Los Piojos, Oasis y las bandas que regresan tras la separación ...
Como si se tratara de un western bonaerense, a la hora señalada de las 12.57 apareció el posteo en X e Instagram que anunciaba lo que todo el mundo ya sabía. La reunión de Los Piojos estaba más cantada que Despacito desde que en 2023 Andrés Ciro invitó a cantar Bicho de ciudad a Daniel “Piti” Fernández, en Vélez, durante un show de su grupo solista, Ciro y Los Persas.
Pocas semanas atrás, algunos “teasers” (anticipos) dieron cuenta que algo estaba pasando y no en Babilonia precisamente (guiño para fans). El reloj mezclado con los isotipos característicos de la banda y las vías del tren, dieron inicio a una cuenta regresiva y se conoció que Los Piojos, uno de los grupos más importantes de la historia del rock argentino reciente, volvía a la vida con dos fechas anunciadas para 14 y 15 y de diciembre en el estadio Único de La Plata.
Se especula con más funciones en La Plata y más shows para el 2025, pero todavía no se conoce ni la formación con la que la banda pediculosa retornará. Alegría en las redes del público seguidor que los esperó durante quince años, y malestar en los haters de siempre. Cosas de las redes.
Un tiempito antes, apenas una semana atrás (ya parece distante), el mundo entero se conmovió con el anuncio de la reunión de los hermanos Liam y Noel Gallagher, que depusieron las armas para volver con Oasis, a treinta años del brit-pop, fenómeno mediático-musical en el que se enfrentaron con Blur, reeditando la vieja rivalidad de Beatles vs. Stones. El resultado es que las entradas se pusieron picantes y el valor por alta demanda alcanzó la estratósfera. Incluso Amazon publicó un gran cartel en Times Square que dice: “Si hace falta que pongamos un cartel para que estos muchachos vengan a Estados Unidos, aquí está”.
¿Por qué sucede todo esto? ¿Hay una moda del regreso? ¿Una tendencia hacia el revival? ¿O es simplemente un gran negocio?
Es evidente que no se trata de un fenómeno local exclusivamente, aunque cierta herencia tanguera haga del argentino un público nostálgico que queda añorando el pasado y la vuelta de un tiempo que fue hermoso.
El que diagnosticó esta cuestión con notable puntería fue Rolo Sartorio, cara visible de La Beriso, que en mayo de 2024 declaró en las páginas de Clarín: “Yo no quiero sacar nada nuevo, porque no sirve. Si yo volviera a empezar hoy con la banda, hubiese sacado los primeros cuatro discos y nada más, porque la gente sólo quiere escuchar eso. Pero uno, obvio, quiere sacar canciones para renovarse”. En el perfil de Spotify de La Beriso uno puede comprobar que la estadística respalda los dichos de Sartorio: las primeras cinco canciones más escuchadas pertenecen al disco Historias (2014).
Aferrarse a lo conocido
Entonces, ¿cuál es el factor fundamental para esta catarata de regresos? El público. Es un reflejo atávico del comportamiento humano el de aferrarse a lo que ya se conoce y no aventurarse a lo desconocido. El famoso refrán popular que dice “más vale malo conocido y no bueno por conocer” que no siempre puede aplicarse en otras ramas, parece ser válido para explicar el comportamiento de las audiencias que no vacilan en gastarse los ahorros y no perderse ese momento único de comunión que da el encontrarse con la banda que marcó un momento en su vida que parecía perdido para siempre.
Los empresarios lo saben y por eso no vacilan en hacer fuertes ofertas económicas para que esos regresos sucedan.
Los números vuelven a respaldar la teoría de modo rotundo. Tan Biónica, el grupo de los hermanos Chano y Bambi Charpentier, que también regresó después de siete años separados, viene de atravesar una seguidilla de siete shows en el Movistar Arena, lo que no sorprendería tanto si no fuera que el año pasado hicieron cinco presentaciones en grandes estadios; dos en Vélez, dos en el Estadio Único de La Plata y un cierre apoteótico en River.
Pero también hay algo más que sucede y tiene forma indefinida. No sólo por la plata canta o baila el mono, porque si así fuera Andrés Ciro podría haberse quedado tranquilo comandando a sus Persas con quienes se cansó de llenar estadios, arenas y hacer giras internacionales -estas, tal vez con algo menos de público, pero con todo el desafío de tocar para nuevas audiencias-.
Sin embargo, para los artistas -además del tentador dinero- resulta un poco irresistible el tema de darle el gusto al público y volver un poco atrás el reloj y, si es necesario, ponerle un bálsamo a antiguas heridas que pudieran haber quedado. Esto no es una novedad, porque el regreso de cualquier banda tiene muchas características en común. Sin separación, no hay regreso. Y nadie se separa en la víspera.
