Está imparable: Vélez venció a Independiente y pasó a semis de ...

9 días atrás

Olé

27/09/2024 17:33hs. Actualizado al 27/09/2024 21:22hs.

No lo pueden parar. Vélez avanza. Está dulce. Transita un momento inmejorable en el que se juega un pleno en la ruleta y gana. Invierte y multiplica sus activos. Anda tan entonado, tan derecho, que gana incluso los partidos en los que no exhibe el brillo que lo transformó en el equipo sensación del semestre. Eso fue lo que le pasó ante Independiente: estuvo lejos de mostrar el vuelo que lo llevó a ser el puntero indiscutido de la Liga, pero con su envión triunfal despachó al equipo de Julio Vaccari y avanzó a la semifinal de la Copa Argentina por primera vez en su historia. Y ahora esperará a Boca o GELP.

Vélez sigue ganando. Fotobaires

Para su adversario, en tanto, fue un golpe muy duro. Un impacto que demolió la ilusión de sus hinchas, que se habían entusiasmado con esta Copa y que explotaron la tribuna de la cancha de Lanús desde varios minutos antes del partido. Independiente venía pagando el alquiler y tenía las cuentas al día, pero precisaba demostrar que es capaz de ir por algo más auspicioso que su mera subsistencia. Necesitaba darse el lujo, aunque fuese pequeño, de disfrutar de un plato suculento. No hubo caso. Volvió a fallar. Estiró su karma en una competición en la que nunca logró romper la barrera de los cuartos de final: al igual que en 2019 y 2022, se ahogó otra vez en los cuartos. Demasiado poco para un grande. Demasiada frustración para un club que últimamente se acostumbró a no dar la talla en los duelos relevantes y que se comió un cachetazo de los que duelen.

Se lo atestó Vélez. Un equipo que aun cuando no logra descollar, demuestra que su estructura está consolidada. Que no es casualidad que acumule 12 partidos sin sufrir derrotas, con 11 triunfos. Tampoco lo es que en diez de esos encuentros no le hayan convertido. El de Quinteros es un conjunto que eyecta a la gente de sus butacas cuando se juntan Pizzini, Aquino, Thiago Fernández y Braian Romero. Contra el Rojo las conexiones no afloraron tan seguido, pero cuando lograron asociarse demostraron que pueden ser letales, que acechan en todo momento y fuerzan el error del rival.

Foto: Fotobaires

Lo de Independiente es alarmante. Al equipo de Vaccari se le cortó una racha de ocho encuentros sin derrotas, aunque en los últimos partidos ya venía estancado. Esta vez el retroceso fue grande. Su gente no silbó a los futbolistas como contra Argentinos Juniors (0-0), pero se percibió el disgusto fuerte.

Porque es tan cierto que el primer tiempo de Independiente fue digno como que el equipo se desmoronó después del penal. Y que su técnico contribuyó en la confusión: tras el 0-1 sacó a Ávalos, que aun apagado inquietaba. Y luego reemplazó al capitán, Marcone. Independiente, pese a todo, fue con lo que tenía en el bolsillo. Empujó con muy pocas ideas. Y se ahogó en su mar de limitaciones. El problema del Rojo, está claro, es la falta de generación. Con Saltita apagado, con Loyola sin peso creativo por jugar como lateral, con Santi López decidiendo mal sus buenas intenciones... Por todo eso, pese a tener la pelota pero le faltó fútbol. Y Vélez lo ganó con sacrificio. No tuvo mucho fútbol, pero afloró el corazón. Y entonces el partido fue eso: un Sube y Vacca.