Hunter Schafer nos habla de arte, amor, ambición y de la vida más ...

2 Abr 2024
Hunter Schafer

Hunter Schafer todavía tiene algunas cajas que desempaquetar. Hace unos meses, la actriz y modelo de 25 años adquirió su primera casa en Los Ángeles y poco después se tuvo que ausentar para promocionar Los juegos del hambre: balada de pájaros cantores y serpientes. Cuando me la enseña, está a medio amueblar. De las paredes cuelgan algunos cuadros enmarcados, entre ellos un póster del documental Paris Is Burning. En el suelo de la habitación que se convertirá en su estudio de arte, hay cajas llenas de diarios antiguos, montones de ropa y de libros y un esqueleto verde neón de tamaño natural. Justo en el centro, descansa una caja repleta de perchas dispares.

“Tengo como diez de ésas”, dice riéndose. “Soy un desastre”.

La casa es un proyecto en curso, y ella está aprendiendo sobre la marcha. De repente, sabe cómo funciona un depósito en garantía o cómo distinguir tipos de semillas de césped. “Son cosas de chicas mayores”, comenta. Pero el hecho de poder hacer lo que quiera con la casa, especialmente con todo lo relativo al diseño, le resulta emocionante y abrumador al mismo tiempo. Hace poco, una visita a la casa de una vecina la inspiró para crear un acogedor rincón biblioteca frente a la chimenea del salón.

“¿Te imaginas tener un fuego aquí?”, me pregunta con los ojos brillantes. “Mantener uno encendido me impone un poco, pero ya le cogeré el truco”.

No parece algo que le venga grande a Hunter, quien ha abordado tanto la vida como el arte con afán autodidacta. En 2018, cuando la contrataron para participar en Euphoria, el drama de HBO ganador del Emmy Gen Z, tenía 19 años y nunca antes había actuado. Aprendió sobre la marcha y convirtió a su personaje, la seductora estudiante trans Jules Vaughn, en una guía gene racional. Para su primer papel protagonista en un largometraje —el thriller psicológico Cuckoo, de Tilman Singer, cuyo estreno en cines está previsto para el próximo mes de mayo—, Hunter aprendió a manejar una navaja y a tocar el bajo, rodó sus primeras escenas de acción y le dio un buen repaso al lenguaje de signos americano.

“Le sale energía creativa por las orejas”, me cuenta Dan Stevens, su coprotagonista en Cuckoo. “Es como si tuviera que salir de sí misma”. Recuerda que un día, entre escena y escena, estaban con ella y más gente esperando en una vieja aula con una pizarra. Hunter —que estudió arte en el instituto— cogió los rotuladores como si nada. “Estábamos charlando, levantamos la vista y vimos una cara preciosa dibujada en la pizarra”, cuenta Stevens. Todo el mundo estaba como: “¿Pero es que hay algo que no sepa hacer?”.

Con solo seis años de carrera como actriz, la polifacética Hunter Schafer está muy solicitada. Tendrá un pequeño papel en la próxima película de Yorgos Lanthimos, y otro junto a Michaela Coel y Anne Hathaway en Mother Mary, de David Lowery. Pero sorprendería que Hunter se detuviera ahí, porque, entre otras cosas, también es artista visual, activista, modelo y actriz: un perfil heterogéneo natural y apasionado que parece ser la norma entre las mentes creativas de su cohorte.

Hunter posee una energía radiante y atenta, pese a que a sí misma se describe como “una auténtica chica TDAH [trastorno por déficit de atención e hiperactividad]”. Normalmente no sabe qué día es (en los dos días que nos vemos, sólo la veo mirar su teléfono una vez para utilizar la función “hace un año” de la aplicación de Fotos para recordar lo que estaba haciendo en enero del año pasado). Se alimenta a base de vapeador, té matcha y Coca-Cola. Es curiosa y le gusta hacer tonterías, y sólo se ha negado a responderme una vez, cuando le pregunto por el legendario y selectivo club berlinés Berghain: es una fan incondicional del tecno, y como tiene pensado volver, no quiere “joder el rollo que tengo con ellos”.

Aquí no hay postureo: es la Hunter que sus amigos y colaboradores conocen y adoran. Su amiga y estilista Dara Allen dice que hace gala de una “comprensión casi obsesiva del arte, la moda y la cultura, y podemos hablar de todo a un nivel muy profundo”. Pero también: “Le gusta hacer el bobo”.

