Es un antes y un después de Guardiola
Ya hay un antes y un después de Guardiola en la dirección técnica, le digo a un colega colombiano.
-¿Tanto así? ¿No es mucho?, -me responde. -¿Y Ancelotti? -agrega.
Ancelotti es un excelente conductor de grupos, también Klopp, Tuchel, Simeone, Xavi, Scaloni son buenos. Y tantos otros. El tema no va de títulos, que Guardiola tiene el doble de casi todos, va de ser revolucionario. Rinus Michels, para muchos entendidos, incluso France Football, The Times y otras publicaciones, es el mejor entrenador de la historia. Y nunca fue campeón del mundo ni de Champions. No le hizo falta, dejó un legado que cambió la forma de entender el juego, de practicarlo. Lo mejoró. Hasta él, el fútbol era posicional, a la antigua, el lateral jugaba de lateral, el 9 de 9, nadie salía de su zona, se marcaba poco y todo era más o menos como se había inventado ochenta años antes. A partir de Michels nacieron una serie de conceptos desconocidos como la dinámica continuada, la rotación constante, el todos juegan de todo, la presión, la tenencia de pelota, el adelantamiento para dejar fuera de juego al rival. Y, en el proceso de intentar entenderlo, los rivales recibían cuatro y cinco goles. Fue denominado “fútbol total”. Este deporte cambió para siempre a partir del amsterdamés.
Es cierto, al llegar al Ajax, Michels se encontró con un chico de 18 años muy bueno, de apellido Cruyff, y con Piet Keizer y Win Suurbier, pero los demás eran NN. El Ajax era un equipo semiamateur y con Michels inició su transformación. El Ajax llegaría a dominar Europa y Holanda surgiría como una potencia mundial. A nadie se le ocurrió decir “seguro… con los millones del Ajax hasta mi abuela sale campeón”, o “con Cruyff yo también gano”, o “por qué no lo hace con el Getafe…”. En la tabla de técnicos más ganadores, Michels marcha en el tercer pelotón, no figura ni entre los veinte primeros; en cambio, al enunciarse a los genios del juego, peleará siempre el primer puesto.
Cuarenta años antes que Rinus hubo otro innovador, el inglés Herbert Chapman, conocido como El padre de la táctica, creador de la llamada WM, pues presentaba cuatro líneas: 3-2-2-3 y eso formaba las dos letras. Previo a Chapman imperaba el llamado “sistema clásico” o 2-3-5. Chapman sorprendió y el Arsenal, su equipo, ganó cinco ligas consecutivas en Inglaterra. Luego, como sucede siempre, los demás adoptaron su fórmula y otros se atrevieron a probar nuevas.
A los 32 títulos que acumula como técnico, Guardiola puede sumarle tres más en los próximos veinte días: la Premier, la Copa Inglesa y la Champions. No obstante, no agregarán nada a su dimensión de sabio. La sensacional victoria de su Manchester City sobre el Real Madrid por 4-0 en la semifinal de Europa, deslumbrante, arrolladora, puso de nuevo en el centro de la consideración al estratega (nunca tan justa la palabra) oriundo de Cataluña. Fue tal la superioridad que el Madrid parecía un equipo liliputiense tapado por la sombra de un gigante. Nunca le permitió siquiera intentar una reacción seria. Borró a Vinicius, a Benzema, a Modric, a las posibles válvulas generadoras de juego. Lo destrozó con ese fútbol de terciopelo, de pases y toques infinitos.
La prensa madridista, con un grado de penetración brutal en América Latina e incluso en Europa, genera tendencias de opinión. Nunca olvidemos que Guardiola es una bandera del Barcelona; para minimizarlo, fabricó de Pep la imagen de que gana porque dirige en equipos millonarios que le compran todos los cracks, pero que aun así proclama un fútbol ingenuo y aburrido, con demasiados pases inocuos. Y que es un técnico de entrecasa que suma ligas, pero no Champions.
