Memento Mori de Depeche Mode es una celebración melancólica

Depeche Mode, Memento Mori

En ‘Ghosts Again’, uno de los tantos momentos introspectivos del quinceavo álbum de estudio de Depeche Mode, Memento Mori, Dave Gahan brama, “El tiempo es efímero”. No es una revelación, pero la tranquilidad de su voz es refrescante. Han pasado más de cuatro décadas desde que el grupo se formó como un cuarteto de adolescentes ansiosos por sumergirse en la naciente cultura del synth-pop, terminando por crear himnos como ‘Just Can’t Get Enough’. Ahora, únicamente con Gahan y Martin Gore en la alineación tras la muerte del teclista Andy ‘Fletch’ Fletcher, ambos se preguntan, “¿Cuánto tiempo nos queda?”.

La melancolía ha sido una parte importante de la experiencia Depeche Mode y se ha especializado en la vulnerabilidad, dejando de lado sus primeros días en los que Vince Clarke (que después formó Yazoo) lideraba la banda haciendo canciones despreocupadas para bailar. Esa honestidad y aquella humildad son el ingrediente principal del Depeche Mode de ahora. Incluso en su momento más romántico como en, digamos, ‘Enjoy The Silence’, han aprendido que reconocer las ausencias de la vida es tan importante como saber apreciar lo que ya se tiene. Así que no resulta extraño que el grupo, cuyos dos miembros ahora rondan los 60 años de edad, hayan titulado al disco como Memento Mori –un recordatorio en latín de que vas a morir algún día– y lo hayan elegido cuando Fletch continuaba en vida. Su ausencia no les hizo dudar del nombre, por el contrario, Gore afirmó que “le dio más sentido”.

Interiorizar la mortalidad define mucho de lo que es Memento Mori, pero en ningún momento se siente agobiante o tan sombrío. Inclusive algunas de las canciones suenan alegres.

En ‘Wagging Tongue’, una singular colaboración compositiva entre ambos músicos, los sintetizadores new wave rememoran los primeros trabajos del grupo mientras Gahan canta sobre la tristeza que se siente “cuando ves a un ángel morir”. La letra, que es interpretada solemnemente, podría ser una crítica metafórica sobre la necesidad de que los políticos hagan algo por la regulación de las armas o quizás trata sobre superar obstáculos personales. De cualquier modo, con la línea electrizante de teclados, las palabras encuentran la manera de incrustarse en tu cerebro. Y la mejor canción del disco, ‘Soul With Me’, comienza con una intro ambient que recuerda el lado B de Low, álbum de David Bowie influenciado por Brian Eno. Después, se abre hacia un ritmo de pop sutil con acordes celestiales sobre los cuales Gore canta, “Voy hacia donde vuelan los ángeles… y me llevo mi alma conmigo”. La música es tan delicada, tan sencilla de digerir como una pieza de ciencia ficción, que es fácil dejarse llevar por los acordes y perderse de las alusiones a una escalera hacia el cielo y la despedida antes de dirigirse al lecho de muerte.

El dúo aún se especializa en la melancolía. ‘Before We Drown’, coescrita por Gahan, el baterista Christian Eigner y el multiinstrumentista Peter Gordeno (miembros de la banda de gira de Depeche), va construyendo tensión minuto tras minuto. “Primero nos levantamos, luego caemos/Tenemos que movernos hacia adelante antes de que nos ahoguemos”, dice Gahan en ella. La efervescencia de los sintetizadores estalla como fuegos artificiales alrededor de su voz a medida que él recita sus últimas palabras. ‘Always You’ cuenta con sintetizadores vibrantes y una emulación de tambores metálicos que acompañan los versos de Gahan, quien canta sobre poner toda su esperanza en alguien, “Eres todo lo que necesito para seguir creyendo”.

Y en ‘People Are Good’ –una composición de Gore que parece la coda perdida de ‘People Are People’– Gahan se recuerda a sí mismo que a pesar de todos los males del mundo, se supone que las personas son buenas. La música, que se construye capa por capa, recuerda el sonido ochentero que tenía el grupo en Black Celebration y Music for the Masses. “Todo estará bien a tiempo”, aseguran antes de retomar el mensaje principal: “Continúa engañándote al creer que las personas son buenas”.

De vez en cuando, la sensación de vacío en las canciones sí es un tanto agobiante. Por ejemplo, el coro de ‘Caroline’s Monkey’ es brutalmente escueto y artificioso. Allí, Gahan versa sarcásticamente, “Doblegarse es mejor que perder/Arreglarlo es mejor que sanarlo”, antes de hacer énfasis en “a veces”. Pero sobre todo, el grupo engloba sus pensamientos oscuros de manera tal que le rinde tributo a su pasado, reconoce los fantasmas que atormentan el presente y los espíritus que están por llegar.

La canción final, ‘Speak to Me’, pareciera la versión Depeche de ‘A Day in the Life’ de los Beatles, con ayuda de los sintetizadores de Nick Cave y las súplicas de Gahan por tener contacto humano. “Agradecería [conectar contigo], te seguiría a todas partes/Estoy escuchando. Estoy aquí. Me he encontrado”, canta antes de que el crescendo de los sintetizadores terminen en una cacofonía. Tal como sucede siempre con Depeche Mode, todo detalle cuenta en gran proporción, y en Memento Mori las expectativas se superan como nunca.

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