Hunter ha estado en el punto de mira de la opinión pública desde los 17 años, cuando se convirtió en la demandante más joven en un pleito contra la ley de la Cámara de Representantes 2 (HB2) de Carolina del Norte, que prohibía a las personas trans utilizar baños públicos que no coincidieran con el género que figuraba en su partida de nacimiento. El activismo de Hunter la lanzó a la fama. Se convirtió en una modelo muy solicitada y, gracias a su papel en Euphoria, tal vez en la estrella trans joven de mayor proyección conocida, una trayectoria que ha recorrido con astucia y muchas ganas. Cada día parecen abrirse nuevas puertas, y está ansiosa por ver qué hay detrás de ellas. En la última década, no ha dejado de hacer cosas.

Algunas personas dicen: “Ah, yo ya he estado aquí muchas veces”, dice Hunter tumbada en el suelo del salón. “No es igual en mi caso, pero sí que en esta vida he pasado por muchas experiencias que te obligan a madurar muy rápido. Y la transexualidad o la fama son cosas importantes en lo que respecta a...”. Chasquea los dedos. “No puedo simplemente improvisar esta mierda. Tengo que ser intencional en mi manera de moverme por el mundo”.

“En cierto modo es una gran suerte, porque siento que me he preparado para la vida que tengo ahora”, continúa. “Pero en otros sentidos es como, no sé, pienso que debería haber sido una niña y haber hecho más el gilipollas”.

Abrigo y vaqueros The Row. Camiseta de tirantes Judy Turner. Zapatos 424 by Guillermo Andrade. Calcetines Comme Si.

Hunter tiene grandes planes para su estudio de arte. Le gustaría arrancar la moqueta y trasladar los óleos y las mesas de costura y de dibujo que tiene en un local alquilado al otro lado de la ciudad para diseñar ropa, pintar y dibujar en casa siempre que le apetezca.

Antes de ser actriz, pensó que podría ser artista. Creció en Raleigh junto a tres hermanos pequeños. Su madre, Katy, es pastora religiosa de jóvenes, y su padre, Mac, es prelado en iglesias presbiterianas locales. Cuando se aburría, la aparcaban en la mesa del café con un cuaderno y pinturas y ella recortaba muñecos de papel y montaba obras de teatro con ellos. En secundaria, Hunter sufrió acoso escolar y tuvo dificultades para integrarse, por lo que sus salidas artísticas se convirtieron en una especie de salvavidas. Cuando empezó a rodar Cuckoo, ya estaba familiarizada con la lengua de signos porque los únicos niños que la acogían en las mesas de la cafetería eran los estudiantes sordos. Le encantaban los cómics —sus favoritas en un primer momento eran las ilustraciones de Skottie Young en la adaptación de El maravilloso mago de Oz— y soñaba con convertirse en ilustradora. Dibujar, dice, siempre fue “mi gran pasión creativa”. Crear personajes femeninos y diseñar sus atuendos era también una manera de explorar sus sentimientos sobre su identidad de género.

“Estoy bastante segura de que lo necesitaba para exteriorizar lo que no podía exteriorizar conmigo misma”, dice Hunter. “Yo era un chica trans que no hizo la transición hasta el instituto. Tenía todo un mundo y una persona dentro de mí que no podía salir como se suponía que tenía que hacerlo. Creo que realmente lo necesitaba como herramienta”.

Hunter salió del armario como gay al inicio de la adolescencia, y luego como trans entre los 14 y los 15 años. En 2016, se unió a la American Civil Liberties Union (ACLU) y a Lambda Legal para luchar contra la ley HB2, no sólo con la esperanza de desafiar la ley, dijo en su momento, sino también para concienciar sobre lo trans y la aceptación en general. Casi de la noche a la mañana, se convirtió en centro de atención a escala nacional y en representante de las guerras culturales; escribía artículos de opinión y ensayos visuales para revistas como Teen Vogue y Rookie y aparecía en las noticias locales. Sus padres estaban a su lado. A ella le aterrorizaba hablar en público, así que su padre, acostumbrado al púlpito, a veces hacía declaraciones públicas en su nombre, y él y Katy concedían entrevistas para expresar su apoyo a Hunter y su lucha.

“Era mucha responsabilidad, y me cambió la vida de una manera que creo que no terminé de entender hasta que ya había sucedido”, cuenta ahora Hunter. “Creo que sentía el deber de protegerme”.

