Elecciones en Uruguay: el mapa de resultados, cómo quedo el ...
MONTEVIDEO.- Los uruguayos irán de nuevo a las urnas el 24 de noviembre, en un balotaje que promete tener en vilo al país hasta la última boleta por el choque entre dos bloques, de izquierda y derecha, posicionados para un duelo cerrado tras los resultados de la primera vuelta.
Tanto votantes como candidatos deberán primero asimilar todo lo sucedido durante la jornada del domingo, que deparó sorpresas, rechazos y afirmaciones, y sentó un nuevo panorama no solo en el calendario electoral inmediato, sino en la política uruguaya para los próximos años.
Yamandú Orsi, el candidato del Frente Amplio, la coalición de izquierda que gobernó de 2005 a 2020, cosechó el 44% de los votos y quedó primero en la general. Sin embargo, por la dinámica de la política uruguaya, ese dato que en otro lado sería motivo de celebración se transformó en lo que sus propios seguidores consideraron un traspié, una decepción traducida en caras largas y expresiones de frustración y desaliento. Sucede que ahora los partidos de la coalición oficialista, que en primera vuelta compitieron por separado, unirán fuerzas de nuevo en el balotaje. Y llegan con la confianza de haber sumado cuatro puntos más que el Frente Amplio, 48% contra 44% de su rival. Con el sabor amargo todavía en la boca, tanto Orsi como la candidata a vicepresidenta, Carolina Cosse, pusieron proa hacia la campaña de la segunda vuelta. En conjunto, sus discursos buscaron apelar a sus votantes y a los votantes de otros partidos. “Les ruego que no se rindan”, dijo Cosse. Y pidió: “Hay que sumar voluntades y buscar coincidencias”.
Yamandú Orsi, tras su discurso ante los militantes del FASANTIAGO MAZZAROVICH - AFPQuien disputará el balotaje con Orsi será Álvaro Delgado, el candidato del Partido Nacional, socio principal de la coalición oficialista. Lo sucedido en el bunker partidario y entre los votantes de Delgado fue la contracara exacta de la amargura del Frente Amplio. Con el 27% de los votos, Delgado dejó atrás los fantasmas que le daban un estimado mucho más módico y que sembraban incluso la duda de que pudiera cruzar el umbral hacia el balotaje. Confirmados los números propios y de los socios de la coalición, el ánimo se dio vuelta. Desde las primeras declaraciones de sus dirigentes, trasuntó entre los “blancos”, como se los conoce en Uruguay, una euforia que evidenciaba el shock de endorfinas liberado luego de días de angustia. Sin perder un segundo, y afirmado en sus resultados, Delgado puso rápidamente el ojo en el balotaje, señalando que se “despojaba” de su partido para pasar “a representar un proyecto político mayoritario en el país”. La apuesta de Delgado fue presentar a la coalición como la fuerza más votada, con una madurez suficiente como para sacarse una “foto” con sus líderes en el escenario.
Pero el más eufórico de la jornada fue sin lugar a dudas el candidato del Partido Colorado, Andrés Ojeda. Con el 16% de los votos, Ojeda confirmó las encuestas que lo situaban en un tercer y protagónico lugar en la general. Con este resultado, el Partido Colorado le aportó a la coalición un caudal significativo y crucial para la sumatoria que los puso muy por delante del Frente Amplio. El notable desempeño confirmó la eficacia de su campaña, que lo mostró como un personaje disruptivo que incluso la misma mañana de las elecciones se mostró haciendo flexiones de brazos como preparación de la jornada. En un discurso a sus seguidores, Ojeda ratificó su convicción de que representa “una nueva forma de hacer política”, y se puso a disposición de la coalición para trabajar juntos en este mes de campaña hacia el balotaje. Pero también hizo saber, con toda claridad, que sus buenos números representan “el 40% de la coalición”, y que necesariamente habrá una nueva correlación de fuerzas en su seno, en la cual su partido será mucho más determinante.
Llantos de alegría tras conocerse los resultados entre los seguidores del Partido NacionalEITAN ABRAMOVICH - AFPDesde las filas del Partido Nacional señalaron que el nuevo escenario de balotaje tiene un aire de cosa vista por lo vivido cinco años atrás, cuando Luis Lacalle Pou ganó por apenas 30.000 votos sobre el frentista Daniel Martínez, poniendo fin a 15 años de gobiernos del Frente Amplio. Por su parte, la lectura que hicieron en la oposición de izquierda era que el panorama hacia noviembre se parecía más bien al que se dio en 2014, cuando triunfó el Frente Amplio. En ambos casos, las dirigencias sacaban cuentas anoche midiendo milimétricamente los resultados de cada cual, en cada una de las tres elecciones, incluyendo los distintos socios de la coalición. Pero las conclusiones, por ser política y no matemática, fueron distintas.
Ninguno de los dos bloques alcanzó la mayoría parlamentaria, un dato crucial que suele ser un boom adicional para el partido que las alcance cuando luego deba competir en balotaje, y que desde luego tiene mucho que ver con las negociaciones y el tratamiento de las leyes una vez instalado el nuevo Parlamento. En la previa se habló mucho de este objetivo, sobre todo desde el Frente Amplio. El Senado quedará con mayoría del Frente Amplio, con 16 de las 30 bancas del recinto, más allá de lo que pase en el balotaje entre Yamandú Orsi y Álvaro Delgado. Solo los tres partidos tradicionales (Frente Amplio, Partido Nacional y Partido Colorado) tendrán bancas en el Senado. En la Cámara de Diputados, por otro lado, no habría mayoría de ninguna de los dos bloques, y por otro lado ingresará otro partido más allá de los tradicionales. Serían 48 diputados para el Frente Amplio, 49 para los partidos de la coalición oficialista y 2 para Identidad Soberana, de Gustavo Salle. Por otro lado, el Frente Amplio sacó más votos en 11 de los 18 departamentos del país, sobre los seis del Partido Nacional y uno del Partido Colorado.
Los votantes uruguayos tenían casi idéntica expectativa por los candidatos a presidente que por los plebiscitos que también se pusieron en juego en la jornada del domingo, sobre allanamientos nocturnos y sobre seguridad social. Algunos incluso se enfocaban solo en eso, era su único interés. Ya con los boca de urna trascendió la derrota de ambas iniciativas, que no alcanzaron el 40%, y despejaron una de las grandes incógnitas del día. El que suscitaba verdadero interés, y sobre todo acalorados debates, era el de la reforma de la seguridad social, que implicaba bajar la edad jubilatoria y eliminar el sistema de ahorro previsional privado (AFAP). Promovido por la central sindical PIT-CNT, este controvertido plebiscito tenía el rechazo unánime de todos los candidatos, incluso del izquierdista Orsi, que alertaron que sería insostenible para las arcas públicas y pondría en entredicho la seguridad jurídica del país.
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