Cuando le preguntaban a los miembros de Eagles, una gigantesca banda estadounidense que se separó en pésimos términos, cuando se iban a reunir, declararon: “Cuando el infierno se congele”. Corría 1980 y habían editado The Long Run, pero en 1994 el infierno se congeló cuando anunciaron la gira “Hell Freezes Over” (El infierno se congela), y cada tanto se siguieron reuniendo.
Ahora transitan la gira que se llama “The Long Goodbye” (El largo adiós), con otra banda legendaria como soporte en algunas fechas: Steely Dan, que supo ser un dúo que también conoció las mieles del regreso, casi al mismo tiempo que Eagles, y que ahora continúa solamente con Donald Fagen.
Los Gatos, Soda Stereo y otros regresos
El rock argentino supo bien temprano de los regresos cuando Los Gatos volvieron con Pappo en 1969. Es verdad que no habían anunciado una separación, y que Litto Nebbia decidió no irse de viaje con sus compañeros porque quería quedarse a acompañar a su madre, ya que su padre estaba con la salud muy frágil. Pero RCA rogó por el retorno de la banda felina y Ciro Fogliatta que estaba en Nueva York recibió un llamado de Litto Nebbia para contarles que el sello estaba dispuesto a pagar hasta una renovación total del equipamiento de la banda.
De esa manera la historia de Los Gatos se reanudó por dos álbumes más. No estaban peleados, aunque sí habían tomado caminos diferentes.
Distinta fue la situación de Soda Stereo que tuvo un desgaste fenomenal durante su vertiginoso ascenso y en 1997, tras quince años de existencia, realizaron una gira final en la que Gustavo Cerati tuvo las últimas palabras: “Gracias… totales”.
Una década más tarde el trío de oro volvía a juntarse para una larga serie de shows, varios de ellos en River, y la temprana muerte de Cerati canceló para siempre la idea de hacerlo otra vez. Pero nunca digas “para siempre”: Zeta y Charly Alberti -sus compañeros en la banda- pudieron hacer una gira llamada “Gracias totales” contra viento, marea y pandemia, con Gustavo presente en las pantallas y una constelación de estrellas del rock latinoamericano cantando con ellos.
Un modelo parecido al que se piensa para la anunciada reunión de Serú Girán con motivo del Quilmes Rock en abril del 2025. La incógnita es no tanto si Charly García será de la partida (Serú Girán sin Charly no es posible), sino el modo en que participará.
Ya el anuncio de Serú Girán & Amigos “El homenaje” permite vislumbrar algo de lo que vendrá. Charly, un experto en resurrecciones, encontrará la manera. No hay que olvidarse que Sui Generis tuvo su tan recordado “Adiós” en 1975 y una larga serie de reencuentros.
Charly y Nito se reunieron de modo encubierto para el Festival del Amor en 1977, y luego Sui Generis haría una nueva aparición durante 1981 en Uruguay. Una accidentada noche en Prix D’Ami los mostró nuevamente juntos arriba de un escenario, sin ensayos, respondiendo al calor de un entusiasmo repentino de García durante los '90. Cuando llegó el 2000 hicieron la reunión formal en el estadio de Boca Juniors y una función adicional en Parque Sarmiento.
En cambio, Serú Girán se despidió en Obras cuando Pedro se fue a estudiar a Berklee en marzo de 1982. La idea era no separarse y que cada uno hiciera un disco solista, lo que daría tiempo a un regreso de Aznar o pensar en dos personas que pudieran reemplazarlo (con menos era casi imposible).
El estruendo que causó el primer disco solista de Charly, Yendo de la cama al living, alteró todos los parámetros.
Prolijamente, diez años más tarde Serú Girán regresó para hacer dos funciones en River en diciembre de 1992. Lo que se vio arriba del escenario distó de ser prolijo, pero fue una reunión en tiempo y forma.
Diferentes a la de Almendra en Obras, a la que se le vaticinó la ruina y encontró la gloria. Tras cartón, llegó la reunión de Manal, también en Obras, sin tanta fortuna.
La lista podría ser infinita con The Police, Guns N’ Roses, Aquelarre, Black Sabbath, Pedro y Pablo, Led Zeppelin, Blur, Color Humano y siguen las firmas.
De manera que podría conjeturarse que, dentro del rock, la reunión es también una tradición. Que deja buenos dividendos y que pone muy felices a los seguidores de las bandas que fuman la pipa de la paz. Todos contentos. Menos los haters de siempre que forman parte de otra tradición a la que solía llamarse “contreras”.