Vestido y guantes Erdem. Zapatos Paris Texas.

Cuando, en marzo de 2017, la HB2 fue derogada, Hunter estaba cursando su último año de secundaria en Winston-Salem y había sido aceptada para estudiar diseño de moda en la ultraprestigiosa Central Saint Martins de Londres. Pero aparcó esos planes tras conseguir su primer trabajo como modelo en Nueva York. Recuerda haber llorado sin parar en el vuelo de ida. “Fue muy doloroso crecer en el cuerpo equivocado”, dice. Incluso con el apoyo que tenía en casa cuando era adolescente, esa sensación había reducido su visión del futuro. Y entonces apareció en el plató de un anuncio y le pagaron por salir ante la cámara. Fue una validación: “No podía creerme lo que estaba pasando”, dice. A los 18 años firmó un contrato con una agencia de modelos y abandonó Carolina del Norte para instalarse en una fábrica de tejidos de Bushwick reconvertida en vivienda con cua- tro y a veces cinco compañeras de piso.

Hunter saca sus viejos diarios y me enseña algunas de sus ilustraciones, entre ellas diseños de ropa que dibujó en torno a los 10 años. Uno de ellos es una camiseta naranja de tirantes con personas cogidas de la mano y con unos vaqueros azules acampanados con la palabra ‘amigos’ en el dobladillo. Encuentra un diario del instituto, lo hojea y se detiene en una página en la que aparece una figura esquelética rosa y naranja haciendo el pajarito junto a la leyenda: “Fuck skool, fuck skool, fuck skool. Sólo quiero ir a Nueva York y no irme nunca. ¡Quiero empezar a vivir!”.

“Uf, es tan malo...”, dice con cierto bochorno cariñoso ante la seriedad de su arte adolescente. Pero: “Oye, pasó. Lo hice”.

Hunter habló recientemente con Zendaya —su compañera de reparto en Euphoria y una de sus mejores amigas— sobre las extrañas pausas que han sufrido en sus carreras. La serie se interrumpió por la pandemia y por las huelgas de guionistas y actores que tuvieron lugar el año pasado, contratiempos inesperados para un elenco que, por lo demás, asciende por los escalones de la fama a toda velocidad.

“Ha sido todo un poco desorientador”, dice Hunter. En marzo de 2020 se mudó a un apartamento justo enfrente del estudio donde rodarían la segunda temporada. El reparto acudió a una lectura de guion a principios de marzo; poco después, la producción se suspendió indefinidamente. Hunter, que entonces tenía 21 años, se pasó los meses siguientes sola, mirando el solar donde se suponía que iba a trabajar. Como para tantos otros, fue una etapa complicada, pero distinta de cualquier otra mala racha anterior.

Hunter se ha referido a esta época en entrevistas a menudo con cierta despreocupación. “Probablemente tuve algo parecido a un colapso mental, me compré una camioneta y crucé el país”, me dijo en un principio. Pero cuando retomamos el tema al día siguiente durante la comida, queda claro que fue una crisis personal intensa y prolongada. “Recuerdo un momento en el que supe que algo iba mal”, dice. Estaba aislada en una ciudad relativamente nueva, a miles de kilómetros de su familia, acababa de hacerse famosa y se sentía suspendida en el tiempo. “Sabía que necesitaba ayuda”.

Toda la ropa y los accesorios de Maison Margiela.

Así que salió de su apartamento y se marchó de Los Ángeles. Ese mes de mayo, cargó su camioneta y empezó a conducir dirección este, hacia la casa de su hermana en Boone, Carolina del Norte. En la carretera sintió un subidón inmediato. “Era lo más feliz que había estado hasta entonces durante la pandemia”, dice. “Mantener los ojos en la carretera ya era algo que hacer”. Pasó por Arizona, Texas y Kentucky, y llegó a Boone cinco días después.

