Pekín-Capital, donde su hora de aterrizaje estaba prevista para las 6:30 AM. Durante sus primeros cuarenta minutos de travesía, todo en el MH370 se desarrolló dentro de la rutina más absoluta. Cuando el control aéreo malayo le pasó la frecuencia a su homólogo en Ho Chi Minh, el capitán, un piloto veterano llamado Zaharie Ahmad Shah, respondió: “Buenas noches, Malasia tres-siete-cero”. Y aquel fue el último contacto que el mundo tuvo con un avión que desapareció de todos los radares segundos después de entrar en el espacio aéreo vietnamita. Lo que siguió a continuación, tal como Malkinson narra en su serie, fue una ceremonia de la confusión para la que las autoridades y la aerolínea malayas no estaban en absoluto preparadas, lo cual entorpeció las intensas labores de búsqueda y rescate iniciadas por varios países, a medida que las familias de los pasajeros se desesperaban… e internet entraba en acción con todo tipo de conjeturas, hipótesis, teorías de la conspiración y demás maniobras desinformativas.

En enero de 2017, un esfuerzo de tres años coordinado entre Malasia, China y Australia concluyó que, pese a la cantidad de tiempo y recursos dedicados, no se habían encontrado pruebas concluyentes de lo que sucedió aquella madrugada, pese a que ciertas piezas de metal halladas al este de Madagascar y en playas de Mozambique pudieran coincidir, según algunos expertos, con los restos de un Boeing 777. Sin embargo, la versión oficial mantiene que el vuelo regresó a la península malaya después de perder el contacto sobre Vietnam, tal como confirmaron testigos visuales y el análisis posterior de satélites militares. Después se adentraría en el Océano Índico, donde posiblemente se mantuvo en el aire hasta gastar todo su combustible. Una vez más, ninguna de las dos explicaciones resulta satisfactoria. No existen evidencias definitivas y contrastables del destino que experimentaron las 239 personas (doce miembros de la tripulación, más 227 pasajeros pertenecientes a más de catorce países) que iban a bordo del MH370. Sus familiares han aprovechado el estreno de El avión que desapareció en Netflix para rogar al gobierno malayo una nueva investigación, aprovechando que una empresa tecnológica norteamericana afirma tener nuevos datos sobre el incidente.

Las teorías que rodean al caso van de lo más o menos plausible (un incendio en la cabina, un ataque terrorista, un ciberataque perpetrado desde China) hasta lo increíblemente descabellado. Por ejemplo, en verano de 2014 se hicieron públicas las conclusiones a las que la policía malaya había llegado tras entrevistarse con 170 contactos personales y profesionales del capitán: en resumen, que Zaharie Ahmad Shah había actuado de un modo extraño en los días previos al 7 de marzo, quizá motivado por el proceso de divorcio que él y su esposa estaban atravesando. ¿Podríamos estar, por tanto, ante uno de los suicidios más asombrosos e injustos (si tenemos en cuenta a las otras 228 almas a bordo) del siglo XXI? Un año después de la desaparición del MH370, el 23 de marzo de 2015, un piloto de Germanwings hizo exactamente eso mismo sobre los Alpes franceses, lo que volvió a alimentar las especulaciones con respecto a Ahmad Shah. La periodista francesa Florence de Changy refutó con pruebas la teoría de que el capitán no tenía planes en su agenda para después de la noche en que se volatilizó sobre la faz de la Tierra, mientras que unos informes del FBI descartan que hubiese estado ejecutando simulaciones para aterrizar un Boeing sobre una isla de tamaño reducido en su ordenador doméstico (pues muchas hipótesis decidieron tirar por ahí).

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