Briatore regresa a la Fórmula 1 como asesor ejecutivo de Alpine
Faltaba Flavio Briatore. Desde que Liberty Media completó el proceso de adquisición de los derechos de explotación del Mundial de Fórmula 1, el gigante del entretenimiento le ha dado mil vueltas al campeonato para hacerlo más atractivo. Muchas iniciativas a propuesta del promotor han funcionado, como el cambio de formato de fin de semana, la proliferación de las pruebas al sprint o la apuesta por el show; una sensación avalada por los picos de popularidad que ha alcanzado el certamen, que revienta audiencias y cifras de asistencia en la mayoría de sus eventos. Otros elementos, más aleatorios, también han contribuido a aumentar el interés por una disciplina con un magnetismo único, y en la que coexisten personajes únicos, en todo el espectro del adjetivo. El último en aterrizar es Briatore, que después de semanas de rumores fue confirmado este viernes como nuevo miembro de la cúpula de Alpine, la división de F1 de Renault, que dirigió durante 20 años (1999-2009), antes de ser expulsado de mala manera. Su papel fue clave en los dos títulos de Michael Schumacher (1994 y 1995 cuando el equipo era propiedad de Benetton, y también en los que se llevó Fernando Alonso, en 2005 y 2006).
“Flavio Briatore ha sido nombrado por el CEO del Grupo Renault, Luca de Meo, como su asesor ejecutivo de F1. Esencialmente, Briatore se centrará en la búsqueda de talento, en brindar información sobre el mercado de pilotos y en la evaluación de la estructura actual, así como en algunos asuntos estratégicos del deporte”, explica el comunicado oficial, que, según entiende EL PAÍS, ha generado cierta inquietud dentro de la tropa de la escudería francesa, cuyos integrantes son muy distintos de los que trabajaban en ella cuando el controvertido dirigente fue expulsado, en 2009, a raíz del escándalo del Gran Premio de Sinagapur de 2008. En aquella carrera, Alonso se impuso después de que Nelsinho Piquet se estrellara contra el muro, allanándole el camino al asturiano. El testimonio del corredor brasileño desencadenó una investigación que concluyó que Briatore era el responsable de aquel plan. En consecuencia, la Federación Internacional del Automóvil (FIA) le impuso un veto de por vida que él después recurrió, y ganó, ante el Tribunal de Gran Instancia de París.
Con aquel serial todavía sin resolver —Felipe Massa libra una batalla para que se anule el resultado de aquella carrera y se le proclame campeón en vez de Lewis Hamilton—, Briatore asomó la cabeza este viernes por el paddock de Montmeló. “Haré lo que tenga que hacer para que el equipo vuelva a ganar carreras. He ganado varios títulos, o sea que eso se puede repetir”, declaraba este excéntrico italiano nacido en Verzuolo hace 74 años, cuyo regreso no hace más que proyectar el mal momento que atraviesa Alpine, que pasó de la cuarta plaza que ocupó en 2022, en la tabla reservada a los constructores, a la sexta en 2023. Con la décima parada del calendario en marcha figura el octavo en la estadística, con solo cinco puntos en su casillero y sin muchas perspectivas de repunte a corto plazo.
Briatore tiene ante sí un reto enorme a ojos de la mayoría, aunque probablemente menos relevante ante los suyos. Básicamente porque estamos hablando de un individuo que ha sido capaz de crear un imperio desde un primer peldaño como instructor de esquí. Tras varios experimentos como corredor de seguros y agente de bolsa, se cruzó con Luciano Benetton, fundador de la compañía de ropa que lleva su nombre. A raíz de aquella relación nació la escudería, apareció Schumacher y Alonso, al que aún asesora. A pesar de estar siempre bajo la lupa de las autoridades por cuestiones fiscales, hasta ahora siempre ha encontrado una salida por la que salir bien parado. Eso es, exactamente, lo que persigue Alpine.
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