Acabó quedándose unos meses. Mientras estaba allí, ella y Sam Levinson, el creador de Euphoria, empezaron a escribir lo que se convertiría en Los perfectos a m*marla (Parte 2: Jules), el episodio especial centrado en Jules emitido entre las temporadas retrasadas por la pandemia. Hunter coprodujo y coescribió el episodio —la única vez que Levinson ha compartido un crédito como guionista de la serie— y se sintió afortunada de poder verter un montón de toda esa “mierda retorcida” que llevaba dentro. “A día de hoy, sigue siendo una de las cosas que más me han llenado artísticamente”, afirma. Euphoria está contada desde el punto de vista de Rue, el personaje de Zendaya y la mejor amiga e interés amoroso de Jules, y cuando Hunter y Levinson empezaron a escribir, el Equipo Rue empezó “a poner fina a Jules” en Twitter. Los perfectos a m*marla fue una oportunidad de dotar de más matices a la historia. “Quería aportar más de su punto de vista”, dice Hunter. “La televisión es una bestia, pero me encanta que es un personaje al que puedo volver y sobre el que seguir trabajando”. Levinson está escribiendo la tercera temporada de Euphoria y se ha sugerido que incluirá un salto en el tiempo. “Lo único que puedo decir es que también he oído el rumor en las noticias”, zanja Hunter sobre el tema [hace unos días, HBO confirmó que la tercera temporada se retrasa indefinidamente].

Ahora recuerda ese oscuro periodo como una suerte de bautismo de fuego: fue la primera vez en su vida adulta que tomaba una decisión por su propio bien, y no porque se lo exigiera un trabajo.

“Para ser modelo, fui donde me dijeron y viví donde me dijeron”, dice. Para rodar Euphoria, “me mudé justo enfrente del estudio”. Tras su decisión de dejar Los Ángeles se dio cuenta de algo: “Tengo que tener el control y decidir cómo sobrevivir a esto”, recuerda que pensó. “Fue una temporada oscura, pero también me hizo enfrentarme a muchas cosas”.

Toda la ropa Comisión.

Un día, Hunter sabe que dejará a Jules, el papel que hasta ahora ha definido su carrera. “Está profundamente interconectada con lo que soy como persona y con quien era a esa edad”, dice. “Es como un artefacto de mi yo más joven”. Pero hasta que eso ocurra, está buscando nuevos retos, encontrando desamor y crecimiento por el camino.

El rodaje de Cuckoo en Alemania en 2022 supuso su primera vez en un plató de cine y el primer proyecto no supervisado por Levinson. “Estaba nerviosa porque temía no ser capaz de ofrecer el mismo tipo de interpretación ante gente completamente nueva, en un país nuevo, en un plató nuevo y en un formato de rodaje completamente diferente”, dice. “Sentía que tenía que romper esas barreras. Fue como quitarme los ruedines de la bici”.

Stevens dice que, de no habérselo dicho, nunca hubiera adivinado que Cuckoo era la primera película de Hunter. Pero también se dio cuenta de estaba aprendiendo algo sobre sí misma en el proceso. “Podías ver cómo se metía en el papel y cómo crecía al darse cuenta de que podía hacerlo”, dice. Su director también se quedó impresionado. “Hunter tiene algo especial”, dice Singer. “Tiene una forma única de mostrar sus emociones y de hacerlo sin miedo. Es relajada, pero no informal”. También congeniaron en la pista de baile de Colonia, donde salían a bailar tecno casi todos los fines de semana: “Le gusta lo duro”, dice el director alemán con admiración. A Hunter la experiencia le abrió los ojos. “Ahora que he descubierto el oficio de la interpretación y que no es algo aterrador a lo que siento que me han arrojado, lo entiendo”, concede. “Es algo en lo que puedo encontrar un poco de levedad y alegría”.

Por aquel entonces aún se estaba recuperando de una ruptura amorosa con el actor y cantautor Dominic Fike, a quien conoció durante el rodaje de la segunda temporada de Euphoria, en 2021. “Tenía todas esas emociones reprimidas”, cuenta Hunter. Como Gretchen, su personaje de Cuckoo, “conseguí exorcizar muchos de los sentimientos de ruptura por los que estaba pasando” (retomaron la relación tras regresar de Alemania, pero volvieron a cortar en abril del año pasado). Antes de Fike, Hunter nunca había salido con un hombre y pensaba que nunca lo haría. “Había tenido muchas experiencias de mierda con hombres, no por salir con ellos, sino por la vida en general”, cuenta. “Creo que había levantado un muro demasiado grueso a mi alrededor”.

Estar con Fike le permitió “superar muchos de los sentimientos de desdén que sentía hacia los hombres”, dice. “Creo que ese aspecto había inhibido muchas de mis amistades con hombres, y salió bastante de eso a la luz. Tuve una relación realmente hermosa [con Fike], y me abrió mucho en ese sentido”. Según Hunter, también era la primera vez que salía públicamente con otro famoso y eso hizo que la ruptura fuera aún más dolorosa. “Había salido con otros famosos antes, pero no se sabía”, aclara. “Era totalmente diferente”.

