¿Existía España cuando Inglaterra conquistó Gibraltar?

20 Jul 2024

Los jugadores de la selección nacional de fútbol han pasado en horas de ser unos héroes de la nueva España pluricultural y mestiza a convertirse unos villanos de la máquina del fango.

Gibraltar - Figure 1
Foto Libertad Digital

La izquierda no ha soportado que los futbolistas hayan desbaratado sus planes propagandísticos y ha arremetido contra ellos. Entre las excusas usadas han recurrido al cántico de "¡Gibraltar es español!". Inmediatamente se tocaron los silbatos y se organizó una campaña.

Los jugadores en Cibeles celebrando la Eurocopa

Primero, en redes sociales aparecieron indignados y sabihondos con mensajes en los que se aseguraba que España no existía cuando Gran Bretaña conquistó Gibraltar, aunque el Tratado de Utrecht lo firmó el rey "de España", como aparece en las versiones castellana e inglesa del texto. Luego, prosiguió el equipo de opinión sincronizada en los medios, equiparando a Ceuta, Melilla y hasta las Canarias con la colonia. Y por último, el brazo político. El diputado Íñigo Errejón se burló de la reclamación histórica española sobre Gibraltar con estas palabras: "¿Para qué quieren hacer Gibraltar español si al día siguiente lo llenarían de Airbnb y se lo volverían a entregar a los ingleses?".

Los izquierdistas maldicen los paraísos fiscales, salvo Gibraltar; apoyan toda descolonización, salvo la de Gibraltar; execran del imperialismo anglosajón, salvo de Gibraltar. Ante semejante conducta, cabe preguntarse si tienen cuenta corriente en un banco gibraltareño o esperan tenerla, al igual que tantos socialistas españoles gozan de residencia privada en Marruecos, esa Suiza africana, con un rey que es idéntico al de Dinamarca.

Con la intención de enseñar al que no sabe y de corregir al que yerra, repasemos los episodios de la reivindicación española sobre Gibraltar.

Los Borbones atacan el Peñon

Felipe V, el primer rey Borbón, tuvo que firmar el Tratado de Utrecth en 1713, pero lo consideró un diktat y trató de revertirlo. En 1717 reconquistó la isla de Cerdeña y en 1718 la de Sicilia. La acción condujo a la alianza de Francia, Gran Bretaña, las Provincias Unidas y Austria en la Cuádruple Alianza, que derrotó a España.

En 1727 comenzó una breve guerra entre España e Inglaterra. Al sitio británico de Portobelo, Madrid respondió con el sitio de Gibraltar. El conflicto concluyó en 1729. La corte de Londres quería desmembrar el Imperio español en América, y Felipe V y sus sucesores lo defendieron por todos los medios, a la vez que trataban de recuperar algunos de los territorios arrebatados.

Carlos III se unió a Francia en una nueva guerra contra Gran Bretaña con motivo de la rebelión de sus trece colonias en Norteamérica y los británicos fueron derrotados, desde el golfo de México a la India. En este conflicto, España realizó el otro sitio, de 1779 a 1783, el más duro. Una de las batallas decisivas fue la acción naval de agosto de 1780, en que una flota hispano-francesa mandada por Luis de Córdova se apoderó de un convoy descomunal sin tener bajas (en mi último libro, Historia desconocida del Imperio español, le dedico un capítulo).

Mientras proseguían los combates en Gibraltar, las cortes negociaban la paz. El Tratado de Versalles de 1783 puso fin a la guerra. Londres cedió a España la isla de Menorca, ya conquistada, las Floridas y territorios ocupados en Honduras. Sin embargo, se negó a entregar Gibraltar, para mantener su control de las bocas del Mediterráneo.

Victoria Española en la ONU

Durante el siglo XIX, los británicos dejaron de temer nuevos ataques a su colonia. Gibraltar se convirtió en foco de contrabando, centro de conspiraciones y refugio para políticos derrotados. La potencia de Londres era tal que vetaba a España el artillado y fortificado de los alrededores de la colonia o el aumento de influencia en Marruecos.

En 1938, aprovechando la guerra civil, las autoridades coloniales construyeron el aeropuerto sobre territorios y aguas que no se habían cedido a Gibraltar. Los nacionales tuvieron que tragarse el abuso. En cambio, el socialista Indalecio Prieto tanteó a Londres para pedirle su intervención en la guerra española y ofreció nuevos gibraltares: los puertos de Vigo, Mahón y Cartagena.