Al mismo tiempo, según esa misma corriente, los mejores jugadores del mundo son los del Madrid: en esa línea, Vinicius es ahora mismo superior a Messi, Haaland y Mbappé, Benzema es el merecido Balón de Oro, Modric un fenómeno y también Balón de Oro, Militão, Rudiger y Alaba los mejores centrales del momento, Courtois el número uno entre los número uno… Que en gran medida es cierto, son fantásticos futbolistas todos ellos. Pero luego, tras semejante demostración de juego del Manchester City aplastando al Madrid (en Champions), bailándolo, declamaron: “Claro, con todas sus estrellas, ¿cómo no va a ganar?”, “No se puede competir contra un club-Estado”, “Nadie tiene el poder económico de los árabes”.
Preguntamos: ¿Stones es una estrella? ¿Akanji es una estrella? ¿Walker, Ruben Dias, Gundogan, Rodri, Bernardo Silva, Foden, Julián Álvarez son estrellas? Nadie hablaba de ellos antes de llegar al City. Podemos dar el rótulo de galácticos a De Bruyne y Haaland, de acuerdo, el resto son buenos o muy buenos futbolistas que estaban al alcance de cualquiera de los clubes poderosos de Europa. Y De Bruyne se hizo galáctico allí, en Mánchester.
Ya que hablamos de poder económico: la última oferta del Madrid por Mbappé fue de 220 millones de euros. ¡Eso es tener plata! No lo fichó porque Kylian prefirió seguir en el Paris Saint Germain. Mientras el Madrid insistía por él ante el PSG, el City se llevó a Haaland por 60. Con aquellos 220 el Madrid se compraba cuatro Haalands, simplemente no lo supo ver, el City sí. Guardiola pagó 50 millones por Bernardo Silva, Tchouameni le costó 80 a Florentino Pérez. ¿Quién es el más rico de los dos?
Millones aparte: si el miércoles jugaban los mismos veintidós, pero cambiábamos los técnicos, ¿cómo terminaba el partido? Posiblemente ganaba 4 a 0 el Madrid. El factor desequilibrante es Pep, su método, su idea, indescifrable para los técnicos rivales. Nunca nadie ejerció tanta influencia en el juego, sobre todo en los tiempos modernos, donde siempre hemos escuchado que “ya está todo inventado”. Pero él sigue inventando.
Puesto por puesto, el Madrid supera en calidad al City; el City lo aplasta en juego de conjunto por el sistema de Guardiola. Desde luego que Pep necesita buenos intérpretes para concretar su idea, esto es fútbol no futbolín, no son muñequitos manejados desde afuera. Todos necesitan buen material para llegar al éxito. Pero, atención, en esta temporada el City fichó por 150 millones y vendió por 186. Pasa que hay buen ojo. Si mañana Guardiola rompiera con el City y anunciara que quiere 100 millones de euros anuales de contrato, habría una cola de clubes pujando por contratarlo. De Inglaterra solamente, seis o siete. El fenómeno es él.
“¿Por qué no hace lo mismo con el Almería?”, preguntan en Twitter, esa fuente de sabiduría. Con la misma dotación que hoy tiene el Almería, lo optimizaría, en tres meses, una vez captada su idea, mejoraría notablemente su rendimiento y con un par de refuerzos empezaría a pelear puestos de copas europeas. Lo explicó Thierry Henry: “A mí me desprogramó y me reprogramó”. Y agregó: “Aprendí a jugar de nuevo a los 30 años. Después de lo que había conseguido al nivel del Arsenal, Mónaco, Juventus e internacional, vi y entendí el juego de una manera diferente. Entendiendo el espacio, quedarse en tu posición, dar el 100 % en todo, incluso cuando frenábamos para tomar agua tenías que volver corriendo. Cada pequeña cosa... su atención a los detalles, todo”.
Legiones esperan que alguna vez Guardiola salga aunque sea segundo, para desfogarse: “¿Viste?, te dije, es un tronco”. Pero no se ilusionen... (O)