¿Cómo quién?, pregunto, y ella niega amablemente con la cabeza. “La gente a quien le importa lo suficiente y ha investigado probablemente sabe lo que pasa”.

¿Es alguien con quien recientemente has ido a comprar muebles?

Hunter se ríe. Sí, admite, pero aún no ha dicho su nombre. En realidad, no está segura de si debería estar hablando de esto, así que lo dejo y seguimos adelante.

Toda la ropa Prada.

Al día siguiente, le pregunto a Hunter si ha visto a su amiga, la cantante española Rosalía, con quien la vieron comprando muebles y con quien se la relaciona desde hace tiempo. Hunter sonríe. Lo habló con Rosalía la noche anterior, dice, y está feliz de confirmar que salieron durante unos cinco meses entre otoño e invierno de 2019 (Hunter dice que tuvo que quedar varias veces con ella para darse cuenta del rollo que había y concluir que aquello eran citas). Hoy son amigas, algo de lo que Hunter está orgullosa. Últimamente se las ha visto por la ciudad bebiendo batidos y probando sofás. “Tengo amistades muy bonitas con gente con la que tuve una relación sentimental”, dice. Rosalía “es de la familia pase lo que pase”.

“Se ha especulado mucho durante mucho tiempo”, concede Hunter. “Una parte de nosotras quiere acabar con todo eso, y otra dice: ‘¡Pero por qué, si no es asunto de nadie!”. Pero al final “es algo que me alegra compartir. Y creo que ella también lo siente así”.

Cuando hablamos, Hunter está soltera y no tiene prisa por cambiar. “En cierto modo, todavía me estoy recuperando de mi última relación”, dice refiriéndose a la ruptura con Fike. “Quiero estar bien del todo antes de lanzarme a otra cosa”. También se está recuperando de otras maneras. El verano pasado, su querido colega y amigo íntimo Angus Cloud murió de una sobredosis accidental, dejando a la unida comunidad de Euphoria devastada. Cuando sale el tema durante la comida, Hunter se echa a llorar y yo me arredro, insegura de si quiere hablar de ello en público. Ella y Cloud —que interpretaba a Fez, el lacónico y protector traficante de drogas— tenían la misma edad, y Euphoria también supuso para él su primer papel como actor. En muchos sen- tidos, crecieron juntos, dentro y fuera de la serie. Pero Hunter dice que se siente preparada para hablar de Angus.

“Nunca había tenido un amigo tan cercano y además de mi edad”, dice secándose las lágrimas. “Es totalmente surrealista. No tiene sentido. Y sí, es nuevo, es un tipo de duelo distinto”.

“Viene y se va al azar”, continúa. “A veces cuando estoy en el puto váter. Es algo... no sé. El duelo es jodidamente raro”.

Pero quiere que se sepa que su amigo era especial. “La gente se enamoraba de Angus”, dice Hunter. “Él era parte del alma de Euphoria. Siempre hay gente que es demasiado buena y demasiado pura para el mundo. Era un puto ángel. Era puro sol”.

Chaqueta Loro Piana.

Gran parte de las obras de arte que Hunter realizó en el instituto dialogaban directamente con la ley HB2, como un par de prendas de ropa interior rojas con manos gigantes cubriendo la entrepierna y el mensaje Peel away every perception estampado en las manos y en la cintura. “Sentí que tenía que responder a todo lo que estaba sucediendo en Carolina del Norte con mi arte, cuando en realidad no quería que tratara necesariamente sobre eso”, explica. En mi cabeza pensaba: “Soy trans. Debería hacer arte sobre esto”.