En la Segunda Guerra Mundial, Berlín y Londres trataron de atraer al general Franco ofreciéndole la entrega del Peñón, pero el militar gallego no se fió de ninguno de ellos. Algo más de 13.000 habitantes civiles fueron evacuados en junio de 1940. La colonia sufrió bombardeos franceses e italianos. A partir de 1944, los civiles regresaron a sus domicilios.

En 1946, el Gobierno laborista británico incluyó a Gibraltar en la lista de territorios sujetos a descolonización de las Naciones Unidas. En los años 60, el régimen español consiguió que numerosos países iberoamericano, socialista, árabe y africano apoyaran su postura y obtuvo dos resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1966 y 1967, por las que se instaba a los Gobiernos de Madrid y Londres a iniciar negociaciones para reintegrar Gibraltar a España, con el requisito de tener en cuenta los intereses de los habitantes, sin que éstos pudiesen condicionarlas.

Por el contrario, no existe ninguna resolución de la ONU ni sentencia del Tribunal de La Haya que califiquen a Ceuta y Melilla como "territorios pendientes de descolonizar".

Los británicos, abanderados de la democracia siempre en casa ajena, incumplieron las resoluciones de la Asamblea General y se negaron a negociar con el Gobierno español.

El PSOE abre la verja

En 1967 se celebró un referéndum en el que, para sorpresa de nadie, casi el 100% rechazó la pertenencia a España. Y en mayo de 1969, Londres otorgó una constitución a su colonia. Entonces, en junio, el Gobierno español cerró la verja, construida en 1908 en una nueva usurpación, y procedió al aislamiento de Gibraltar (que es lo establecido en el Tratado de Utrecht, tan citado por los gibraltareños y sus cipayos).

Madrid no abandonó al Campo de Gibraltar, una de las comarcas más deprimidas de España. En 1965 se aprobó el Plan de Desarrollo del Campo de Gibraltar, con el que cual se instalaron industria como la refinería de Cepsa y la siderurgia de Acerinox. También se planteó la creación de una nueva provincia con municipios de Cádiz y de Málaga.

El fin del aislamiento fue uno de los requisitos que los gobiernos de la Transición creían que debían cumplir para "homologarnos con los países de nuestro entorno".

El socialista Felipe González ordenó la apertura de la verja, primero para peatones el 14 de diciembre de 1982, y, dos años más tarde, para el tráfico de vehículos. Desde entonces, Gibraltar ha ampliado su condición de paraíso fiscal y centro de contrabando, con la colaboración de la Armada Real británica. Además, el Peñón es uno de los centros de Echelon, la red de espionaje de telecomunicaciones formada por países anglosajones.

Aparte del sector militar, Gibraltar sigue viviendo de su hinterland. Los trabajadores españoles tiene prohibido dormir en la colonia y los aviones que usan el aeropuerto penetran en el espacio aéreo español… con permiso de las autoridades. Ni siquiera el Brexit, contra el que votaron los gibraltareños, ha servido para plantearse por parte española el cierre de la frontera o medidas de control.

No sólo son los zurdos españoles los que apoyan la permanencia de la colonia. Los españoles de la bahía, sobre todo de La Línea, que aplaudieron la apertura de la frontera y calificaron el cierre de la Verja de "nuevo muro de Berlín", están callados desde hace años ante la presencia de submarinos nucleares o ante el contrabando. Hoy, la bahía de Algeciras es un remedo del salvaje Oeste, donde los narcotraficantes imponen su ley.

¿Por qué España no ha recuperado Gibraltar cuando China obtuvo Hong-Kong?

Una razón es la poca confianza que dan a Estados Unidos y la OTAN gobiernos tan volubles y serviles como los de Zapatero, Rajoy y Sánchez, incapaces, por ejemplo, de presionar con la base de Rota, vital para la Armada de Estados Unidos. La otra es que los izquierdistas, con su sectarismo patológico, consideran que reivindicarlo los convertiría en franquista, de modo que prefieren alinearse con las quejas del jefe de los piratas; los separatistas, por su parte, se niegan a colaborar en una victoria española.

Luego los progres nos dirán que "los fachas" se han apoderado de la causa, como de la bandera nacional, de la reclamación de Gibraltar y de la selección de fútbol… la masculina, ya que la femenina se la han quedado ellos.

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