Por qué quedó eliminada Furia, la mejor jugadora de la historia de ...
La respuesta a la pregunta del título es simple: porque este último partido lo jugó sola contra el resto del mundo, o algo así. Era el fandom de Furia -el más fiel, cumplidor, comprometido con la causa del juego, estridente y generoso del reality- versus el combinado de los fanáticos de aquellos participantes que jugaban contra ella. Se unieron -sumaron sus billetes, literalmente- para poder sacarla. ¿Es lícito? Lo es. ¿Es justo? Quién sabe. Lo que sí se sabe es que con su salida pierde el programa. Y perdemos aquellos que veíamos en ella un personaje televisivo estupendo.
Fue la mejor jugadora de todos los Gran hermano que se hicieron en la Argentina, desde el 2001. Dicho esto, entre miles de voces, también por dos de los que hasta ahora eran considerados los mejores: Gastón Trezeguet y Cristian U.
Ellos saben de esta aventura, saben de estrategias, saben ver en un jugador equis si tiene filo para cortarse. Saben distinguir al diferente, al arriesgado, al ajedrecista de TV. A ellos dos, como a muchos televidentes, los silenciosos, pusilánimes y tibios los aburren. Y, entre otros verbos, desde el 11 de diciembre -día en el que entró a la casa en medio del pelotón de 20 participantes, al que a la noche siguiente se le sumaron dos- Furia entretuvo como nadie.
No hablo del entretenimiento de la mera diversión, sino de la generación de contenido, del riesgo de irritar, de incomodar en la casa, de ser un obstáculo en la carrera de los otros. Porque ella entró para ganar. No pudo.
Las cifras dicen que la sacó el 62,4 por ciento de los votos de la gente, dato cierto, objetivo, incuestionable. Ahora, la repregunta sería: ¿de verdad la mayoría del público quería dejar de verla? ¿O sólo los que pudieron pagar por su voto? De hecho, desde la primera gala hasta la de este martes, las encuestas en las redes, gratuitas y anónimas, nunca coincidieron con el resultado final.
Tras un mano a mano con el Chino, Furia fue seleccionada para abandonar la casa
Y eso que Juliana generaba en la casa, esa búsqueda de la inestabilidad ajena, era lo que la hacia rica televisivamente hablando. Se sabe el manual de GH de memoria, sabía a qué cámara hablarle, cuándo y cómo. No desperdició un minuto. Supo cuándo convenía dejarse ver y cuando mostrarse, que no es lo mismo, y más en una casa que tiene cámaras hasta en el baño.
No es un club de amigos
Está claro que no debe ser una persona fácil para convivir y más en un encierro elegido (que no es lo mismo que obligado, porque ahí entró el que quiso). Pero de eso también se trata este formato holandés que pone en jaque la tolerancia y la paciencia.
Muchos de los que la han votado y casi todos los que la han padecido le cuestionan su ideología, sus dichos (regaló frases desafortunadas casi a diario, la última sobre el Sida), su agresividad, su virulencia verbal, su honestidad brutal, su todo.
"La justicia se festeja y se festejó en el obelisco", escribieron en sus redes los ex hermanitos de Juliana Scaglione.
Vaya uno a saber si es la amiga ideal, la pareja perfecta, la mujer que le saca lustre a sus valores. El error está en esperar algo de eso en una persona que se aisló del “afuera” -como dice la jerga de GH- para cumplir su sueño con todas las herramientas que la producción habilitó. Se puede gritar, mentir, complotar, fingir, querer, no querer, victimizarse, dar el consentimiento (lo dio más de una vez para compartir cama con algún compañero). No echó mano a ningún verbo prohibido por el reglamento.
Para la lealtad y todos los sustantivos importantes de la vida están los bares, los divanes, los abrazos, los vínculos verdaderos. Los que buscan moralina en cada gala deberían apelar al zapping. GH no es un club de amigos, ni una religión, ni una militancia.
Furia fue a desplegar su estrategia y su histrionismo. Y en es sentido brilló. Sí es cierto que llegó a este mano a mano con El Chino cargada de sanciones y advertencias, pero ni eso ni todas las placas por las que pasó la habían podido sacar.
Este todos contra una -y en ese todos está Virginia, la que quería una final de mujeres, se empecinó en nominar al grupo de El Chino y en la gala del lunes lució la remera roja del “Team Chino”- fue demasiado para ella y para su fandom, el mismo que se reunió en el Obelisco hace tres meses para celebrarle el cumpleaños.
Furia, la entrenadora a la que en medio del juego le diagnosticaron leucemia y decidió seguir en el reality, no se imagina lo que le espera afuera.
La historia del programa dirá que no ganó, que El Chino la sacó, que sus compañeros (amontonados, mezclados) le arrebataron esta última batalla: desde afuera, claro, con la biblia del despecho bajo el brazo. Como tan bien los definió este martes Trezeguet: "El club de los resentidos".
Pero, gane quien gane la final, el del 2024 será el Gran hermano de Furia. Como el del año pasado fue el de Alfa. Al fin de cuentas, no siempre se gana ganando. A veces se gana dando pelea.