3 de diciembre en Telefónica: Un Compromiso de Inclusión
Este artículo se sumerge en tres reflexiones que trazan la narrativa de la inclusión en Telefónica. Desde el primer capítulo, donde destaco el aumento continuo de empleados con discapacidad, hasta el segundo, que abordo cómo referirnos adecuadamente a estas personas. Finalmente, exploramos el tercer capítulo, donde enfatizo la urgencia de una auténtica inclusión en todos los niveles empresariales.
Cada capítulo, cada reflexión es un paso en nuestra búsqueda de comprensión y compromiso. Desde el análisis de la realidad laboral hasta la importancia de un lenguaje consciente. Acompáñame en este viaje, donde cada palabra es un pilar en la construcción de un entorno laboral que celebra la diversidad, conectando vidas y transformando la empresa desde sus cimientos.
Mi inquebrantable orgullo de pertenencia a TelefónicaHace más de 23 años que camino de la mano de Telefónica, y a medida que transcurren los días, mi orgullo de pertenencia crece cada vez más. Hoy, en especial el 3 de diciembre, quiero compartir uno de los principales motivos por los que siento un fuerte vínculo de orgullo de pertenencia a esta empresa.
El 3 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, una fecha de gran importancia para Telefónica, donde destacamos con satisfacción nuestro sólido compromiso con la igualdad de oportunidades. Este compromiso está alineado de manera perfecta con nuestra misión fundamental de «humanizar nuestro mundo conectando las vidas de las personas».
En el año 2023, celebramos un logro significativo al aumentar en más de 587 el número de empleados con discapacidad en comparación con el cierre de 2022, cuando teníamos 1.482 personas. En lo que va del año, hemos experimentado un aumento del 40% en el número de personas con discapacidad en nuestra plantilla en comparación con 2022.
Además, hemos establecido una meta ambiciosa: duplicar este número para 2024, superando las 2.700 personas con discapacidad en nuestra plantilla. Este crecimiento no solo demuestra un compromiso tangible con la diversidad, sino que también representa un paso firme hacia la construcción de un entorno laboral inclusivo.
En Telefónica, dirigimos nuestros esfuerzos hacia la igualdad de oportunidades, poniendo un énfasis significativo en la promoción de la accesibilidad universal. Nos enfocamos en eliminar obstáculos y barreras tanto en entornos físicos como digitales, asegurando que todos los empleados tengan acceso a las mismas oportunidades y recursos.
El potencial transformador de las nuevas tecnologías se convierte en una herramienta clave para mejorar la vida de las personas en un mundo cada vez más conectado. En Telefónica, integramos la accesibilidad como un componente esencial en todos nuestros productos, servicios, instalaciones y canales.
Con una atención particular a la accesibilidad y la eliminación de barreras, nos esforzamos por impulsar la inclusión de personas con discapacidad, reafirmando nuestro compromiso con la diversidad y la igualdad en todos los países donde tenemos presencia.
Hablando claro: cómo referirnos a las personas con discapacidadReconozco que en un tiempo defendí la idea de utilizar términos como «personas con capacidades diferentes», con la intención de abrazar la diversidad y reconocer que cada individuo posee habilidades únicas y distintas capacidades. Siendo consciente que un 13% de la población mundial requiere de más soportes y ayudas para normalizar su inclusión y participación de pleno derecho en todas las actividades de nuestra sociedad.
Con el transcurso del tiempo, me di cuenta de que emplear este concepto de manera generalizada desviaba la atención de las reales necesidades de ese 13% de la sociedad global. Fue en ese momento que comprendí la importancia de abordar las particularidades y desafíos específicos que enfrentan estas personas, en lugar de agruparlas bajo una etiqueta que podría no captar sus verdaderas necesidades.
Y definitivamente, tomé conciencia de que no estaba acertado al escuchar las palabras de Pablo Pineda, el primer diplomado europeo con síndrome de Down y embajador de la Fundación Adecco, con la que colabora desde 2010, ofreciendo charlas de sensibilización a empresas para fomentar la inclusión.
Pablo nos transmitió: “No soy discapacitado, tengo una discapacidad”. Y continuó reflexionando sobre términos como «discapacitado» y «minusválido». En ocasiones, los periodistas le preguntan su opinión sobre estas palabras y cuál prefiere que usen en sus artículos y reportajes. Su respuesta siempre es la misma: “llámame solo, Pablo, gracias”. Lo expresa con un toque de humor, consciente de que la discapacidad es lo que lo convierte en noticia, al menos hasta ahora. Celebra este hecho porque cree que su historia puede contribuir a derribar barreras y estereotipos, aprovechando el poder de los medios de comunicación.
Pablo, orgulloso malagueño, lleva consigo los valores inculcados por sus padres y ha aprendido a amar la vida. Se ha esforzado incluso cuando parecía que no valía la pena. Aunque tiene una discapacidad, él enfatiza que centrarse solo en eso significaría perderse gran parte de quien es. Ante todo, es Pablo Pineda.
