Se estrena “La trampa”, lo nuevo de M. Night Shyamalan: atrapado ...

8 Ago 2024

Si todo género narrativo es en alguna medida una trampa, M. Night Shyamalan puede situarse entre aquellos directores que han hecho de las aparentes historias sin salida un liberador sello propio.

La trampa - Figure 1
Foto La Voz del Interior

El tan aclamado como desparejo director estadounidense de origen indio alguna vez presentado como “el nuevo Steven Spielberg” –de quien su indeleble Sexto sentido cumple ya 25 años– retorna en ese aspecto a los cines con el que tal vez sea su thriller más condensado y ligero hasta la fecha.

Mientras que en recientes largometrajes como La visita (2015), Viejos (2021) o Llaman a la puerta (2023) el aislamiento que disparaba la trama era literal, en La trampa es un gigante estadio repleto el contenedor opresivo del conflicto.

La premisa es tan simple que apenas alcanza para una película: Cooper (Josh Hartnett), un padre de familia de semblante sonriente, acompaña a su pequeña hija Riley (Ariel Donoghue) al concierto de la superestrella pop Lady Raven (Saleka Shyamalan, hija del realizador), que deslumbra a una multitud con sus coreografías, hits y carisma sofisticados.

Sin embargo algo de un orden distinto al del musical se cocina en el lugar, ya que una tropa entera del FBI se infiltra entre el público para dar caza al asesino serial conocido como “el carnicero”, del que hay datos de que se encuentra presente en el evento.

Sin dar demasiadas vueltas (esto se revela incluso en el tráiler), Shyamalan deja en claro que el tierno y apacible Cooper es el criminal en cuestión, que al darse cuenta de la “trampa” en la que está metido pasa a exhibir una conducta dual entre el seguir escoltando a su maravillada hija y el orquestar una sagaz escapatoria de la captura policial.

Con recursos al borde del esquematismo, Shyamalan logra hablar sobre la condición sospechosa (casi terrorista) que pesa hoy sobre los hombres blancos de mediana edad, sobre la brecha con una juventud hipnotizada por los teléfonos y las divas a lo Taylor Swift en un espectáculo continuo, y de la oscuridad universalmente latente en todo padre que alguna vez ha sido también hijo. Y todo desde un tono satírico y juguetonamente chapucero ya alejado del drama de asesino serial de Fragmentado (2016).

Con ironía equivalente el director hace algunos guiños autorreferenciales hacia su figura y su clan célebres. No solo que Shyamalan aparece en La trampa como en muchos de sus filmes, sino que él mismo es un consumado padre de tres hijas y es precisamente junto a la mayor de ellas que ideó el concepto performático de la película.

Un pasaje de "La trampa", nuevo filme de M. Night Shyamalan. (Captura)

Gran parte del filme es una suerte de show en vivo de Saleka, cantante de R&B en la vida real, que compuso 14 canciones originales para su nítido personaje (Ishana, otra de las hijas del realizador, hizo hace unos meses su debut en cine con Observados).

La simulación fue en gran parte factible gracias al estadio canadiense de 20 mil asientos en proceso de renovación que consiguió la producción del realizador, y donde se recreó un concierto con su catering, audiencia, bailarines, vestuario, pantallas gigantes y camarines.

Gente inteligente

La mayor apuesta de La trampa es de todos modos la identificación incómoda del espectador con Cooper, que debe saltar de la simpatía temprana a la constatación de estar siguiendo los pasos huidizos de un sociópata.

“Adoro la idea de que la audiencia esté apoyando al protagonista contra su voluntad. Querés que él se salve, ¿entendés? ¿Cómo puede salir de ahí? Y ese viaje se yuxtapone con el entorno exaltado de un concierto pop con chicos que gritan y se la pasan bien. Había algo cruel en esto, cierta travesura”, le dijo Shyamalan a Gizmodo.

El trabajo con Hartnett fue por eso fundamental: el actor de Oppenheimer, El Oso y Black Mirror conversó con el director sobre cuáles eran las motivaciones de su personaje, por qué hacía lo que hacía, qué explicaba esa radical dualidad en sus actos.

La situación del estadio es tan extrema que Cooper alterna de una faceta a otra con la rapidez de una caricatura hitchcockiana, ideando constantes trucos para esquivar el control sin perder de vista a su hija. Hay algo de James Bond y hasta de superhéroe (Hartnett rechazó dos veces el papel de Superman) en su caracterización.

De hecho, el director partió de una premisa fuera de lo común. Shyamalan: “Algo que me ayudó en el proceso de escritura fue una consigna que apunté: ‘Todos son inteligentes’. Cooper es increíblemente inteligente. Su hija es inteligente. Los otros personajes de la película son extremadamente inteligentes. Entonces, cuando les das a todos este nivel de habilidad se arma una dinámica muy divertida del gato y el ratón. Alguien hace algo inteligente pero otro viene a importunarlo y a subir la vara de nuevo, y de esa forma se construye un desafío permanente”, dijo.

“Y esto resulta excitante y apropiado, porque divierte mucho a Cooper. Él por lo general puede aprovecharse de cualquiera. Pero ahora se encuentra ante un panorama que lo lleva a decir: ‘Wow, este día en particular me está empujando hacia los límites de lo que soy capaz’”, concluyó el realizador.

Para ver

La trampa. Reino Unido, Yemen, EE.UU., 2024. Guion y dirección: M. Night Shyamalan. Con: Josh Hartnett, Ariel Donoghue y Saleka Shyamalan. Duración: 105 minutos. Clasificación: Apta para mayores de 13 años. En cines.

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