Después de que el público paraguayo haya festejado el triunfo de la cantante Ayelén Alfonso en el programa español Factor X, se multiplicaron los post sobre otros artistas o deportistas paraguayos que ganaron premios o sitiales en el extranjero. Fueron unos días de sentimiento exacerbado de paraguayidad. Desmenuzando este interesante tema, podemos comenzar describiendo el rol del artista en nuestra sociedad.
“El artista en la sociedad paraguaya, tal como el deportista, tienen dos roles que debemos reconocer: por un lado, puede ser el modelo a seguir porque encarna virtudes o porque alcanza ciertos logros que consideramos conscientemente válidos. Por otro lado, y reconozcámoslo sin sentimentalismos, el artista puede ser la sublimación de nuestras frustraciones, resentimiento y cosas que no nos atrevimos a hacer (es subconsciente), señala la socióloga Sofía Torales.
Sofía Torales, Socióloga por la UNA e investigadora para el CERI (Centro de Estudios Rurales Interdisciplinarios).-¿Qué síntoma descubre esa frustración?
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La virulencia, lo visceral de ciertas reacciones: cuando gana o pierde la Selección o el club “de los amores”.
Claramente se destaca el sentimiento por sobre la razón. Cuando la gente se enfrenta violentamente usando groserías, ofensas, incluso amenazas o golpes de puño por un personaje famoso –a quien ni siquiera conoce personalmente- ahí es cuando se puede apreciar lo poco racional, lo pasional, lo “reptiliano” (una manera anticuada de llamar al cerebro arcaico; relacionándolo con lo territorial, lo agresivo y la conservación). Esto ocurre con los símbolos o íconos públicos en la sociedad paraguaya y, tal vez, en el mundo entero con sus propios personajes (artistas, políticos, deportistas)
-Son pasiones que muchos no pueden o no quieren frenar.
Otra mirada, de acuerdo con Emilio Durkheim: el hecho social (unidad básica social, en su teoría) se define por el involucramiento de dos partes: el hecho en sí (una cantante) y la interacción con otros (sus fanáticos). Ayelén es un hecho social hecho y derecho, es lo que es gracias a que la gente tomó como suya esa parte de su carrera y se involucró en la misma. Sin embargo, este hecho social necesita ser observado desde otras dos aristas.
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-¿Cómo se genera tanta exaltación masiva por un artista?
Por un lado, una cierta consciencia de nacionalismo, bastante fuerte en la sociedad paraguaya en algunos momentos clave (no así en la vida cotidiana), y, por otro lado, los medios y la “comoditización” de la cultura: la creación de símbolos, íconos y productos humanos para el consumo. Con estos dos ingredientes adicionales, puede explicarse el arrastre de Ayelén.
En el mundo de la cultura, los productos humanos tienen ciertos patrones de marketing que cumplir a fin de sumar consumidores. Aquí Ayelén interpretando a la cantante colombiana Carol GLas Guerras del Paraguay-Muchos se ofendieron debido al cruce entre Ayelén y las dos mujeres del jurado y lo tomaron como “causa nacional”, sacando a relucir, entre otros factores, la nacionalidad como razón del choque, “esas extranjeras atacaron a una paraguaya, tenemos que apoyarla, no olvidemos la Guerra de la Triple Alianza”, escribían seguidores. ¿Esta indignación refuerza la identidad?
La identidad se ve normalmente reforzada ante su negación. La gente en sí suele definir por oposición: a todos nos pasa. Esto no quiere decir que sea lo ideal: después de tantos años desde la Guerra de la Triple Alianza, ¿hemos hecho algo como sociedad que recordemos como aporte íntimo de cada individuo, para que perdure en la memoria de las generaciones futuras? Preguntar esto a un amigo o allegado da rápidamente la respuesta: nadie puede recordar, ubicar o definir de qué exactamente puede sentirse orgulloso (entendido, repito, como una creación colectiva hecha conscientemente con un fin, y que logre ese fin sin que se quede en un hecho histórico vagamente recordado o imprecisamente estudiado en las aulas). Entonces, de alguna forma ese vacío racional se llena de sentimentalismo, que es en lo que sí somos expertos los paraguayos.
Cualquiera podría afirmar con absoluta certeza que en otros países y continentes la gente no es cálida, servicial o amable como el paraguayo, y no cabe duda de que en gran parte la gente tiene razón. Sin embargo, esa sobre-sensibilidad es casi un racismo inverso o una xenofobia inversa: “siempre me veo más chico que el otro, no pierdo una sola oportunidad de hacer ver lo bueno que soy y lo malo que es el extranjero; acuso a cualquiera de discriminador con tal de no ver críticamente el trabajo de la persona que está en el foco de atención. Siempre soy víctima”.
Por ende, realmente vale la pena mirarse al espejo y preguntarse si consideramos a Ayelén una “David paraguaya contra Goliats extranjeros”, antes que como una talentosa artista internacional.
-Como coronación de su éxito, saliéndose del formato –y permiso- cantó una estrofa de 13 Tuyutí; algunos lo interpretaron como una revancha. Sea cierto o no, despertó un punto sensible evocando a la Guerra del Chaco. ¿Cree que las distintas generaciones han procesado las Guerras sufridas?
