Video: la (nueva) chance que falló Cavani

19 Feb 2024

18/02/2024 23:29hs. Actualizado al 19/02/2024 00:08hs.

Edinson Cavani volvió a jugar en Boca: se había lesionado en la segunda fecha de la Copa de la Liga, ante Sarmiento en el estadio de San Lorenzo, donde se perdió cuatro chances y el equipo de Diego Martínez se conformó con un empate frente a los de Junín. Ante Lanús, Ingresó en el segundo tiempo por Lucas Janson y, lejos de exponer una buena versión, falló una chance clara al cabecear hacia un costado y no hacia el arco luego de un centro de Langoni.

Cavani - Figure 1
Foto Olé

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Boca Juniors - 19-2-2024

La chance más clara de Cavani ante Lanús

Después, tuvo una oportunidad que dio en el palo, pero en ese caso había offside previo, por lo que no lo lamentó. Hasta el arquero Acosta lo consoló...

Cavani ante Lanús (Fotobaires).

La opinión de Olé

A esta altura es lícito preguntarse si Boca trajo al Cavani que fue y no el que realmente es, si la decisión de Riquelme se quedó estancada en el Cavani de Manchester United -el último Cavani de nivel internacional que registra la memoria, el que realmente Román fue a buscar en el inicio de su mandato al frente del fútbol de Boca en 2020- y en todo el tiempo de arrumacos que llevó hasta que la operación se concretó, Cavani se fue convirtiendo en esto que estamos viendo: en un jugador que conservó, intacta, la calidad, pero que perdió el instinto; que mantuvo las ganas pero que perdió el hambre, que le queda el corazón pero no la pasión, el calor pero no el fuego.

Su situación, insólita por donde se la mire, es independiente de la derrota de Boca de anoche en La Fortaleza. Sucedió otras veces, con Boca ganando o empatando, pero siempre se vio al mismo Cavani totalmente disfuncional con el gol, sin confianza, amateurizado, disminuído, asustadizo, errático, degradado con su propia calidad, ineficaz, hasta vencido.

Cavani - Figure 2
Foto Olé

Claro, en los primeros partidos su situación se maquilló con sus ganas, con la intensidad que le puso, con la valentía que mostró para probarse la camiseta y, sin más adaptación que aprenderse los nombres de los compañeros, saltar a la cancha para jugar instancias decisivas de la Copa.

Pero su imagen se fue desdibujando, conforme él mismo se fue desmoronando lentamente con cada gol perdido. En los primeros partidos sobrevivió con un tanto anotado a Platense en su segundo encuentro oficial en Boca. Desupués pasó 8 más sin anotar, pero se acomodó con dos goles seguidos (Palmeiras por la Libertadores y Talleres por la Copa Argentina), pero eso fue todo. El último grito de Edinson fue hace cuatro meses y ahí quedan sus tres tantos en 19 partidos como un número que habla por sí solo. Y eso no fue lo peor.

Lo peor se vio en este torneo. En los cinco goles claritos que falló ante Sarmiento y en su lesión muscular posterior, que lo dejó expuesto y pidiendo el cambio. Y en lo que, otra vez, mostró en Lanús, sobre todo en las dos últimas jugadas. La primera, un centro llovido de Langoni, a un metro de la línea de gol, con Cavani parado sin marca, un pan comido para cualquier delantero patadura que no tiene que hacer otra cosa que saltar y conectar. Bueno, el uruguayo fue a la pelota con tan poca covicción, que le pegó con la frente y no con el parietal, la acompañó y no la conectó, y así la pelota quedó casi muerta, que Luciati la despejó por las dudas, porque ni al arco iba. Y la otra, otro centro de la derecha, que Cavani fue a buscar levemente adelantado pero igual se la devolvía el palo...

Cavani - Figure 3
Foto Olé

Esta imagen de desolación, que no es otra que las que vino mostrando Cavani en estos meses, debiera ser suficiente motivo como para no exponerlo el domingo en el Monumental. Su presente no merece titularidad en ese partido bisagra, pero tampoco su carrera descomunal del jugador que fue. El superclásico marca un status que hoy el Matador no alcanza. Habría que preguntarle a Darío Benedetto, que no jugó ni un minuto ante Lanús, qué piensa del asunto...

Encontrar razones de la debacle de Cavani puede ser una tarea inabordable. Por lo pronto, su hermano Cristian no anda con eufemismos: “Puede ser que esté un poco más tensionado. Más allá de que uno confía, te sale un poco la preocupación. Al jugar en un equipo grande como Boca, se siente presión porque trata de brindarse al club y al hincha”. A lo mejor, simplemente, este Boca insaciable, exigente, hambriento, pasional, es demasiado desafío para un Cavani que a los 37 años quizá le estén pesando demasiado sus huesos cansados.

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