Gorillaz, crítica de su disco Cracker Island (2023)

24 Feb 2023
Cracker Island

Damon Albarn comenzó con Gorillaz casi como un juego, un proyecto que le permitía ser mucho más abierto y fluido que Blur pero que con el tiempo se convirtió en su proyecto principal, dando como resultado discos tan importantes como “Demon Days” (05) y “Plastic Beach” (06), pero, poco a poco, la llama creativa parecía haberse fundido y era más fácil ver algo propio del gran compositor en sus discos en solitario que en los discos del colectivo animado que comandaba.

Con “Cracker Island” esto vuelve a cambiar y encontramos el disco más cohesionado de la banda desde el mencionado “Plastic Beach”, con Albarn poniendo más de sí mismo, aunque utilizando los disfraces virtuales de la banda para hablar del aislamiento y la mercantilización de unas vidas que se han vuelto prácticamente virtuales. Musicalmente, es su disco más pop en mucho tiempo, notándose la mano de Greg Kurstin (Sia, Adele) supervisando la producción, combinándose con un toque de The Flaming Lips de comienzos de siglo en canciones como "The Tired Influencer" o "Baby Queen".

Es evidente que ese sentimiento de irrealidad, de vivir nuestras vidas frente a pantallas, sirve para unir un disco en el que Albarn vuelve a mezclar a la perfección con sus múltiples colaboradores, pero esta vez con un tono más de obra cerrada, de disco, más que de colección de sencillos. Aun así se queda un paso por debajo de sus dos grandes discos con el proyecto, por culpa de algunas canciones que parecen fuera del concepto general, especialmente "Tarantula".

El disco se abre con el funky melódico de "Cracker Island", donde el bajo de Thundercat pone el funk y Albarn la melodía, y que es una digna sucesora de "DARE". Luego llega "Oil", la que creo que es mi canción favorita del disco, un tema synth pop con acústicas en el que Albarn es acompañado en las armonías por la voz de la gran Stevie Nicks, cantando cosas como "Individual actions change the world/ Fill them up with love". "The Tired Influencer" suena a Wayne Coyne producido por Kurstin, psicodelia pop sobre un mundo en el que ya nada parece real ("Just trying to keep my head up, but nothing real anymore/ In the world of the tired influencer").

"Silent Running", el mejor de los adelantos, combina una guitarra funk con una gran melodía de Albarn, coronada por el mejor estribillo del disco, ayudado por unos preciosos sintetizadores. Kevin Parker es el colaborador que más huella personal deja y se puede ver “New Gold” como la suma perfecta entre Tame Impala y Gorillaz, el estribillo con su conocido falsete podría haber aparecido perfectamente en “Currents”. Por su parte, "Tormenta" funciona bien con un estribillo relajado y soleado y Bad Bunny haciendo lo suyo. Suena a sus temas más relajados como "Otro atardecer" del exitoso “Un verano sin ti”.

Para el final dejan dos canciones más relajadas, "Skinny Ape" comienza como una suave caricia de folk pop, piénsese en Simon & Garfunkel, antes de que entre un sintetizador y un 'beat' que le dan el sabor Gorillaz, luego ambas partes, en principio contrarias, funcionan juntas hasta que el tema se rompe en una alocada pieza de ‘synth pop’. Luego llega la melancólica "Possession Island", una canción que permite a Albarn sacar al gran maestro de melodías de pop barroco tipo "To The End" o "End Of The Century" y a Beck recordar los tiempos de "Sea Change"(02). Albarn se aferra a una última, y lúgubre, esperanza "Where things they don't exist/And we're all in this together 'til the end". Parece el mantra perfecto para estos tiempos post-Covid y para una banda que ha hecho de su no existencia su propia esencia.

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