Yo no lo creo. Es más, muchos historiadores denuncian que no se conocen, a la fecha, los efectos de la terrible Guerra Civil de 1947 que, entre otras cosas, inauguró la moderna forma paraguaya de ver el mundo: “nosotros los vencedores políticos versus ustedes los perdedores políticos”.
Soldados paraguayos siempre evocan la defensa de la Patria. "No creo que el pueblo paraguayo haya procesado las Guerras sufridas. El paraguayo actual maneja un hecho histórico vagamente recordado y estudiado en las aulas. Hay un vacío emocional que se llena con sentimentalismo" (S. Torales)Es un hecho que las guerras aún hoy moldean no solo a la sociedad sino a la política: cada vez que Itaipú y Yacyrerá o el Mercosur salen en las noticias, con toda razón recordamos la infame Guerra contra la Triple Alianza: porque el artículo 17 del nefasto Tratado Secreto afirma que la alianza contra Paraguay es perpetua, y siempre late en nuestro subconsciente colectivo la sospecha de que los gobiernos actúan activando dicha cláusula.
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Respecto a que Ayelén quiso “vengarse” de los jurados (no sé si fue así, puede ser, pero no puedo afirmar), si bien es poética la idea, sigue en la línea de sentimentalismo en “carne viva”, en detrimento de cualquier viso de raciocinio o de reconocimiento del talento por el talento, no por una sensación de victimismo.
Artistas y deportistas refuerzan los lazos sociales-¿Cree que la publicidad de misses, deportistas, artistas destacados ¿enriquecen o empobrecen los lazos sociales dentro y fuera del país?
Los ídolos duran un periodo de tiempo hasta que otro llena el lugar en la consciencia colectiva. Aquí Larissa Riquelme, apodada "la novia del Mundial (2010)" con la bandera paraguaya alentando a la Selección. El fúbol genera hinchas y fanáticos.Los símbolos son las construcciones ficticias (al decir de Yuval Noah Harari, en su obra De animales y de dioses) que unen a los seres humanos. Así sea “el enemigo de mi enemigo, es mi amigo” o, el polo opuesto, una sensación de pertenencia colectiva (un idioma, una canción, unos colores, un paisaje). Las personas son símbolos en todo el mundo, tenemos el ejemplo de Jesucristo mismo.
En cada sociedad existen seres humanos, incluyendo artistas que apelan a los más hondo de la identidad colectiva. Sin embargo, como mencionás, la publicidad. La sociedad contemporánea es impensable sin la prensa y el consumo. Sin embargo, hay que poner un alto y pensar a partir de dónde se quiere ser un ser humano no enchufado a la matrix del consumo. Si nos une un producto de consumo, ¿qué tipo de lazos sociales tenemos sino envoltorios de plástico con código de barras, fecha de caducidad y consabida etiqueta “made in…”? Habiendo dicho esto, es posible que los artistas y deportistas sí enriquezcan los lazos sociales.
Ayelén tuvo talento, jugó con las reglas de otros, ganó y fue reconocida por ellos, por eso despertó entusiasmo e identificación. Como te decía al inicio: un artista, deportista, político, figura pública puede representar algo sublime y profundo o algo sumamente sentimentalero y desordenado e igual de profundo.
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-Entonces, unen, aunque sea por instantes, a todas las clases sociales.
Pueden ser capaces de ello. El reconocer que la sociedad se divide en clases sociales es dar la razón a una corriente filosófica determinada, y no haré eso. Sí puedo decir que un artista tiene la capacidad de unir a gente distinta. Con esto reconocemos algo más: Paraguay es una sociedad relativamente heterogénea, hay muchos Paraguay y muchos paraguayos, no un solo Paraguay. Ayelén y artistas como ella sí pueden unir esas realidades, esa es una de las más interesantes aristas del arte.
-¿Vio la gente en Ayelén la representación de un Paraguay joven, artístico, atractivo para el mundo?
Ojalá. De verdad me gustaría que Ayelén dé el puntapié inicial a una renovación del arte paraguayo, con su propio sello. Pero para ello hay que combinar lo relacionado con el marketing, el consumo y la publicidad, lo relacionado con la fama y lo popular, bien lejos de “Me enamoré de una bandida” –me disculpan sus fanáticos- con un raciocinio que innove más allá de las bajas emociones.
Uno ve cómo Argentina, Brasil, Uruguay tienen diversas expresiones artísticas tradicionales, clásicas, modernas, posmodernas. Sin embargo, históricamente el arte paraguayo es exclusivamente el folclore hispano-guaraní que todos conocemos, pero sobre el cual no innovamos.
Oscar Safuán creó la avanzada en un intento por estilizar y dar nuevos aires a la polca paraguaya, hoy tenemos la suerte de este avivamiento del folclore también con otros artistas como Tierra Adentro, Néstor Ló, Grupo Jeheká, Víctor Espínola, un arpista sumamente talentoso, pero no conocemos mucho, por ejemplo, del pop, del jazz, de ritmos más internacionales de origen paraguayo. Paraguay puede dar todo eso y mucho más si se lo propone.