El pintoresco pueblo a menos de una hora de Lisboa que está a ...

18 horas atrás
Alcochete, en Portugal (Adobe Stock).

A tan solo unos kilómetros de Lisboa, se encuentra un mundo de tranquilos pueblos que conservan su autenticidad y encanto. Estos ofrecen una combinación única de historia, naturaleza y tradiciones que los convierten en destinos ideales para una escapada. Es por ello que estas localidades destacan por sus calles empedradas, arquitectura típica y una rica conexión con el entorno natural, desde playas fluviales hasta parques protegidos. Explorar estos pueblos es descubrir la diversidad de Portugal mientras se disfruta de una experiencia relajada y auténtica lejos del ajetreo urbano.

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De este modo, apenas a 40 kilómetros de Portugal, en la otra orilla del Tajo, Alcochete es un rincón que combina una rica historia, tradiciones arraigadas y una naturaleza deslumbrante. Así, este tranquilo lugar es conocido por su belleza y por ser un importante centro de producción de sal durante siglos, ofreciendo a sus visitantes una experiencia única que mezcla patrimonio, cultura y paisajes inolvidables.

La historia de Alcochete está profundamente conectada con su ubicación privilegiada junto al Tajo. Los registros más antiguos indican que esta zona ya estaba habitada en tiempos romanos, cuando comenzó a explotarse la producción de sal, una actividad que se convirtió en el motor económico del municipio durante la Edad Media. En el siglo XV, Alcochete ganó relevancia al convertirse en un lugar frecuentado por la realeza portuguesa. De hecho, el rey Manuel I, conocido como “El Afortunado”, nació aquí en 1469, un hito que marcó la historia de este pueblo.

Sin embargo, con el tiempo, la industria de la sal perdió protagonismo, pero el municipio supo reinventarse como un destino turístico y cultural. Tanto es así, que uno de los principales atractivos del pueblo son sus salinas, que ofrecen una ventana al pasado del municipio. Estas salinas, que se encuentran en el Estuario del Tajo, forman parte de un ecosistema único donde se pueden observar aves como flamencos y garzas. Visitar las salinas es una experiencia que combina historia y naturaleza, ideal para los amantes del ecoturismo.

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Alcochete, en Portugal (Adobe Stock).

Para descubrir la verdadera esencia de Alcochete es necesario pasear por las estrechas calles de su casco antiguo, el cual permite descubrir la arquitectura típica portuguesa en todo su esplendor. Las casas blancas con detalles azules, adornadas con balcones de hierro forjado y macetas floridas, crean un paisaje pintoresco que transporta a los visitantes a otra época. Las calçadas portuguesas (pavimentos decorativos) guían el camino hacia rincones llenos de historia y encanto como es la iglesia matriz de San Juan Bautista.

Este templo, construido en el siglo XV, es uno de los puntos culminantes del casco antiguo. Su impresionante portal manuelino, con intrincados detalles esculpidos en piedra, invita a explorar su interior, decorado con azulejos tradicionales que narran escenas bíblicas. Además, el campanario ofrece vistas panorámicas del estuario del Tajo, brindando una experiencia única para quienes se aventuran a subir.

El casco antiguo también está salpicado de pequeñas plazas, como la Plaza de la República, donde se encuentran cafeterías tradicionales y tiendas locales que venden productos artesanales. Los visitantes pueden disfrutar de la tranquilidad del lugar mientras degustan dulces típicos como las “pinhoadas” o se dejan llevar por la calma que caracteriza a este histórico rincón portugués.

Alcochete, en Portugal (Adobe Stock).

Otro de sus grandes atractivos es el Parque Natural del Estuario del Tajo, el cual pertenece en parte a Alcochete. Se trata de una de las áreas más importantes para la observación de aves en Portugal, siendo un refugio para miles de aves migratorias que atraviesan Europa, y su belleza paisajística lo convierte en un lugar perfecto para los amantes de la fotografía y la naturaleza. Pero esto no es todo, pues en este enclave se ubica uno de los tesoros de la región.

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Se trata de la Praia dos Moinhos, un refugio de tranquilidad en Alcochete y uno de los lugares preferidos tanto por locales como por turistas. Esta playa fluvial, situada junto al estuario del Tajo, ofrece un entorno sereno para quienes buscan relajarse o disfrutar de actividades al aire libre. La playa es conocida por su belleza natural y por ser un excelente punto para la práctica de deportes acuáticos como paddle surf, windsurf y kayak. Sus aguas tranquilas y las suaves brisas hacen que sea ideal tanto para principiantes como para deportistas experimentados. Además, la cercanía de instalaciones permite alquilar equipos y recibir clases en caso de ser necesario.

A su vez, el entorno de la Praia dos Moinhos también invita a los amantes de la naturaleza a explorar sus alrededores. Los senderos cercanos ofrecen vistas panorámicas del estuario y permiten la observación de aves, convirtiéndola en un lugar perfecto para los entusiastas del ecoturismo. Por la tarde, la playa se transforma en un escenario ideal para contemplar el atardecer. Las tonalidades doradas del cielo reflejadas en el agua crean un ambiente mágico, con Lisboa recortándose en el horizonte como telón de fondo. Es un momento único que captura la esencia de este rincón de Alcochete.

Desde Lisboa, el viaje es de alrededor de 40 minutos por la carretera IP1. Por su parte, desde Évora el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 10 minutos por la vía A6 (hay peajes).

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