Cada vez se siente menos obligada a que su arte se base en su vida o a que hable de ella, o directamente a que se centre en la experiencia trans. Le gustaría trabajar en obras más libres y sin ataduras y que no la encasillen en su identidad. Hunter sabe que su interpretación de Jules —un personaje trans joven profundo y complejo— ha marcado la diferencia, especialmente en un momento en el que los jóvenes trans están siendo despojados de sus derechos en EE UU: el pasado mes de agosto, Carolina del Norte, su lugar de nacimiento, se convirtió en el vigésimo segundo estado en promulgar leyes que restringen o prohíben el acceso de los menores trans a tratamientos médicos de afirmación de género, a pesar de que cada vez más jóvenes se identifican como trans en todo el país. Human Rights Campaign calculó que, en noviembre de 2023, el 35% de los jóvenes trans en edad de asistir a la escuela secundaria residían en estados que han prohibido el acceso a este tipo de atención médica. Pero también está deseando que llegue un momento en el futuro en el que su identidad —y la de otras personas queer y trans que viven y trabajan a ojos del público— ya no sea lo primero que se mencione, o quizá ni siquiera se mencione. Según Hunter, avanzar hacia ese objetivo ha sido el resultado de una estrategia. “No ha sucedido de forma natural ni mucho menos. Si no hiciera nada, seguirían poniendo ‘actriz transexual’ antes de cada artículo”. Últimamente ha evitado incluso pronunciar la palabra trans en las entrevistas.

“En cuanto lo digo, se me quitan las ganas”, dice. “Tardé un tiempo en verlo y en darme cuenta de que no quiero [que me reduzcan a] eso; me parece degradante para mí y para lo que quiero hacer. Me harté de hablar de ello especialmente después del instituto. He trabajado muy duro para llegar hasta donde estoy, he superado los durísimos momentos de mi transición, y ahora sólo quiero ser una chica y seguir con mi vida de una vez”.

“Es un privilegio, pero ha sido muy intencionado”, continúa. “Me han ofrecido montones de papeles trans que no he aceptado. No quiero hablar de ello”.

Hunter entiende mejor que nadie que su trabajo particular requiere más trabajo extracurricular que el de algunas de sus compañeras estrellas de Euphoria. “Sé que en estos momentos soy una de las personas trans más famosas en los medios de comunicación y me siento responsable, y quizá un poco culpable también, por no ser ya una portavoz”, confiesa. “Pero creo de verdad que no convertirlo en el elemento central de lo que hago me permitirá llegar más lejos. Y llegar más lejos y hacer cosas increíbles será mucho más útil para el ‘movimiento’ que hablar siempre de ello”.

Camiseta Artifact. Camisa Raimundo Langlois. Pantalones cortos Supreme. Collar Bare Collection Roseark.

Excluir lo trans de su relato es un privilegio que Hunter se ha ganado precisamente por haber pasado sus años de formación defendiendo los derechos de los transexuales y sus veintipocos años retratando a un personaje trans cuyo argumento está muy entrelazado con su propia vida. Aquí hay una metacualidad de la que ambas somos conscientes: la de tener que reconocer la cosa en lenguaje llano para que no tenga que ser reconocida algún día. Hunter sabe que para llegar a ese punto es necesario que personas como ella rompan continuamente el molde, que esbocen una sonrisa, que hablen de ello para que la gente lo entienda. Pero los años de juventud que pasó defendiendo el movimiento y siendo una estrella alegre y complaciente le han pasado factura. No es tanto que se haya insensibilizado como que se ha vuelto más cínica para protegerse. En resumen, ha madurado. “He perdido un poco el interés por alcanzar una especie de utopía”, dice. “Me parece bien que la gente me odie por ser trans o que me llame hombre. Ya no me interesa convencerles mientras puedas mantenerte en tu carril” —señala a lo lejos, al otro lado de la habitación— “Trabaja. Trabaja. Hazlo. Yo voy a estar aquí con la gente a la que quiero”.

En esta etapa de su vida, Hunter está mucho más interesada en ocuparse de la parte interior y espiritual de su transexualidad y en compartirla con las personas que la hacen sentirse segura y arropada. El año pasado dirigió el vídeo musical de Why Am I Alive Now?, de Anohni and the Johnsons y reflexiona sobre una conversación que mantuvo con Anohni.

“No conozco a muchos trans mayores y me dijo una cosa que se me quedó grabada a fuego”, dice, y parafrasea: “La madre naturaleza persiste. Ha habido personas trans durante mucho tiempo y sigue habiendo más y más entre nosotros. Así que ahí hay algo. Ahí hay algo”.

“Creo que todo esto tiene algo de cósmico y místico”, continúa. “Cuando observo el arte de otras personas trans, veo una frecuencia, una especie de hilo conductor, un sonido o una estética que son constantes. Creo que probablemente se deba a nuestra experiencia com- partida, que es única. Tiene algo de espiritual y mágico. Vale, también es una mierda, pero tampoco lo haría de otra manera”.