A partir de ese momento me quedaron muy claras dos cositas:
Solo deberíamos usar la palabra la discapacidad cuando sea necesario, y siempre, utilizar el nombre propio de la persona, lo cual enfatiza su individualidad por encima de cualquier otra característica. Tenemos que utilizar un lenguaje consciente y respetuoso que refleje la diversidad y dignidad de las personas con discapacidad, reconociendo siempre su condición de sujetos con derechos antes que limitarse a etiquetas que puedan despojarlos de su identidad y singularidad. Equidad e inclusión: un viaje visual a través de conceptosUrge progresar hacia una auténtica inclusión de las personas con discapacidad en todos los ámbitos de la sociedad, enfocándonos particularmente en el entorno laboral. Es esencial que empresas de distintos tamaños, ya sean pequeñas, medianas, grandes o autónomos, se comprometan activamente en este proceso, en línea con la apuesta de Telefónica.
Antes de expresar mis reflexiones acerca de este tema, encuentro esencial aclarar dos puntos fundamentales para aclarar diferentes conceptos que rodean a este colectivo de personas:
A menudo, se confunden diversos conceptos relacionados con la inclusión. Con la ayuda de una representación visual, pretendo aclarar estas confusiones.
La evolución de la percepción y participación de las personas con discapacidad abarca términos como exclusión, segregación, integración e inclusión. La exclusión histórica ha llevado a la marginación y la negación de derechos. La segregación implica una separación física o social basada en percepciones erróneas. La integración intenta incorporar a las personas con discapacidad en entornos previamente exclusivos, pero no siempre garantiza una participación genuina. La inclusión, en cambio, representa un avance hacia una sociedad equitativa, donde se busca no solo la presencia física, sino también el acceso igualitario a oportunidades y derechos. La inclusión celebra la diversidad y contribuye a una sociedad más enriquecedora y colaborativa.
Es esencial comprender la distinción entre igualdad y equidad, ya que no son términos sinónimos ni antónimos. La representación visual adjunta tiene como objetivo clarificar la diferencia entre igualdad y equidad.
Al hablar de igualdad, nos referimos a un principio jurídico universal que sostiene que todas las personas son iguales, independientemente de su raza, nacionalidad, género, preferencias sexuales, edad y otras características. Sin embargo, esta noción puede generar una paradoja: una sociedad que busca un trato «igualitario», en el sentido más amplio, podría ser, irónicamente, una población «desigual». Esto se debe a que podríamos pasar por alto las desigualdades reales que existen dentro de la diversidad humana. La representación visual adjunta tiene como objetivo clarificar la diferencia entre igualdad y equidad.
Inclusión empresarial: rompiendo estigmas y creando oportunidadesOs comparto un dato que es probable que no estés al tanto y que es esencial para que todos adquiramos un mejor entendimiento de la realidad laboral de las personas con discapacidad: El 74% de las personas con discapacidad se encuentran sin empleo.
En vista de esta situación, deseo compartir mi reflexión sobre las razones que la originan, con la intención de que todo nuestro entorno empresarial avance hacia una mejora de esta circunstancia, la cual considero que debemos abordar con mayor compromiso, ya que podemos hacer más y mejor.
La escasa oferta de oportunidades y la persistencia de actitudes negativas constituyen los elementos clave que explican la baja participación de las personas con discapacidad en el ámbito laboral. En muchos casos, las empresas muestran resistencia a contratar a personas con discapacidad, temiendo que no puedan desempeñar sus funciones de manera adecuada o que resultará costoso. Esta actitud se basa en temores y estereotipos que, al enfocarse en la discapacidad, impiden reconocer las habilidades inherentes de la persona.
No obstante, es fácilmente demostrable que las personas con discapacidad exhiben niveles destacados de desempeño profesional, altas tasas de retención y menores índices de absentismo laboral. Además, el costo de las adaptaciones necesarias para emplear a trabajadores con discapacidad puede ser mínimo, e incluso, en algunos casos, no se requiere ninguna disposición especial.
La mayoría de nuestras medianas, pequeñas empresas, microempresas y autónomos (las grandes empresas están más informadas), es decir, nuestro tejido empresarial, desconoce la importante contribución que podrían (y deberían) realizar para cerrar esta brecha, así como las diversas ventajas financieras que podrían obtener: bonificaciones a la cuota de la seguridad social, beneficios fiscales, subvenciones y adjudicaciones de contratos del sector público. Más allá de estos beneficios, se suma el impacto social de ofrecer una cara más humana e inclusiva en lo que llamamos responsabilidad social empresarial.
Desde mi experiencia personal, destaco el valor de las sensaciones y emociones que surgen entre todos los compañeros de trabajo, independientemente de sus capacidades, generando un orgullo de pertenencia que, sin duda, afectaría positivamente el día a día de la empresa.
Es responsabilidad de todos corregir cuestiones como estas, que nos empequeñecen como sociedad. Ha llegado el momento de superar la visión negativa y de lástima que se tiene de estas personas, reconociendo sus defectos y virtudes como cualquier otra persona. Es el momento de desaprender lo aprendido para aprender a conocer lo desconocido.