¿Inclinará Giorgia Meloni la balanza de la nueva Europa?
Sin duda Giorgia Meloni es la gran vencedora de las elecciones europeas en cuanto a desafío interno se refiere, porque Fratelli d’Italia no solo se ha mantenido sino que ha mejorado el resultado de las elecciones de 2022 y se confirma como el primer partido de Italia con 6,7 millones de votantes y el 29% de los votos emitidos.
¿Pero será suficiente para garantizar a Meloni un lugar central en el nuevo equilibrio europeo? Sí y no.
Sí, porque Meloni es una de las pocas líderes en el poder que no ha sido castigada por los votantes, lo que reforzará la credibilidad de la primera ministra italiana en Bruselas. El problema es que Meloni se verá rodeada de líderes debilitados: el gran perdedor, Emmanuel Macron, ha convocado elecciones legislativas anticipadas en Francia y, salvo sorpresa, se verá obligado a cohabitar con un gobierno de derechas, lo que reducirá el peso de París en Europa.
El canciller alemán, Olaf Scholz, sale traumatizado de los comicios, que han supuesto la crisis del partido socialdemócrata alemán, el SPD, y el ascenso de Alternativa para Alemania, un partido antisistema actualmente considerado neonazi.
Italia luchará por mantener su habitual posición intermedia entre París y Berlín tratando de impulsar su propia agenda, alternando entre un aliado y otro. Meloni desarrolló una relación privilegiada con Polonia mientras gobernaba la derecha soberanista del PIS, pero ahora está el moderado y europeísta Donald Tusk, que no puede estar en sintonía con Meloni.
La cosa es que Meloni ha reforzado su posición en el palacio de Chigi y eso cuenta en Europa.
La centroderecha italiana ha confirmado su ventaja en términos electorales: cuando un partido ya no convence, los desilusionados se pasan a otra fuerza de la coalición en lugar de dispersarse o de abstenerse.
La Liga de Matteo Salvini ha pasado del 34% al 9% en cinco años, pero Forza Italia ha salido reforzado gracias al liderazgo del ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, que presentó su partido como la fuerza más europeísta de la coalición, la única incluida en uno de los grupos políticos del Parlamento Europeo que ha estado y estará en la mayoría: el Partido Popular Europeo (PPE). El 9,62% obtenido por Tajani parece casi un milagro si tenemos en cuenta que se trata de las primeras elecciones sin su fundador, Silvio Berlusconi.
Giorgia Meloni es la presidenta del ECR (Conservadores y Reformistas), que se sitúa a la derecha del Partido Popular Europeo, la fuerza que más eurodiputados ha obtenido y que tiene a Ursula von der Leyen como candidata a presidir la Comisión Europea. En 2019, Meloni no votó a favor de von der Leyen, aunque desde entonces ha construido una sólida relación con la exministra alemana, sobre todo gracias a la gestión de los fondos del Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia, y al apoyo de la Comisión a las políticas migratorias del gobierno italiano.
Antes de las elecciones, von der Leyen temía que iba a necesitar los votos de Meloni para obtener la mayoría necesaria de 361 eurodiputados, razón por la que iba y venía constantemente de Italia.
En cambio, los tres partidos de la coalición que apoya a von der Leyen desde hace cinco años (Populares, Socialistas y Liberales) siguen teniendo suficientes diputados para superar ese umbral. Si quiere llegar más lejos, a von der Leyen le convendría más acercarse a los Verdes para defender las medidas del Pacto Verde, que moverse hacia la derecha, porque correría el riesgo volverse irrelevante, al menos en el contexto actual.
Muchos aventuran que Meloni no tendrá reparos en abandonar el grupo de los Reformistas y Conservadores (ECR), una agrupación poco homogénea que nació cuando el ex primer ministro inglés David Cameron buscaba refugio a la espera del Brexit y fundar un nuevo grupo o situarse de alguna manera en la antesala del PPE.
Si Meloni se desmarca de los derechistas, que están fuera de las posibles coaliciones, podrá volver al centro y demostrar su peso entre los diputados, aunque no todos los miembros del PPE están dispuestos a acogerla, al menos no de inmediato.