Como Hunter no se propuso ser actriz, tiende a hablar de su carrera como si fuera un feliz accidente o un sueño del que podría despertar en cualquier momento. Cuando está trabajando entre proyectos, como ahora, tiene la costumbre de pensar en todos los caminos que podría tomar su vida. “Siempre me rayo un poco con la idea de si realmente estoy destinada a hacer esto”, dice. “A juzgar por cómo me está yendo, creo que podría seguir actuando un tiempo, lo cual está genial, pero hay muchas otras cosas que quiero hacer que he dejado aparcadas y que no quiero dejar pasar”.

Stevens, su coprotagonista en Cuckoo, ya ha pasado por esto antes. “El error que suele cometer la gente es elegir sólo una opción”, dice. “Y eso es algo que ella no hace. Creo que puede triunfar en lo que quiera que se proponga. No me parece algo demasiado ambicioso porque tiene talento”.

Le gustaría retomar su práctica artística y exponer en su propia galería. Quiere crear una marca de moda, pero no a la manera de una celebridad de medio pelo; primero le gustaría volver a la escuela de diseño de moda y aprender a confeccionar y a coser. “Quiero estar a la altura de Alexander McQueen”, dice. También quiere hacer más cosas como actriz: una comedia romántica, quizá un musical —en Cuckoo canta, y su canción de karaoke favorita es It’s Oh So Quiet, de Björk— y seguir aprendiendo a tocar el bajo. ¿Eso es todo? le pregunto. “¡No!”, contesta. También quiere pinchar en una fiesta. Le encanta Nueva York y piensa comprarse una casa allí. “Me gusta más mi vida social y mi vida sexual allí”. Celebró su 25 cumpleaños en Manhattan, corriendo por Dimes Square con sus amigos más íntimos. “Voy a serte sincera: habíamos tomado un poco de ácido”, confiesa. Fue lo justo para que les entrara la risa floja. “En el momento álgido, había una lámpara en la habitación de mi amiga que daba mucha energía y le empezamos a gritar”.

Camisa Noah. Vaqueros Willy Chavarría. Anillo en el ombligo, propio.

También seguirá escribiendo y dirigiendo. Hacía tiempo que fantaseaba con tener una carrera como la de Michaela Coel, la actriz y cineasta británica autora de Chewing Gum y Podría destruirte, y ahora se encuentra en condiciones de conseguirlo. (¡Y mucho más! Desde que rodó Mother Mary, se ha hecho amiga de Coel y de su coprotagonista, Anne Hathaway). Está volviendo a ver Girls, una serie que adora y a la que se refiere como una “serie de época”, un comentario acertado, pero humillante para una periodista millenial. “En el sentido estético”, aclara (“su ropa me parece tan exagerada”, dice, con el tono de alguien que contempla una civilización antigua por primera vez. “¿Realmente era así?”). Ha conseguido que algunos de sus amigos la vean, y le ha inspirado para llevar a cabo algunos proyectos narrativos: “Hemos pensado mucho en una serie sobre chicas trans del estilo”. Pero quiere aprender a dirigir un poco más —hacer unos cuantos vídeos musicales más y luego un cortometraje— antes de permitirse pensar en dirigir su propia serie o película. Sin embargo, sabe que disposición para el trabajo no le falta: “Soy una Capricornio en toda regla. Quiero controlarlo todo”.

Es una sensibilidad que la acompaña desde que era pequeña, cuando se imaginaba con un traje y se lo ponía a una muñeca de papel. No ha dejado de cultivar y aplicar esa sensibilidad a todas las facetas de su vida creativa desde entonces. “La sensación de que se te ocurra algo que luego puedes materializar es muy especial. Es algo incomparable. Es mejor que las drogas”.

“Hacer cosas te hace disfrutar de verdad”, dice. “Para mí es una razón para vivir”.

Camisa Noah. Vaqueros Willy Chavarria.

Emma Carmichael es periodista y guionista en Nueva York y Los Ángeles.

Una versión de este artículo apareció originalmente en el número de abril/mayo de 2024 de GQ con el título Reina de la juventud.

CRÉDITOS DE PRODUCCIÓN:
Fotografías: Bryce Anderson
Estilismo: Heidi Bivens
Peluquería: Ward Stegerhoek para Home Agency
Piel: Jo Strettell para Walter Schupfer Management con Shiseido
Uñas: Ashlie Johnson para The Wall Group
Sastrería: Yelena Travkina
Escenografía: Robert Doran para Frank Reps
Producción: Mara Weinstein para Luckystar Productions

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