Tiendas que desaparecieron en México y que probablemente no ...

El tiempo, implacable, trae consigo no sólo transformaciones en la sociedad y la tecnología, sino también en el tejido mismo de la vida cotidiana. En el dinámico paisaje comercial de México, han surgido y desaparecido diversas tiendas a lo largo de las décadas, dejando una estela de recuerdos para aquellos que alguna vez caminaron por sus pasillos.

Sin embargo, para las generaciones más jóvenes, algunas de estas tiendas emblemáticas pueden parecer reliquias olvidadas en la evolución constante del comercio. Esta exploración nos lleva a descubrir esos establecimientos que, aunque fueron una vez pilares de la vida comercial en México, probablemente no sean conocidos por quienes han crecido en la era de las compras digitales y los supermercados hipermodernos.

Éstas son 10 tiendas y comercios que desaparecieron de las calles, de las plazas y de la memoria colectiva de las generaciones jóvenes. Aunque si tienes la suficiente edad para recordarlas, probablemente experimentarás un viaje nostálgico al pasado.

Aparecido incluso en la película Roma de Alfonso Cuarón, se trata de un banco que ha quedado en el pasado después de convertirse en Santander, Es posible que compartas la nostalgia con otros recuerdos de comercios que alguna vez fueron destacados en México y que ahora sólo viven en la memoria colectiva.

Fundado en 1864 bajo el nombre de Banco de Londres y México, Banco Serfin desempeñó un papel significativo en la historia financiera del país. Pionero en la introducción de billetes, la producción constante de estos contribuyó a una fuerte devaluación. A lo largo de los años, el banco se fusionó con otras instituciones financieras y, finalmente, en 2005, se unió al Banco Santander, marcando el final de una era para una entidad que dejó una huella indeleble en la evolución bancaria de México.

Esta icónica cadena de tiendas, conocida por su evocador eslogan “La Gran Boutique”, dejó su huella en diversos centros comerciales como Perisur y Plaza Satélite, así como en las exclusivas zonas de Polanco. El nombre, que hacía alusión a las dos grandes capitales de la moda, ofrecía una amplia gama de marcas en todos sus departamentos, convirtiéndose en un referente para los amantes de las compras. Sin embargo, durante la crisis de los años ochenta, la tienda experimentó un declive y adoptó una estrategia desesperada que incluía generosos descuentos y la introducción de cupones, otorgados según un porcentaje de cada compra y distribuidos mediante atractivas dinámicas, como extraer una pelotita de una pequeña tómbola.

Aunque estas tácticas procuraron prolongar su existencia, la tienda no pudo escapar de su inevitable declive. En los albores de la década de los noventa, una época en la que se afirmaba que México estaba al borde de entrar al Primer Mundo, la tienda se transformó en un establecimiento de súper lujo bajo el nombre de “Class”. Sin embargo, la vida de esta nueva identidad fue efímera, similar a la esperanza de alcanzar el tan anhelado Primer Mundo, y eventualmente, la cadena Suburbia se hizo cargo de su legado.

Antes de que McDonald’s hiciera su entrada triunfal en México en la década de 1980, Burger Boy reinaba como el restaurante de hamburguesas más icónico del país. Incluso Salma Hayek hizo un anuncio para ellos. Su renombre se cimentaba en la calidad excepcional de sus hamburguesas, un tema que generaba tanto fervor entre los devotos seguidores como la propagación de mitos urbanos que insinuaban la presencia de carne de rata en sus platillos.

Aunque muchos atribuyen la desaparición de Burger Boy a este último mito, la realidad es que la llegada de McDonald’s y Burger King al país marcó el declive inevitable de la mayoría de las hamburgueserías locales. La competencia feroz y la irresistible influencia de las marcas internacionales eclipsaron el legado de Burger Boy y, junto con él, gran parte de la tradición de las hamburgueserías nacionales en México.

Con una popularidad que eclipsaba incluso a los célebres helados Bing, otra tienda desaparecida que dejaremos para otra lista, la cadena Danesa 33 aspiraba a recrear la atmósfera de las clásicas fuentes de sodas estadounidenses que dominaron la escena desde finales de los años setenta hasta mediados de los noventa. Sin embargo, la historia tomó un giro inesperado cuando fueron adquiridos por la cadena Holanda, propiedad de Nestlé, que optó por cerrar todas las tiendas.

Las emblemáticas “Bolas de Sabor” en azul con el 33 amarillo, que representaban la amplia variedad de sabores disponibles, desaparecieron por completo de todo México. Aunque ahora se pueden encontrar los mismos helados en forma de paquetes en los supermercados, la experiencia nunca será comparable a la sensación única de disfrutar una bola de helado servida en un casco de fútbol americano. El cierre de Danesa 33 marcó el fin de una era, dejando a los amantes del helado con el sabor agridulce de la nostalgia.

En la época que abarcó desde 1983 hasta 1999, los VideoCentros se multiplicaban por todo México, desde sus establecimientos convencionales hasta las imponentes sucursales conocidas como MacroVideoCentros. Estas cadenas competían directamente con los aún escasos Blockbuster Video presentes en el país, hasta que esta última adquirió la sección de renta de películas de Televisa, la propietaria de los VideoCentros.

