Triangular, tanguera y política: la particular plazoleta de Yrigoyen y ...

Un sobrante municipal. Eso era el singular terreno en forma trapezoidal que convertía en muy anchas la vereda de Calle Buenos Aires (actual Hipólito Yrigoyen), entre 12 de Octubre y el arroyo Napostá, lugar donde solían funcionar las ferias francas.

No era fácil encontrarle un uso, con muchas viviendas con sus frentes definidos y sin mucho sentido ensanchar una calle de muy poco tránsito. Fue ante ese panorama que a principios de 1943 la municipalidad dio a conocer su proyecto para generar en el lugar una plazoleta, llegando a un acuerdo con los frentistas para que estos se hicieran cargo de construir las veredas.

El paseo se materializaba ocupando la franja central del terreno con una serie de canteros elevados, quedando dos veredas, un sobre la línea municipal, otra sobre el cordón.

El diseño fue preparado por la Dirección de Obras Públicas con una estética similar a las plazoletas del teatro Municipal. El mismo incluía un reloj de sol, nunca concretado, y en uno de los canteros una pequeña fuente de agua que con el tiempo terminó convertida en macetero.

Se generó así este particular paseo, que iba a ser equipado con bancos similares a los que por entonces se colocaban en la avenida Alem y que contaba con dos pérgolas similares a las existentes en el parque Independencia y en la plaza Pellegrini.

En noviembre de 1943 la plazoleta quedó terminada. “La obra va a contribuir a transformar la fisonomía urbana de un barrio que durante años y años no ha mejorado en lo más mínimo y que jamás mereció la menor atención por parte de las autoridades municipales”, comentó este diario, dando una idea de la particular manera de crecer que tenía la ciudad, que daba su espalda a un barrio ubicado a cuatro cuadras de la plaza Rivadavia.

Moisés Lebensohn, el nombre

Durante un tiempo la plazoleta, de 200 metros de extensión y un ancho variable de entre 15 y 5 metros, no tuvo nombre. Si bien muchos la reconocen hasta hoy con el nombre de la calle, Yrigoyen, hay que considerar que hasta 1948 esa arteria se llamó Buenos Aires.

En 1980 fue elegida para emplazar un monumento en memoria del pianista y compositor Carlos Di Sarli (1903-1960), “El señor del Tango”, cuya vivienda familiar se ubicaba a pocos metros. Durante la inauguración de la obra el músico Félix Verdi, que fuera primer bandoneón de Di Sarli, ejecutó el tango Bahía Blanca.

Fue habitual desde entonces que se realizaran allí festivales de tango, con lo cual el nombre de Di Sarli quedó asociado al espacio. Hoy su busto, realizado por el escultor Fortunato Jorge, muestra al músico con sus típicos lentes y, curiosamente, su mirada dirigida a un azarero en flor.

Para entonces la plazoleta ya tenía designación oficial, en los papeles al menos. En la década del 60 se le asignó el nombre de Moisés Lebensohn (1907-1953), abogado, periodista y político bahiense. Incluso en 1993 se aprobó la colocación de un monolito y un cartel indicando esa denominación, acción jamás concretada.

Lebensohn fue un gran ideólogo del radicalismo, aunque nunca ocupó un cargo en la función pública. Radicado desde muy joven en Junín, fundó en 1931 el diario Democracia. Hay fotos de actos partidarios donde se lo ve como el principal, a pesar de tener a su lado a hombres de la talla de Arturo Frondizi y Ricardo Balbín.

Mantuvo una estrecha y sentida amistad con Eva Duarte, también oriunda de Junín, lo cual le valió algunas críticas de muchos de sus partidarios. Murió de un ataque al corazón una lluviosa mañana de junio de 1953, a los 46 años de edad. Un nutrido cortejo fúnebre acompañó sus restos por las calles de Junín.

Frente a la plazoleta hay un edificio en altura construido en 1966 que también lleva también  el nombre de Lebensohn, por su ubicación frente al paseo.

El presente

El temporal del pasado 16 de diciembre tuvo sus consecuencias en el paseo. Una de sus dos pérgolas fue dañada de tal manera que obligó a su demolición. El hecho pasó desapercibido frente a otros daños mayores generados por la tormenta. Es un faltante que sería importante recuperar y que puede incluso sacar provecho de las enredaderas que siguen vivas en cada una de las bases de las columnas originales.

La plazoleta mantiene su perfil, los particulares ejemplares de azareros se reparten entre los siete canteros, dos de los cuales han sido reconstruidos para permitir el acceso a las cocheras de dos edificios de la cuadra.

Es incierto, por último, la suerte que correrá otro de los canteros originales, ya que su ubicación coincide con una obra en altura en ejecución, la cual necesitará quitarlo para generar un acceso.

La plazoleta conforma un espacio atractivo y distinto. Que ya no está en un barrio olvidado ni postergado sino que, por el contrario, es parte del recorrido habitual que conduce al Paseo de las Esculturas y que aporta un toque distintivo al lugar.