Este cambio estratégico provocó la desaparición de los VideoCentros, dando paso a la expansión de los Blockbusters, cuyo catálogo experimentó una transformación sustancial: pasó de ofrecer cassettes Beta y VHS a centrarse principalmente en DVDs. Este giro marcó el fin de una era para los amantes del cine en formato físico, con los DVDs emergiendo como la nueva norma en el mundo del entretenimiento en casa.

Inaugurada en la década de los sesenta, esta zapatería lleva consigo la nostalgia de otra época. Antes de establecerse en su ubicación actual, la tienda había ocupado un gran espacio en la concurrida avenida 20 de Noviembre, en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México. En sus años de esplendor, logró expandirse con una red de varias docenas de sucursales que abarcaban toda la metrópoli.

El concepto que definía a esta zapatería era sencillo pero efectivo: ofrecer calzado asequible con un enfoque de autoservicio, donde los clientes se probaban los zapatos y solicitaban el segundo par para realizar el pago. Aunque su selección de modelos y colores era limitada, esta simplicidad fue clave para su éxito, sumado a la atractiva economía de sus productos.

El distintivo logotipo, que exhibía un zapato rosa con flores en tonos multicolores y una tipografía al estilo sesentero, se volvía omnipresente en la ciudad, apareciendo en revistas, periódicos y, por supuesto, en sus sucursales. A pesar de la escasez de opciones, la zapatería se ganó el corazón de sus clientes con eslóganes memorables como el inolvidable “zapatos popis a precios hippies”. Sin embargo, la crisis de los ochenta y sobre todo el terremoto de 1985 marcaron el trágico fin de este tradicional negocio capitalino.

Blockbuster experimentó un efímero deleite en su adquisición, ya que únicamente quince años después, el streaming comenzó a desplazar la presencia y la audiencia de las rentas de DVDs físicos.

En el año 2015, todas las tiendas Blockbuster en México sufrieron una metamorfosis para convertirse en The B Store, ofreciendo la venta de películas en DVD y Blu-Ray que aún mantenían en su inventario, además de expandir su oferta con videojuegos, pósters, libros y otros artículos relacionados con su pasado como centro de rentas.

A pesar de estos esfuerzos, el negocio no logró florecer y, para el siguiente año, casi todas las sucursales ya habían cerrado sus puertas. En la actualidad, la empresa ha sido completamente liquidada en el país, dejando tras de sí el eco nostálgico de una época en la que las noches de cine implicaban una visita a Blockbuster.

Reino Aventura, ubicado en la Ciudad de México, fue un parque temático que marcó la infancia de muchas generaciones mexicanas desde su apertura en 1982 hasta su cierre en 2000. Con atracciones emocionantes, espectáculos en vivo y una variedad de áreas temáticas, el parque se convirtió en un lugar emblemático para el entretenimiento familiar. Desde su icónica montaña rusa hasta el espectáculo de delfines y la popular atracción “El Vuelo del Demonio”, Reino Aventura ofrecía experiencias inolvidables que perduran en la memoria de quienes tuvieron la fortuna de visitarlo.

A pesar de su éxito inicial, factores económicos y cambios en la industria del entretenimiento llevaron al cierre de Reino Aventura en el 2000. Aunque el parque ya no existe, su legado vive en la nostalgia de aquellos que alguna vez disfrutaron de sus emocionantes atracciones y en las inmediaciones de Six Flags que fue en lo que se convirtió.

Las “auténticas tiendas de descuento” de muebles y electrodomésticos Viana, cuya inauguración se remonta a 1953, se erigían como auténticos paraísos para el hogar. Desde cocinas hasta hornos de microondas (una novedad, por entonces), pasando por refrigeradores, lavadoras, aspiradoras, planchas, colchones, salas, comedores, y diversos artículos decorativos, este establecimiento ofrecía todo lo necesario para el hogar a precios accesibles y con la posibilidad de financiamiento, algo poco común para la época.

En un giro sorprendente en 2015, Viana traspasó las riendas de sus 51 tiendas a la cadena Coppel, reconocida por sus tiendas departamentales. Como resultado, estas tiendas emblemáticas fueron transformadas en sucursales de la marca Coppel, marcando el fin de una era para las “verdaderas tiendas de descuento” que habían sido un pilar en el comercio de muebles y línea blanca en México.

La cadena de supermercados Blanco dejó su huella en gran parte de México antes de desvanecerse por completo a finales de la década de 1990. Incluso, se aventuraron en el mundo televisivo con un programa en el que sorteaban desde televisiones hasta autos último modelo, todo al ritmo pegajoso del jingle “Blanco Blanco Blanco abarata la vida”.

En esencia, las tiendas no se distinguían mucho de cualquier otro supermercado, pero una serie de decisiones cuestionables, como los programas de juegos que fungían como anuncios, les abrieron el camino hacia la bancarrota. La estrategia de mercadotecnia, a pesar de su insistencia, no logró salvar a Blanco de su destino y, eventualmente, se despidió del escenario minorista mexicano.